Image: En el jardín de Pierre Huyghe

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Exposiciones

En el jardín de Pierre Huyghe

La estación de las fiestas

26 marzo, 2010 01:00

La estación de las fiestas, 2010

Palacio de Cristal / Museo Reina Sofía. Parque del Retiro / Santa Isabel, 52. Madrid. Hasta el 31 de mayo.


La fama internacional de Pierre Huyghe (París, 1962) se ha sustentado en instalaciones tan sofisticadas como las Gates, dos enormes puertas danzantes que deambulaban por las salas del ARC durante su exposición en el Museo de Arte Moderno de París, en 2006, o por vídeos como This is not a Time for Dreaming (Este no es tiempo de sueños), 2004 -en el que marionetas que representan a Le Corbousier o a él mismo debaten sobre el sentido de la arquitectura y sus símbolos-, o A Journey that wasn't (Un tiempo que no era), 2005 -que, producto de un viaje real a la Antártida, narra otro a la búsqueda de un ser fabuloso, un pingüino albino, y lo reconvierte en un concierto celebrado en el Central Park neoyorquino-, también exhibidos en aquella ocasión.

En España sólo ha expuesto hasta ahora en el MUSAC leonés, que le dedicó una completa monográfica en 2007, por lo que su trabajo no es muy conocido. En todo caso, cabe decir que la naturaleza de la representación, las convenciones de la ficción, el sentido y predominio de los símbolos en la concepción de nuestro imaginario y nuestra ubicación como sujetos de la realidad son algunas de sus principales preocupaciones.

Sorprenderá pues al visitante situarse frente a La estación de las fiestas, su intervención en el complejo Palacio de Cristal del Retiro madrileño. Huygue ha devuelto al recinto su utilidad original, la de invernadero, y ha introducido en su interior árboles y plantas en floración, cuya secuencia, fragmentada en doce secciones en relación a los doce meses del año, se corresponde con otras tantas fiestas nacionales, religiosas o civiles de distintos países del mundo.

Un aparato de engañosa simplicidad, que permite reconocer el abeto de la navidad, las calabazas de Halloween, un bambú vietnamita o las flores típicas en la celebración de San Juan en Rumanía; que se ofrece como instrumento de instrucción y conocimiento, en el que uno espera que los papás lleven a sus niños a aprender la simbología de la botánica; que, a su vez, tiene algo de empalagoso y somnífero al multiplicarse e intensificarse en el espacio cerrado y transparente los olores de las flores y si equiparamos el círculo plantado con la corona propia de los funerales; que nos sitúa como individuos en la sociedad global y nos recuerda que la gran mayoría de las celebraciones tienen una base económica -así, San Valentín, el Día del Padre o de la Madre, la misma Navidad, etc.- y, por último, que algo hay de obsesivo, repetitivo, rítmico y cadencioso en el continuo repetirse de las fiestas humanas.

Un componente sustantivo del trabajo de Huyghe es el tiempo. Ya en 1995 organizó, junto a Maurizio Cattelan, Carsten Höller, Dominique Gonzalez-Foerster, Douglas Gordon, Philippe Parreno y Rirkrit Tiravanija, entre otros, la Asociación de Tiempos Liberados, cuyo objetivo principal era el desarrollo de los tiempos "improductivos". Ahora, su propuesta para el Palacio de Cristal tiene su propio desarrollo en el tiempo, desde su inauguración -cuando plantó un rosal verde en el patio del MNCARS- y hasta el 31 de mayo, árboles y plantas perderán sus flores o experimentarán una floración inesperada, otras se agostarán, las más, seguramente, permanecerán del mismo tamaño, pero algunas crecerán, y mucho, con lo que resultará imposible una visión única y estática. La instalación adolece, por lo que he podido saber, de algunas insuficiencias. Las plantas no son exactamente las que el artista había elegido porque problemas de logística han hecho imposible obtenerlas, lo que es posible que la actual selección no cambie mucho la idea original, pero sí trastoca, desde luego, su sentido final.