Nadal se lamenta durante el partido ante Djokovic.

Nadal se lamenta durante el partido ante Djokovic. Edgar Su Reuters

Tenis ATP Cup

Nadal no puede con Djokovic y la ATP Cup se decidirá en el dobles

El número dos bate 6-2 y 7-6 al uno para igualar la eliminatoria (1-1).

12 enero, 2020 12:47
Sídney (enviado especial)

La estadística es demoledora: Rafael Nadal le ganó a Novak Djokovic en pista dura por última vez en la final del Abierto de los Estados Unidos de 2013, y así seguirá siendo de momento. En la final de la ATP Cup entre España y Serbia, Nole se deshizo 6-2 y 7-6 del campeón de 19 grandes y empató la serie (1-1) después de que Roberto Bautista ganase a Dusan Lajovic. Como consecuencia, el título se decidirá en el dobles decisivo, que disputarán Pablo Carreño y Feliciano López contra Djokovic y Viktor Troicki después de la renuncia del número uno por falta de energías y "algunas molestias". [Narración y estadísticas]

“Ha empezado mal el partido porque me ha hecho un break estando 30-0”, se arrancó Nadal sobre el duelo con Djokovic. “Se han dado una serie de circunstancias al comienzo, él se ha puesto con ventaja y ha jugado brillante”, prosiguió el el balear. “Yo no he conseguido sacarle de posiciones cómodas hasta que en el segundo he hecho lo más difícil, y algo importante para mí: no he podido ganar, pero haber cambiado la dinámica de un partido que iba muy a su favor es importante”, celebró el número uno. “He tenido cinco bolas de break en ese 3-2, pero ha sacado muy bien. He tenido mis opciones, he luchado y he hecho cosas diferentes para intentar cambiar la dinámica del partido, y han funcionado porque he estado muy cerca de hacerlo”.

El partido de los partidos, el encuentro más repetido de la historia (55 veces), comenzó con un Djokovic deseoso de marcar terreno desde la primera pelota. Mordiendo con rabia, como si tuviese cosas que demostrar, el número dos inició el cruce al igual siempre últimamente ante Nadal: con un break que le permitió llenar de dudas la cabeza de su contrario. Conquistada la mente del español, Djokovic jugó a placer, moviéndose con soltura por las entrañas del duelo, haciendo lo que vino en gana, alcanzando la perfección.

En un ambiente serbio, Belgrado en Sídney, camisetas del país de Nole repartidas por todas las butacas del estadio, el campeón de 16 grandes castigó cada bola corta de Nadal con un tiro ganador que plantó en la línea, y propuso una resistencia durísima a los grandes aciertos de su oponente. Dio igual que el español jugase muy bien, que apretase los dientes y luchase con el corazón, porque Djokovic estuvo dispuesto a igualarlo, e incluso mejorarlo, lo que realmente le distingue del resto.

Durante casi toda la noche, el español tuvo que soportar cómo los aficionados serbios se pasaban de la raya una vez tras otra, celebrando sus dobles faltas y llevándole al límite. 

“He vivido algunos episodios con estos seguidores, que son fanáticos y no son australianos”, aseguró luego Nadal. "A veces, van a las pistas con más sustancias en el cuerpo de las que deberían y no entienden mucho de este deporte. Yo amo el apoyo hacia su jugador y su país. Es una parte muy bonita del deporte, pero hay que respetar también al otro”, dijo el mallorquín. “Que cada vez que falle el primer saque sea una fiesta… es una manera de no entender lo que es el tenis. Solo se lo he expresado, ni más enfadado de la cuenta ni perdiendo el control. Les he levantado el pulgar para decirles que lo estaban haciendo muy bien”.

En el arranque de la segunda manga, todavía tambaleándose por los golpes que recibió en la primera, Nadal hizo exactamente lo primero que necesita para tener opciones de vencer a Djokovic en pista rápida: mantener el marcador apretado y no dejar que su rival se le escapase desde el principio. El español, que se fabricó cinco pelotas de break con 3-2 y no aprovechó ninguna, fue sacando adelante sus turnos de saque con solvencia hasta alcanzar el 5-4, tan importante, tan clave, tan psicológico.

Llegados a ese punto, el cruce se había vuelto una maravilla. Fue en el desempate, territorio de fuertes, donde Djokovic cerró una victoria merecida y mandó la final al dobles.