La ex directora de la BNE, Milagros del Corral, debuta en la novela con Último otoño en París.

La ex directora de la Biblioteca Nacional debuta en la literatura con la novela romántica 'Último otoño en París' (Temas de Hoy), basada en su experiencia en las relaciones internacionales

Tan seria y modélica era la imagen que Milagros del Corral dejó tras su marcha de la Biblioteca Nacional (recuerden, aquel primer recorte cultural de los miles que vinieron luego), que no cabía imaginar que esta especialista en desarrollo del libro e industrias culturales tuviera un impulso bohemio. Los que la recuerdan en sus charlas en la BNE, sabrán que es buena lectora, pero podrán descubrirla ahora como escritora, pues acaba de publicar Último otoño en París, novela romántica y contada con humor en torno al universo diplomático. "Tengo 67 años y a esta edad que te pase algo por primera vez es muy difícil, escribir me ha hecho rejuvenecer", explica. Con Albert Cohen y Amelie Nothomb en la cabeza fue construyendo la historia de Eva, una brava profesional que llega a una Organización de Naciones Unidas en la que empieza a abrir los ojos a la realidad y, esto también, en la que cae en la torpeza del amor. Junto a esta pasión de aviones, recepciones en embajadas, luchas internacionales... el lector conocerá los entresijos de un mundo habitualmente hermético, el de Naciones Unidas, gracias a la experiencia de una testigo directa.



Pregunta.- Nos ha sorprendido mucho una novela firmada por Milagros del Corral. Novela que, además, parece estar minada de episodios de su propia biografía. ¿Por qué la ha escrito ahora?

Respuesta.- Yo soy la primera sorprendida. La obra está en el filo de la navaja entre la ficción y la realidad pero no es autobiográfica. No he tenido una vida tan intensa ni tan difícil como Eva, la protagonista, pero nos parecemos en que las dos llegamos a un puesto directivo en una organización internacional. Tenemos una actitud parecida ante el trabajo, pero yo llegué allí bien emparejada y feliz, no viví su historia de amor ni sufrí tantas penurias. Durante el tiempo que trabajé en la Unesco, como vivía tantas cosas raras, fui tomando notitas inconexas. Luego volví a España y encargaron la dirección de la BNE y cuando aquello terminó pensé si podría hacer algo con ellas. No tenía idea del oficio de la ficción, aunque tengo más de 50 publicaciones, y ha sido un aprendizaje.



P.- Usted, que trabajó en la Unesco, utiliza el término 'La Organización' para dar nombre al lugar en el que trabaja su protagonista. ¿A qué organismo se refiere?

R.- Es la síntesis de todas las organizaciones de Naciones Unidas, que son 32. La Organización es un ente, un personaje que acaba arrastrando a todos a su propio declive. Yo he tratado de mostrar las entretelas de algo que está siempre cerrado. Es increíble todo lo que hay dentro de una corbata y yo siempre he sido una curiosa para llegar al fondo de las cosas. Si no te has acercado desde las relaciones internacionales o desde la diplomacia a ese interior, descubres un mundo nuevo en el que se encuentran las mayores inquietudes y las mayores miserias, es una especie reducción de Pedro Ximénez, todo allí se ve muy intenso.



P.- Hay muy poca literatura de las Naciones Unidas, y menos contada en femenino.

R.- Precisamente eso fue lo que me animó a hincarle el diente a este asunto. Que yo sepa Bella del Señor, de Albert Cohen, es la única novela que lo hace. Me di cuenta de que ni siquiera mis amigos llegaban a conocer qué eran estas organizaciones por dentro, para qué servían y me pareció que podía ser interesante.



P.- El libro tiene varias lecturas, la de una joven que vive una historia de amor y que cree en la justicia; y la de una joven que planta cara a La Organización y través de la que asistimos a un mundo hermético. Tiene una parte crítica con estos organismos para los que usted ha trabajado.

R.- Tengo el corazón partido. Adoro estas organizaciones, creo en sus valores pero me da mucha rabia la decadencia que están viviendo, el desafecto de los estados miembros que no saben que hacer con el juguete. La mayor parte de los países son parte de casi todas y al final son cuotas que pagar. No se les saca suficiente partido. Es importante que exista una gobernanza supranacional porque ningún problema importante puede arreglarlo un país solo. Estos organismos nacieron tras la II Guerra Mundial y con el tiempo han empezado a estar descoloridos, anquilosados, sin músculo. Nadie le mete el diente al asunto, en todo caso hacen recortes ciegos, y mira en qué país estamos, que no son una solución. La novela es poliédrica, tiene drama, tragedia, intriga, aventuras... y muchos personajes.



P.- El perfil de Eva lo vemos cada día en ese tipo de mujeres que renuncian a su vida personal para crecer en su carrera.

R.- Sí, es lo que sucede con los afectos cuando una mujer centra toda su energía y su interés en su vida profesional. Ella es una trabajadora de cuerpo entero y se crece con los retos, pero luego es asustadiza e ingenua en el amor. Se enamora de un personaje muy atractivo, a pesar de que cree que el amor y el trabajo no se pueden juntar. Pisa la piedra de la que había huido. Es un perfil que todas hemos reproducido de alguna manera. También esto me servía para reflexionar sobre el proceso de maduración de una mujer de estas características y para analizar la soledad en compañía, mostrar lo dura que puede ser, porque este es un universo en miniatura, con gente de todas las religiones y culturas, pero todos o casi todos están solteros. Y solos. Trabajan juntos pero no saben nada de la vida del de al lado.



P.- ¿Ha leído la obra algún colega?

R.- Sí, y me han sido muy útiles sus observaciones. Las anécdotas más improbables del libro son las que están basadas en anécdotas reales.



P.- ¿Cómo se imagina a su público? ¿Femenino?

R.- A ver cómo la reciben, no hay nada más interactivo que la lectura. En este libro hay muchas posibles lecturas incluso hay modos distintos de comprender el final. No es una novela de mujeres sino contada con voz de mujer y que le puede interesar a los que han tenido relación con este mundo pero también a jóvenes que trabajen o quieran trabajar en cooperación internacional. Y, en general, a toda persona sensible que crea que otro mundo puede ser mejor.



P.- No puedo dejar de preguntarle por todo lo que está pasando. Tengo la sensación de que en materia de recortes culturales, la BNE fue el primer naipe en caer. ¿Cómo ve ahora todo aquello y cómo ve el tijeretazo posterior?

R.- En comparación, aquello era un recortillo, tampoco íbamos a solucionar el problema de la prima de riesgo. Me da mucha pena todo y, en lo que puedo, pero a título personal, presto ayuda a alguien que sé que lo está pasando mal. Pero mi tiempo de la vida pública se ha terminado, ahora sólo me represento a mí misma. Me preocupa la cultura y creo que es muy importante que comprendamos que es fundamental para el sano desarrollo de la personalidad de cada uno. Hay que tratarla con atención y no se puede entrar a saco porque como intangible que es, resulta muy difícil de reconstruir. Creo en la gente de la cultura y tengo la esperanza de que van a salir adelante, creo que ellos tienen una responsabilidad.

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