Sin lujos, como un equipo serio, ganó el Real Madrid gracias a dos tantos de Cristiano Ronaldo al Malmoe (0-2). Demasiado serio incluso para un equipo que no acaba de enamorar, ya sea por la falta de acierto unos partidos o por la falta de dinamismo en los pases para romper a las defensas estáticas, como ocurrió frente al conjunto sueco. No necesitó más el equipo blanco para llevarse los tres puntos y que el autor de los dos goles de la noche volviese a la capital española como máximo goleador histórico del club. Segunda victoria en dos encuentros de Champions en un día que Rafa Benítez utilizó para dar oportunidades y descanso, pensando ya en el derbi del domingo.

En el once inicial que dispuso el técnico destacaban las ausencias de Marcelo y Modric. Al lateral brasileño lo sustituyó Arbeloa en su primer partido esta temporada, mientras que en lugar del croata apareció Casemiro. El brasileño fue el autor de la primera ocasión del encuentro con un disparo lejano al poco de iniciarse el partido. En sus pies y los de sus compañeros en la media, Isco y Kovacic, se encontraba una posesión que era propiedad de los blancos, pero que no se traducía en ocasiones claras.

Engañaba la aparente inocencia del Malmoe al que le podían los nervios al sacar de banda pero no a la hora de presionar. Gracias a ella obtuvo sus primeras opciones de peligro, en los pies de Tinnerholm. Esa energía local provocó el atasco del Real Madrid, que buscó la tarjeta del mejor fontanero. Benzema empezó a hacer lo que mejor sabe, sorprender con la elaboración en la mediapunta y gracias a eso Cristiano empezó a practicar su puntería. Tres acciones tuvo el portugués en cinco minutos, mientras ajustaba una mirilla que le ha dado problemas en el inicio de la campaña.

Berget de falta, tuvo una tímida réplica, que demostraba que defender no iba a ser un verdadero problema para el equipo merengue. Su problema era otro, la falta de anarquía y sorpresa al para acabar con el orden del conjunto sueco. A la vista de que la elaboración no funcionaba sacaron del cajón un viejo amigo, el contraataque. En el minuto 28 una pérdida de los locales acabó con un dos contra dos en el que Isco cedió a Cristiano para que el portugués dibujase una sonrisa en su cara, el mismo lugar donde antes había ansiedad. Parecido efecto que en su rostro tuvo el gol en el juego del Real Madrid, que se animó en ataque. De ello se aprovechó Benzema para buscar su primer lanzamiento del partido, aunque se marchó desviado.

Carvajal, antes del descanso, no logró dar el gol de la tranquilidad. Su disparo tocó travesaño y palo en un disparo cruzado. La marcha a vestuarios la aprovechó el Malmoe para renovar fuerzas y ánimos. La muestra de ello la dio Djurdjic con un disparo al poco de volver al césped. Era el Real Madrid quien debía buscar el segundo, más por lo que pudiera pasar que por las acciones del rival, pero fueron los suecos quienes más intensidad le ponían. A pesar de tener los hombres de Rafa Benítez el control de balón, faltaba velocidad al desplazar el esférico.

Sólo Isco en el minuto 66 gracias a Benzema, que hacía una vez más de mediapunta, dispuso de una ocasión clara, aunque no fuese a portería. Igual de peligroso y con mismo resultado fue el cabezazo de Rosemberg. Era la mejor ocasión para el Malmoe y no acertar fue un mazazo casi tan duro como la Segunda amarilla a Yotún que les dejaba con uno menos. En ese momento Rafa Benítez aprovechó para seguir rotando y dio entrada a los menos habituales como Cheryshev y Lucas Vázquez. El ruso tuvo una ocasión poco más tarde con un disparo cruzado, en unos minutos finales en los que los blancos olieron sangre y el tiburón Cristiano no se conformaba con a ver igualado a Raúl. Tras intentarlo por tres veces, y encontrarse con las manos de Wiland, sentenció el partido y acabó con las dudas. Un centro de Lucas Vázquez le encontró para rematar en boca de gol, como si de su antecesor en el dorsal 7 se tratase.