Alcaraz, celebrando la victoria ante Tsitsipas.

Alcaraz, celebrando la victoria ante Tsitsipas. Jerry Lai REUTERS

Tenis US Open

Alcaraz y un partido para siempre: "Con una sonrisa en la cara juego mejor"

El español firmó un encuentro colosal ante Stefanos Tsitsipas para convertirse en el tenista más joven en los octavos de un Grand Slam desde 1992.

4 septiembre, 2021 03:22

Al final del partido, lo que más sorprende es la sangre fría. Para derrotar a Stefanos Tsitsipas en la tercera ronda del Abierto de los Estados Unidos, Carlos Alcaraz juega como si llevase toda la vida enfrentándose a situaciones que no tienen retorno. Es lo que hace, por ejemplo, salvando tres puntos de set con 2-5 en la tercera manga para terminar llevándosela en el desempate. Es lo que demuestra al perder por 0-6 el cuarto parcial y arrancar el quinto como si nada. Es lo que confirma en el tie-break que decide el cruce: el español deja escapar dos bolas de partido con su saque (de 6-3 a 6-5), pero celebra la victoria al resto, cuando deberían estar temblándole hasta las uñas de los pies. Tiene 18 años, es su primera vez en la Arthur Ashe, la pista más grande del planeta, y su rival es el número tres del mundo. Importa poco. Alcaraz compite como un animal hasta que consigue lo que busca: seguir con vida.

“Ya había jugado partidos muy importantes en mi carrera, como el de Zverev en Acapulco o el de Nadal en Madrid”, enumera luego, convertido en el jugador más joven en alcanzar los octavos de final de un Grand Slam desde 1992. “Esas situaciones me han hecho aprender mucho. Esta vez he recordado todas las cosas que hice mal entonces. He intentado que los momentos difíciles no me afectasen como en esos partidos”, prosigue. “Juan Carlos [Ferrero, su entrenador] siempre me dice que me lo tengo que pasar bien en la pista. Con una sonrisa en la cara juego mejor, y está demostrado. Hoy me lo he pasado muy bien, he disfrutado como un crío. Ha sido la clave para poder ganar: jugar alegre y contento cuando las cosas se han puesto complicadas”.

Durante toda las más de cuatro horas que se estira el encuentro, Carlitos, como le llaman los suyos, deja que la grada le lleve en volandas mientras el partido recorre un camino lleno de curvas que el adolescente toma sin vértigo, alimentándose de la energía de los aficionados. Del inicio fulgurante (4-0 de entrada) se pasa a la remontada de su contrario en el tercer set (de 2-5 al desempate, que acaba haciendo suyo) hasta llegar a la exhibición final que deja atónito al mundo entero. 

A Tsitsipas, que acaba de engullir el cuarto set (6-0), ya no le vale la provocación a la que recurre durante el partido (“¡vamos!”, grita con frecuencia el griego en español, incluso después de los fallos de su contrario). Alcaraz está por encima de eso. El 55 mundial va sacando adelante sus turnos de saque sin asfixiarse cuando el marcador va cerrándose camino de la muerte súbita, que gobierna uniendo los latigazos y las dejadas que hacen reconocible su obra más importante. 

“Nunca había visto a alguien golpear la pelota con tanta fuerza ni jugar un quinto set de esa manera”, reconoce después Tsitsipas. “Luchó. Nunca se rindió. Tuve mis oportunidades en el tercer set, pero las perdí. No sé si su actitud hubiese sido la misma en caso de perderlo, pero está claro que es un aspirante a ganar títulos de Grand Slam. Tiene el juego para estar ahí”. 

Alcaraz, claro, también tiene una cabeza privilegiada, y vale su reflexión tras el triunfo como buena muestra. 

“Ha sido una victoria muy importante para mí, pero el torneo todavía no ha terminado”, dice el español, pese a que es consciente de haber escrito un partido de los que lanzan una carrera. “En la siguiente ronda me espera un rival [Peter Gojowczyk, vencedor 3-6, 6-3, 6-1, 6-4 del suizo Laaksonen] que está jugando muy bien. Espero seguir desplegando un buen nivel, como hasta el día de hoy”. 

Alcaraz, tras ganar a Tsitsipas en el US Open.

Alcaraz, tras ganar a Tsitsipas en el US Open. Robert Deutsch REUTERS