Image: Norman Mailer

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El Cultural

Norman Mailer

“América es un gigante asustado”

30 enero, 2003 01:00

Norman Mailer, por Gusi Bejer

Norman Mailer, el enfant terrible de las letras norteamericanas, el provocador feo , violento y sentimental, cumple mañana 80 años. 80 años de apurar la vida al límite, tras seis matrimonios, agresiones, un intento de asesinato, y lo esencial, un puñado de novelas que son hoy clásicos, como Los desnudos o los días, Los hombres duros no bailan o Los ejércitos de la noche. En vísperas de su cumpleaños, El Cultural conversa con el escritor, a vueltas con el machismo y la violencia.

¿Quieres algo de beber?, pregunta cordialmente Mailer. Hubo un tiempo en que la manera en la que respondías a esta pregunta podía suponer que siguiera conversando contigo o no. Beber alcohol -como escribir, luchar o seducir mujeres- ha sido un deporte que practicó con desmesura desde que irrumpió en la literatura a los 25 años. En los 60 apareció a menudo borracho en escenarios y platós de televisión, clamando contra el feminismo. Ahora, días antes de cumplir años, en el soleado do salón de su casa de Provincetown, Cape Cod, aclara: "¿Café o té?"

El escritor comparte esta casa con su sexta mujer, Norris, pintora y escritora, aunque ha vivido en ella con algunas de sus anteriores esposas. Espléndidos retratos decoran las paredes y hay flores por todas partes. También están las fotos de sus seis hijos de Mailer, así como las de sus nietos.

Norris trae té y profiteroles, y desaparece. Los profiteroles no me parecen muy mailerianos. Y Provincetown es el último lugar en el que esperarías encontrarte con el máximo exponente del machismo americano, ya que la inmensa mayoría de su población es homosexual. Pero ahora vive en Provincetown y reconoce que escribe bien aquí. Está trabajando en un nuevo libro -dos horas por la mañana, y dos por la tarde, antes de cenar-, y sólo Norris sabe de qué va. "Una de las razones para no adelantar nada reside en eso, en la alegría de no desvelar nada sobre el libro".

Camina dolorido, con artritis y con muletas; se sienta dando la espalda al mar porque tras las operaciones que han sufrido sus ojos, explica, le hiere la luz de Provincetown. También se está quedando sordo, pero pensar que la fuerza le ha abandonado es un error. Todavía hoy no calla. Por ejemplo, al hablar del boxeo: "Desde que puedo recordar, la gente ha odiado el boxeo porque algo nos hace aborrecer que la gente se golpee mutuamente", dice, con esa voz grave que se va acelerando como un motor.

Sin embargo, algunos de sus escritos más aclamados versan sobre Mohamed Ali. Mailer piensa que el deporte es una válvula de seguridad artística para la agresividad masculina. "Toda esa gente que se queja de la brutalidad del boxeo estaría aterrorizada si fuese asaltada en la calle por algunos de esos muchachos", dice.

Más. El escándalo Enron: "Estoy seguro de que esos muchachos en las alturas de la corporación dijeron: 'Vamos a llamarlo Carrera Final [End Run], y vamos a hacer una carrera final alrededor de este estúpido y jodido dinero, ¡vamos a demostrarles cómo hacer dinero sin dinero!' Y lo hicieron, al menos por un instante".

Y, por supuesto, opina sobre la guerra del terror. De hecho, la guerra es la materia que hizo a Mailer; en 1945, cuando tenía 21 años, fue reclutado para luchar en las Filipinas, y la novela que publicó a su regreso, Los desnudos y los muertos, fue la que le catapultó a la celebridad. Es un contundente y desmitificador estudio sobre hombres en guerra que habla de la fuerza y el sadismo y la rivalidad masculina en medio de un conflicto. Fue también, según el "Sunday Times", un libro que "ningún hombre decente podría eludir". Era energicamente obsceno y eso era lo que hacía a sus héroes heroicos. "Lo que ninguno de los escritores de la editorial mencionó jamás", escribió más tarde, "es que el noble hombre medio era tan obsceno como un sátiro, y que su obscenidad era lo que le salvaba. La salud mental estaba en su humor; y su humor estaba en su obscenidad".

Hombría es lo que está faltando en los conflictos cotidianos, dice: "América se está comportando como un gigante asustado. ¿Qué pensaríamos de alguien que tiene siete pies de altura [más de 2'10 metros], pesa 350 libras [más de 160 kilos], es todo músculo, y necesita ser tranquilizado todo el tiempo? ¡Diríamos que ese tipo es un desastre!"

Patriotas americanos
El patriotismo sentimentaloide que ha engullido a su país le horroriza. "Creo que eres un patriota americano si estás obsesionado con América porque es una democracia cuya obligación es mejorar todo el tiempo, pero no por pararte, hacer reverencias, oler sus sobacos y decir: ¡Es ambrosía!"

En los treinta libros que siguieron a Los desnudos y los muertos, el machismo nunca estuvo lejos del centro de sus preocupaciones. "Estoy a punto de cumplir años en unos días, y el machismo es como esa débil brisa que apenas puedo escuchar al otro lado de la colina. Pero escucha: el machismo no es la capa más fácil de llevar. Es una escalera, y siempre hay un joven más macho que tú subiendola. Nunca he tenido la menor ilusión sobre si estaba o no en lo más alto de esa escalera. Hombría significa asumir el reto de seguir tu camino, y si asumes cada reto que te sale al paso, tarde o temprano acabas muerto. Es un placer ser un hombre, pero crea mucha ansiedad. Nunca he sido lo bastante macho como para disfrutar serlo. No sé, he luchado para conseguirlo".

Tiene "la costumbre de exponerse a sí mismo con toda su debilidad y toda su ansiedad", como ha escrito Vivian Gornick. "Libre, feliz y repetidamente, Mailer confesó su envidia, codicia, inseguridad, su violenta competitividad. Lo curioso es que la autoagresión nunca cesa."

Enemistades literarias
Sus enemistades literarias están, también, cumplidas. Hoy dice que "son muy caras. Los novelistas somos ahora una especie en extinción, y no debemos intentar aniquilarnos mutuamente con los cuernos". Tom Wolfe hizo un torpe intento de comenzar una nueva batalla hace un año insultando a Mailer, Updike y John Irving en una entrevista televisiva. Mailer dice que no pueden obligarle a contestar. "Me reí mucho. Pensé, ¡Dios, es vulnerable!"

Tampoco le interesan las generaciones más jóvenes de escritores. No tiene herederos literariosy no le preocupa nada. "Te haces muy egoísta a medida que te haces mayor", dice. "Tienes sólo tu propia energía y quieres aprovecharla para tu propio trabajo. Estoy más interesado en ser capaz de hacer mi propio trabajo que en que vea la luz un maravilloso escritor nuevo. Porque si él o ella son verdaderamente maravillosos, verán la luz por sí mismos".

Con todo, y aunque las polémicas y enemistades literarias fueron una dis-tracción en la que Mailer incurrió a menudo, ninguna más oprobiosa que sus batallas con el feminismo. En los años 70, recuerda Gornick, "las mujeres de 20 y 30 años sabían lo que él significaba. Su anti-feminismo era patológico". Así lo demuestran declaraciones como aquella de que "todas las mujeres deberían estar enjauladas". Ahora Mailer habla de equivocaciones, malentendidos, y del vértigo publicitario de las feministas.

"Una vez estaba en un programa de televisión con Orson Welles y en un momento dado se puso muy piadoso sobre las mujeres.Welles nada menos, ¡que estaba casado con Rita Hayworth! Así que le hice un comentario absolutamente idiota: 'Oh, venga, Orson, las mujeres son apenas bestias descuidadas'. Iba a añadir que también son diosas. Pero las feministas sólo tomaron nota de la primera parte. Agarraron ese comentario. Disfrutaron de mis palabras... Por supuesto, parte de tu caracter es determinado por la naturaleza de tus enemigos, y muchas de aquellas feministas fueron muy desagradables".

La retórica polemista de Mailer fue un entretenimiento telegénico. Y algo más. En 1960, borracho y colocado tras una fiesta, Mailer apuñaló a su segunda esposa, Adele, en la espalda y el pecho, con unas tijeras. Estuvo a punto de acertarle en el corazón. Adele no presentó cargos y los amigos de Norman hicieron piña con él; pasó 17 días en un psiquiátrico y obtuvo una sentencia de libertad condicional. La pareja no se separó aquel año. Nadie de su círculo parece haber anotado el incidente, y lo mismo ocurrió con su cuarta esposa, Beverley Bentley Mailer, que aseguró haber sido atacada físicamente por él también. 43 años después del primer incidente, Mailer no está dispuesto a que estos recuerdos disturben la paz que disfruta en su casa de Provincetown.

Una pesada carga
"Fue hace mucho tiempo, y deberías saber que lo peor de todo eso ha sido asimilado después de tantos años. Al menos por mí. Lo cierto es que nuestros hijos sufrieron con eso más que nosotros, cuando la gente cotilleaba sobre lo sucedido. De acuerdo, me lo merezco [la condena], pero son ellos quienes han soportado ese peso. Y fue una pesada carga."

-¿Qué haría el joven Mailer de 20 años con el viejo patriarca de 80?
-Eso sí que es una especulación total. ¿Crees que es una buena pregunta? ¡Es como preguntar si preferirías ser una belleza marina o una ballena! ¡Un delfín! ¡Un escalador! No es una pregunta que me interese contestar". Pero ha tenido una idea: "A los 25 era terriblemente crítico con mis méritos literarios, no eran suficientes. Así que seguramente estaría enfadado conmigo, me preguntaría por qué Mailer no ha hecho esto, por qué no ha hecho aquello. Estaría disgustado con lo que no he hecho. No con las cosas realizadas."

[Nacido en Long Branch (Nueva Jersey) en 1923, Mailer estudió en Harvard y la Sorbona. Tras su paso por el ejército publica Los desnudos y los muertos (1948). Autor además de Costa bárbara (1951), El parque de los ciervos (1955) y Un sueño americano (1964), conquistó con Los ejércitos de la noche (1968) el premio Nacional del Libro y el Pulitzer por el conjunto de sus ensayos. Marilyn, la historia de Gary Gilmore, un asesino en serie o la llegada del hombre a la luna ha sido otros de los temas abordados por el escritor, eterno candidato al Nobel.]