Paloma O´Shea preside la Escuela Superior de Música Reina Sofía.

La presidenta de la Escuela Superior de Música Reina Sofía habla de la situación de la enseñanza de la música con motivo del Concierto de Inauguración del Curso Académico

La Escuela Superior de Música Reina Sofía celebra este miércoles el Concierto de Inauguración del Curso Académico. En esta ocasión, el director Víctor Pablo Pérez se pone al frente de la Orquesta Sinfónica Freixenet en el Auditorio Nacional para sentar cátedra delante de los alumnos de nuevo ingreso. Paloma O'Shea (Guecho, 1936), presidenta de la Escuela y una de las personas más comprometidas con el patrocinio de la música en España, aprovecha la ocasión para hacer balance de los retos a los que se enfrenta en la actualidad la institución, cuya Cátedra de Viola cuenta con el patrocinio de la Fundación BBVA.



Pregunta.- ¿Qué proyectos tiene para este año la Escuela Superior de Música Reina Sofía?

Respuesta.- Seguir consiguiendo el objetivo de llevar a la más alta expresión el talento de los jóvenes que vienen a formarse a la Escuela. Estos son años en los que hay que hacer muy bien lo que te ha tocado hacer.



P.- ¿En qué medida han afectado los recortes a la institución?

R.- Gracias a Dios, el porcentaje de lo público en el presupuesto de la Escuela era muy bajo: en el mejor de los años creo que llegó al 13 %. En la actualidad es cero. El 13 % puede parecer que no es mucho, pero para una institución como ésta, que no tiene capacidad de crédito, y tiene que cerrar el año a cero por imperativo legal, es un desastre. Sin embargo estamos muy contentos con la participación privada, ya que hemos logrado mantenerla e incluso incrementarla. Me produce orgullo constatar que lo que hacemos para las empresas patrocinadoras les resulta útil.



P.- Y los alumnos, ¿tienen más dificultades para acceder a la Escuela?

R.- Hasta ahora hemos podido mantener las becas que ofrece la Fundación Albéniz, pero hemos perdido muchas de las que procedían de la Administración. Eso nos ha obligado a recabar colaboraciones en los países y regiones de origen de nuestros alumnos, tanto con sus órganos oficiales como con sus empresas. La respuesta está siendo muy buena. Me gustaría seguir manteniendo el principio, como hemos hecho hasta ahora, de que nadie que pase las audiciones de entrada en la Escuela deje de cursar sus estudios por motivos económicos.



P.- ¿Cómo se consigue que la empresa privada no escatime en esfuerzos ahora que el Estado no contribuye de una manera significativa en lo económico?

R.- A las empresas no se les puede plantear esto como un esfuerzo. Al contrario, por principio, una empresa, para ser buena, tiene que ser rentable y las actividades de patrocinio que emprenda tienen que redundar en esa rentabilidad. La cultura tiene que ayudar a que las empresas que la patrocinan reciban un retorno significativo, porque si no, lo que estás haciendo es pedir caridad y la cultura no debe pedir caridad. Tiene que aportar valor.



P.- ¿Cuál es la situación de la enseñanza en el mundo de la música?

R.- Sin duda en los últimos veintitantos años el panorama ha dado un gran cambio. Yo lo he podido constatar viendo el nivel de las diferentes promociones que venían a la Escuela, adonde llegan jóvenes con la formación curricular ya desarrollada. En este caso, podemos decir que el progreso de la sociedad ha estado acompañado de un clarísimo progreso musical. Evidentemente, quedan muchas cosas por hacer, pero el balance es magnífico.



P.- ¿Y cuál es el peso especifico de la escuela en esta evolución?

R.- Cuando fundé la Escuela lo hice pensando en ofrecer desde España una plataforma formativa de primer orden internacional. Los jóvenes de talento necesitan una fase formativa final que lleve su talento al escenario. Hablamos de alta formación profesional, de un centro de alto rendimiento. Son muchísimos los artistas que se han formado en la Escuela y están haciendo ahora carreras como solistas u ocupando los mejores atriles de España y de Europa. En España, el 12 % de los integrantes de las orquestas han salido de las aulas de la Escuela y estamos recibiendo ya "nietos", es decir, alumnos formados por nuestros alumnos, que nos llegan de los principales conservatorios y escuelas de música de España. Pero, sobre todo, lo que me enorgullece es que, entre todos, le hemos quitado a nuestro país un complejo de inferioridad histórico. Ahora sabemos que, en música, podemos hacerlo tan bien como el mejor.



P.- ¿Tienen dificultades los alumnos a la hora de salir al mercado laboral?

R.- Nosotros formamos para el mundo y los músicos bien formados y con talento, que son requisitos indispensables para ser alumno de esta Escuela, no suelen tener problemas para su colocación, aquí o donde sea. Que recuerde ahora, además de en España, el año pasado han entrado jóvenes músicos de la Escuela en orquestas de Berlín, Milán, Winterthur y Lucerna en Suiza, Londres y Glasgow en Gran Bretaña, Graz en Austria, San Petersburgo en Rusia, y también en Latinoamérica, en orquestas de Chile, Brasil y Colombia.



P.- ¿Es importante implicar a músicos en activo en el programa docente?

R.- Importantísimo. Como decía Rostropovich, aquí de lo que se trata es de llevar a estos jóvenes al escenario y nadie sabe mejor lo que es el escenario, lo que hace falta para desenvolverse bien allí, que un gran concertista.



P.- Víctor Pablo Pérez inaugura el curso de la Escuela Reina Sofía, ¿van a aprovechar la llegada del director a la Orquesta de la Comunidad de Madrid para que extienda de algún modo su magisterio en la Escuela?

R.- Conozco a Víctor Pablo desde hace muchos años, y tengo un gran respeto por él como maestro y como artista. Hemos colaborado en muchas ocasiones y, naturalmente, lo seguiremos haciendo. Que ahora esté en Madrid está muy bien, pero, en realidad, nunca lo hemos tenido muy lejos.



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