Pablo Carreño celebra su victoria en Montreal.

Pablo Carreño celebra su victoria en Montreal. EFE

Tenis MASTERS 1.000 MONTREAL

Pablo Carreño gana el primer Masters 1.000 de su carrera en Montreal tras superar a Hubert Hurkacz

(6-3, 3-6, 3-6) El tenista es el decimoquinto español en ganar un Masters 1.000. Pablo Carreño une este logro a la medalla de bronce de Tokio 2020.

15 agosto, 2022 00:47

Hace un año y 15 días alcanzaba el momento más feliz de su carrera con la medalla de bronce que se colgó en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Este domingo consigue a los 31 años un reto que siempre se le había resistido: ganar un Masters 1.000. Pablo Carreño cierra el círculo de gran tenis que ha mantenido durante los últimos 380 días tras superar en la final de Montreal a Hubert Hurkacz en tres sets. [Narración y estadísticas: Hubert Hurkacz 1-2 Pablo Carreño]

El mejor momento de la carrera del tenista de Gijón llegó en Canadá. Sin los Nadal, Djokovic y Zverev, las eliminaciones a las primeras de cambio de Daniil Medvedev y Carlos Alcaraz, el torneo se quedó muy pronto sin favoritos. En esa oportunidad que se abría, Pablo fue el más constante. Tumbó a los italianos Matteo Berrettini y Jannik Sinner para mostrar sus credenciales. No dio oportunidad a los jóvenes Holger Rune y Jack Draper. Por último, salió fortalecido de una semifinal en la que estuvo contra las cuerdas ante Daniel Evans.

De allí sacó conclusiones que le valieron para la gran final. Carreño no comenzó con buen pie en una situación en la que nunca se había encontrado antes: una final de Masters 1.000. Un mal sexto juego en el primer set provocó que Hurkacz rompiera su servicio. No hubo más bolas de break hasta que el español se la devolvió en el segundo set. Salió con decisión Pablo para remontar el partido y mantuvo su servicio para llevar el choque a la última manga. El de Gijón salió reforzado y aprovechó las dos ocasiones que tuvo para volver a quebrar el saque del polaco para levantar el primer título de su carrera.

Carreño había llegado dos veces a las semifinales del US Open. Pero en este 2022, Pablo solo había alcanzado una final del Conde de Godó y unas semifinales en Bastad como los mejores resultados. Pero el buen tenis del español siempre había estado ahí. Solo necesitaba encontrar esa dosis de confianza que le convierte en un titán sobre la pista. Hurkacz, en cambio, veía ante sí una gran oportunidad para sumar el sexto título de su trayectoria y el segundo de Masters 1.000. Pecó de juventud ante un titán que fue de menos a más.

Tras ceder el primer set, Carreño tiró de experiencia y de valentía. Soltó su brazo y demostró que ir por debajo en el marcador no le iba a perturbar. Pablo encontró un resquicio entre los buenos saques del polaco y no lo desaprovechó. El tercer juego del segundo parcial fue un punto de inflexión que iría minando poco a poco a Hurkacz. Ya se habían enfrentado en una final, en Metz en 2021. Allí se impuso el jugador de 25 años. Este domingo la historia sería diferente.

Tenacidad y oportunismo

Un partido con cuatro oportunidades de romper el saque y todas ellas aprovechadas habla de lo contundentes que fueron los dos jugadores. El séptimo título en la carrera de Carreño se iba a fajar desde el segundo servicio de su oponente. Tras la rotura a cero en el sexto parcial del primer set a favor del polaco y la defensa para tomar ventaja en el marcador por 6-3, el nivel de los saques de Hubert bajó, mientras sobre la pista crecía un asturiano que iba a inspirarse con el paso de los minutos.

Aumentó el nivel, tanto con su saque, el arma que le llevó hacia esta final (94 % de juegos ganados con el servicio esta semana), como al resto. Logró una rotura a cero en el tercer juego y no permitió levantarse a su rival, igualando el partido con un nuevo 3-6. Fue protagonista, con el 3-2 en el luminoso del tercer set, del punto más espectacular del partido, cuando recorrió 76 metros, recuperando una vaselina en la línea de Hurkacz y sellando el punto con un remate de revés.

Parecía muy complicado que después de esa imagen, se le fuera a escapar el encuentro. Estuvo intratable al saque y logró un nuevo 'break' con 5-3 para sentenciar el partido con el definitivo 6-3, lo que le permitió liberar toda su alegría por el título más importante de su vida. Era el momento que había soñado en muchas ocasiones. Ni con 31 años había dejado de soñar con sumar un Masters 1.000. Nunca cesó, trabajó en silencio y el premio llegó en Montreal.