Ciclismo

Ion Izagirre se consagra en el Joux Plane y Froome ata su tercer Tour

La última etapa de montaña del Tour de Francia fue nula en clave general, pero deparó una bella lucha por la victoria parcial en la que salió triunfador el vasco.

23 julio, 2016 17:19

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"¿Cómo describir la etapa de este sábado en una palabra?", preguntan en la televisión danesa a Bjarne Riis, ganador del Tour de Francia como corredor en 1996 y último gran director de Alberto Contador. “Deprimente. Decepcionante”. La imagen del grupo de favoritos en meta es explícita: todos llegan juntos al último kilómetro, comandados por ¡cinco! elementos de Sky, y esprintan en meta por migajas, segunditos [Así te hemos contado la vigésima etapa].

Había dos minutos entre el segundo y el séptimo de la general provisional; apenas 19 segundos hubieran servido a Adam Yates (Orica-BikeExchange) para reemplazar en el podio a Nairo Quintana (Movistar Team), que a su vez sólo hubiera necesitado 16 para desbancar del segundo cajón a Romain Bardet (Ag2r). Hubo terreno de sobra con Aravis, Colombière, Ramaz y Joux Plane; hubo circunstancias favorables a la ofensiva, con una terrible lluvia que puso peligrosísimo el descenso desde este último puerto hasta Morzine.

Pero todo esto no espoleó los ánimos, sino que los atemperó. Los únicos ataques se dieron en la pelea por el Top 10. Roman Kreuziger (Tinkoff) se marchó de salida con el inconmensurable Peter Sagan y gracias a esa valentía alcanzó el décimo puesto de la general, lejos del quinto alcanzado en 2013 al servicio de Contador. Bauke Mollema (Trek) quiso resarcirse de su derrota del viernes; atacó al pie de Joux Plane, todo o nada, y salió nada salvo honor.

A continuación, Purito Rodríguez (Katusha) realizó un ataque brillante gracias al cual escaló del undécimo lugar al séptimo en el Tour de su despedida. Aparte sorprendió el naufragio de Fabio Aru, 14 minutos cedidos en meta tras el voluntarioso trabajo de su Astana para acercar al pelotón a la fuga. Poco más.

Chris Froome durante la vigésima etapa del Tour.

Chris Froome durante la vigésima etapa del Tour. Yoan Valat EFE

El brillo estuvo en la escapada, que peleó la etapa con una belleza a la altura del escenario, un Joux Plane cuya dureza intrínseca fue acrecentada por la lluvia inclemente. Llegaron con algo de ventaja a pie de puerto Jarlinson Pantano (IAM), ganador en Culoz, y Julian Alaphilippe (Etixx-Quick Step), una de las grandes esperanzas del ciclismo francés. Atrás navegaba un rosario de ciclistas del cual emergieron dos nombres: el ‘Squalo’ Vincenzo Nibali (Astana), ganador del pasado Giro d’Italia, y el vasco Ion Izagirre (Movistar Team).

Fueron kilómetros de remontadas magníficas, resistencias agónicas y marcajes férreos hasta llegar a la cima del Joux Plane, a la cual llegaron empatados Pantano, Nibali e Izagirre. Quedaba por delante un descenso que se presumía de alarido. Al fin y al cabo, el italiano tiene reputación de gran bajador y el colombiano se ha construido otro tanto en los últimos meses. Y sin embargo el mejor fue el español, el más rápido cuesta abajo, ganador en Morzine para alivio de un ciclismo nacional que aún no había apuntado ninguna victoria en su casillero durante este Tour de Francia [Así está la clasificación general].

Ya antes del gran éxito de este sábado, 2016 estaba siendo la mejor temporada de Ion Izagirre (1989, Ormaiztegi). La habilidad para marcarse su propio ritmo propicia que el ciclista vasco destaque en la contrarreloj, especialidad en la que ha sido campeón de España y gracias a la cual ha logrado este año victorias parciales y podios definitivos en Tour de Romandía  y Vuelta a Suiza,  ambos de categoría World Tour.

No obstante, es mucho más: capaz de rendir con los mejores en las subidas cortas y de resistir en las más largas, regular en pruebas de una semana aunque todavía se le resisten las de tres. Es séptimo en el vigente Ránking UCI, tercer mejor español tras su coequipier Alejandro Valverde (segundo) y Alberto Contador (tercero), y representará a España en los próximos Juegos Olímpicos tanto en la prueba en línea como en la crono. Izagirre es, en definitiva, uno de esos talentos que quitan la razón a los agoreros que aseguran que el ciclismo español no tiene futuro. Sólo le faltaba una victoria televisada como ésta para consagrarse como referente a nivel nacional e incluso global.

La victoria de Izagirre es la foto gloriosa que necesitaba Movistar para colocar una sonrisa a su Tour de Francia. Hasta ahora un tanto romo por cuanto había estado basado en el cálculo y la defensa del podio individual de Nairo Quintana y el primer puesto en la clasificación por equipos. El domingo se tomarán el resto de instantáneas en el podio de los Campos Elíseos, a cuya vera se adjudicará la última victoria parcial de esta Grande Boucle entre los sprinters que llegan vivos a París.