Image: Matisse se acerca a Oriente

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Exposiciones

Matisse se acerca a Oriente

Matisse y la Alhambra (1910-2010)

22 octubre, 2010 02:00

Bodegón, Sevilla II, 1910-11

Comisarios: F. Jarauta y Mª del Mar Villafranco. Museo de Bellas Artes. Palacio de Carlos V. Granada. Hasta el 25 de febrero.

Hace ahora justo cien años, en el otoño de 1910, Henri Matisse (1869-1954) hizo un viaje a España que se prolongó por algo más de dos meses. En su recorrido, que tenía el objetivo claro de conocer la Alhambra y otros grandes monumentos hispanomusulmanes, el pintor queda fascinado por el arte islámico que contempla aquí y gratamente impresionado por los palacios nazaríes de Granada. Esa visita, conocida y citada en su biografía, nunca había sido estudiada con la suficiente estimación en el conjunto de su trayectoria, un hecho que ahora tendrá que ser revisado a la vista de esta completísima exposición de tesis que reconstruye con meticulosidad el germen, desarrollo y las consecuencias de esta experiencia reveladora, situando este breve período como una valiosa llave para entender por qué camino y de qué manera se adentra el artista en el mundo árabe.

Si hasta hoy la literatura sobre Matisse se había centrado sobre todo en su estancia en Marruecos para explicar su atracción por Oriente, esta muestra corrobora que las impresiones que recibió el francés durante su estancia en Andalucía tuvieron más calado y repercusión de lo que se había valorado hasta la fecha.

Segmentada en secciones bien articuladas que se completan con infinidad de pormenores tremendamente ilustrativos (es admirable el esfuerzo que han realizado los comisarios, Francisco Jarauta y María del Mar Villafranco, por contextualizar cada detalle), el recorrido comienza recordando la magna exposición de arte islámico celebrada en Múnich que motivó la aventura española del artista. Para ponernos en situación sobre su estilo antes de este periplo, se han seleccionado algunas obras inmediatamente anteriores a su partida que sirven como prólogo. La Argelina del Pompidou, de colores fauvistas y trazos intensos, un raro boceto en carboncillo para La danza y un pequeño pie de bronce que ya pudo verse en la antología sobre su escultura que le dedicó el IVAM en 2003.

En Sevilla con Iturrino A continuación, por primera vez se muestran en nuestro país los únicos cuadros que Matisse realizó en España: Bodegón Sevilla I, Bodegón Sevilla II y Joaquina. Concebidos compartiendo espacio y motivo con su amigo el pintor Francisco Iturrino (en otro acierto enriquecedor, las tres obras de ambos se exhiben parangonadas una al lado de la otra) son el resultado del feliz encuentro con la Alhambra, donde Matisse halla motivos nuevos que activan su capacidad creativa. Las composiciones de los zócalos, los paneles de yesería o los artesonados de los techos, son soluciones originales que le sirven de estímulo. Elaborados en Sevilla a su vuelta de Granada, estos bodegones son un ilusionante ejercicio de investigación pictórica donde a través del magistral manejo del color, los objetos y el fondo se equiparan en un mismo plano. En Rincón del estudio, por ejemplo, observamos cómo va renunciando al realismo y construyendo la superficie como un todo sin visos de profundidad.

En su progresión estética hacia un espacio pictórico autónomo que sume la tradición occidental con la concepción oriental -más abstracta, escenográfica y ornamental-, resulta fundamental la admiración de Matisse por los tejidos y tapices islámicos, un trasunto clave que va a aparecer de manera constante en sus fondos, inspirados directamente en la decoración arabesca. En el capítulo dedicado a las odaliscas, la exposición tiene el afortunado atrevimiento de acompañar los cuadros con restos de mobiliario original de la Alhambra y otras piezas patrimoniales de gran valor, reforzando las correspondencias entre estos elementos de atrezzo y los motivos que envuelven a las figuras, objetos y textiles que incorpora como recursos ambientales en el estudio.

En un esfuerzo mayúsculo por hacer entender este viaje y sus significados, la exposición Matisse y la Alhambra (1910-2010) acopla la obra y su contexto en un binomio indisoluble, asumiendo que la complejidad del mundo visual que absorbe el artista en su visita a España es un preámbulo primordial que transforma en lo sucesivo su concepción representativa.