Marc Márquez celebrando una de su victorias Reuters
Marc Márquez revela que sucede con la moto de la competición tras una carrera: “Para arrancar una moto de esas necesitas un equipo de 10 personas”
El motorista reveló que la gran mayoría de motos, después de una carrera, son desmontadas por completo.
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Contrario a lo que la mayoría pueda imaginar, ser campeón en MotoGP no implica llevar a casa el vehículo ganador. Y es que de acuerdo con Marc Márquez, la moto, por obvio que pueda parecer, no es un objeto de colección ni mucho menos algo que pueda usarse a diario para certificar una victoria: “No te la puedes quedar. Ni siquiera podrías arrancarla”, comentó entre risas. Luego añadió una frase que lo dice todo: “Para arrancar una moto de esas necesitas un equipo de diez personas”. Detrás de esa afirmación se esconde el nivel de precisión, técnica y profesionalismo que sostiene cada campeonato del mundo.
La exigencia detrás de una moto de MotoGP
Márquez explicó en una entrevista en el podcast Imagina, que las motos de competición son máquinas diseñadas para rendir solo en contextos muy controlados. Tras cada carrera, los equipos desmontan por completo la moto: “Cada pieza tiene su propio ciclo de vida”, comentó.
Desde el motor hasta los frenos, todo se cambia o se revisa antes del siguiente Gran Premio. Los datos que registran los sensores durante la carrera sirven para ajustar la electrónica, el consumo y el comportamiento del neumático.
Por eso, aunque el público imagine que los pilotos guardan las motos como recuerdo, la realidad es otra. “Si me la dieran, no sabría ni cómo arrancarla”, confesó Márquez, insistiendo en que sin el equipo técnico la moto es “imposible de usar”. Es una declaración que resume bien el nivel de especialización que hay en MotoGP y cómo cada victoria es, en realidad, una obra colectiva.
Las manías, los miedos y los secretos del box
A lo largo de la charla, Márquez también reveló algunos detalles curiosos de su rutina como piloto. Reconoció que tiene supersticiones antes de cada carrera: siempre entra a la moto por el mismo lado, acomoda los guantes en cierto orden y evita hablar demasiado antes de salir a pista. “Cada piloto tiene sus manías. Son tonterías, pero te hacen sentir preparado”, admitió entre risas.
También contó que, pese a su experiencia, sigue sintiendo miedo. “Si no tienes respeto por la moto, te caes”, explicó. Lo curioso es que el miedo no desaparece, sino que se transforma en concentración. “No pienso en lo que puede pasar. Pienso en hacerlo bien”, dijo. Estas confesiones muestran una faceta menos visible del campeón: la del atleta que lucha contra sus propios límites en silencio.
En otro momento, habló del ambiente dentro del box, donde cada miembro del equipo tiene un rol que no se puede alterar. “Si uno se equivoca, lo nota toda la moto”, aseguró. Y aunque es una estructura jerárquica, Márquez insistió en que lo más importante es la confianza: “Cuando confías en tu equipo, puedes ir al límite sin miedo”.
Una vida sencilla lejos de los circuitos
Fuera de la pista, el piloto mantiene un estilo de vida que contrasta con la fama que lo rodea. Dijo que no es fan del lujo ni de los coches deportivos, y que lo que más disfruta es pasar tiempo en su taller. “Me gusta ensuciarme las manos, tocar las motos, aprender cosas nuevas”, contó.
También confesó que no mide el éxito en dinero ni en trofeos, sino en momentos de disfrute. “Llega un punto en el que lo que te motiva ya no es ganar, sino sentirte bien encima de la moto”, expresó. Aseguró que sigue viviendo en Cervera, su pueblo natal, donde mantiene contacto con los amigos de siempre.
Marc Márquez cerró la entrevista con una frase que condensa su filosofía: “En la moto dependes de un equipo, y en la vida también”. Quizás no pueda quedarse con las motos que ha llevado a la gloria, pero sí con algo más valioso: la certeza de que, detrás de cada victoria, hay mucho más que velocidad.