Claudia Zornoza, en un partido del Real Madrid Femenino de la temporada 2021/2022

Claudia Zornoza, en un partido del Real Madrid Femenino de la temporada 2021/2022 AFP7 / Europa Press

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Claudia (35), sobre el sueldo en el fútbol femenino: de un año sin cobrar a poder comprarse una casa tras el Mundial

De la precariedad sufrida en sus inicios a la tranquilidad alcanzada tras el éxito global, la madrileña relata cómo cambió su vida profesional y personal.

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La historia financiera de Claudia Zornoza, campeona del mundo con la Selección Española, es la muestra más cruda y honesta de cómo ha evolucionado -pero aún convive con sombras- el fútbol femenino en España.

La centrocampista madrileña, retirada recientemente, explica que el mayor premio que le dejó el Mundial no fue una emoción desbordante ni una huella sentimental profunda, sino algo mucho más terrenal: estabilidad económica por primera vez en su vida.

Zornoza admite que la victoria no supuso para ella un "boom" personal. No fue ese recuerdo romántico que suele acompañar a los títulos, pero sí actuó como llave para transformar su día a día.

En sus palabras en el podcast El Patio, el Mundial le permitió algo que durante años veía como un sueño lejano: "Gracias por todo porque me he podido comprar una casa".

Ese gesto cotidiano, abrir la puerta de su propio hogar, es para ella el verdadero recordatorio de que es campeona del mundo. "Por eso me acuerdo que soy campeona del mundo, porque voy a casa".

"Cada vez que abro la puerta digo 'hostia… es mi casa'". Lo dice con la misma sinceridad con la que reconoce saberse privilegiada: "Mataría yo por tener una casa, por eso sé que soy una privilegiada de verdad".

Un año sin cobrar

El contraste con su pasado es tan grande que la propia jugadora lo utiliza para explicar lo difícil que fue llegar a ese punto de estabilidad.

Durante su etapa en el Rayo Vallecano vivió uno de los episodios más duros de su carrera, una etapa que resume en dos realidades opuestas: deportivamente "guay", pero económicamente devastadora.

Bajo la gestión de la familia Ruiz-Mateos y Teresa Rivero, Zornoza atravesó un año entero sin cobrar.

Un golpe directo a su economía y a la del vestuario, que se veía obligado a funcionar entre apariencias externas y una precariedad absoluta puertas adentro.

Ella lo retrata con una frase cargada de simbolismo: "La guinda de que te portas para fuera... te portas para dentro", una crítica a la distancia que existía entre la imagen del club y lo que realmente vivían sus jugadoras.

Claudia Zornoza, en un partido del Real Madrid Femenino

Claudia Zornoza, en un partido del Real Madrid Femenino AFP7 / Europa Press

El Real Madrid, "Disneyland"

El salto al Real Madrid supuso para Zornoza enfrentarse a un escenario que nunca había imaginado. Lo describe sin rodeos: "Disneyland".

Un lugar donde "no te falta de nada", un ecosistema de recursos, cuidados y estructura que contrastaba radicalmente con su recorrido previo.

La jugadora admite que no estaba preparada para ese nivel de profesionalización.

Su reacción ante los coches de alta gama que el club ponía a su disposición resume ese choque cultural: "Yo que venía de huerto… si yo voy a ir en bicicleta a Valdebebas".

Después llegó la sorpresa: "De repente un Audi, un BMW… ¿a dónde vamos con estos coches, dios mío?".

El cambio económico y mental fue tan grande que transformó su percepción del fútbol como profesión, y evidenció hasta qué punto la élite y la base del fútbol femenino siguen separadas por un abismo.

Claudia Zornoza

Claudia Zornoza RFEF

Renunciar a Arabia

Al final de su carrera, ya asentada económicamente, Zornoza se reencontró con otra decisión condicionada por el dinero.

Hoy, reconoce que podría haber "estirado muchísimo" su trayectoria y conseguir "un montón de dinero", porque el fútbol femenino comienza por fin a mover cifras relevantes.

Incluso tuvo sobre la mesa ofertas para competir en ligas emergentes y millonarias: "Haber ganado mucho más dinerito yéndome a Arabia".

Pero eligió parar. Sin eufemismos, explica que la falta de ilusión y su salud mental fueron más importantes que cualquier contrato.

Fue la decisión definitiva en una carrera que comenzó marcada por la precariedad y acabó con la tranquilidad de tener un hogar comprado gracias a un balón.

Un recorrido que resume, mejor que cualquier informe, la transformación -a veces desigual- del fútbol femenino español.