La de este domingo ha sido la típica final en la que un equipo acaba ganando con comodidad. Para llegar a esa situación, ha habido que superar momentos difíciles y de igualdad. Y esperar a que el tiempo pasase para aprovechar el desgaste del rival inferior. Esto ha sido una constante en todo el primer tiempo y se ha visto ampliado más adelante por dos detalles: la incapacidad de Suecia para atacar la defensa 5:1 (abierta, que recupera espacios, se los quita al atacante y muestra las deficiencias técnicas del rival) y la buena actuación de la portería.

Esta visión ha permitido, con paciencia y una enorme confianza de los jugadores, llegar a un segundo tiempo de enorme superioridad. Con un resultado clarísimo. Pienso que no era necesario que Jordi (Ribera) dijese nada a sus hombres en el descanso. La construcción defensiva ya se había iniciado al final del primer tiempo. Al igual que la entrada de Sterbik. Era normal que se entrase en calor al inicio de la segunda mitad.

El quebrantamiento de la fuerza y de las ideas del rival también se había ido produciendo en la primera parte. Había que tener paciencia para no caer en las prisas. Ha sido así: la superioridad se ha visto incluso demasiado pronto. Yo pensaba que el partido no se iba a decantar del lado español hasta el minuto 15 o 20 de la segunda parte. Pero, en el minuto 10 tras el descanso, el partido estaba resuelto. Claro y definido.

Los Hispanos abrazándose cuando ya se sabían campeones.

Los Hispanos abrazándose cuando ya se sabían campeones. ANTONIO BRONIC Reuters

Todos los jugadores han estado, en general, brillantes. A un nivel muy equilibrado. No distinguiéndose unos de otros especialmente. Cumpliendo todos ellos las funciones. Ha sido una actuación coral, colectiva. Dicho eso, me atrevería a señalar algo que no sé si pasa desapercibido: la actuación de Gurbindo durante todo el campeonato ha estado por encima de la media.

Estoy enormemente feliz. Las finales perdidas anteriormente son otras historias, otros tiempos. El deporte tiene su tiempo y su momento, como cada selección. En aquellas ocasiones, el éxito fue estar en los duelos por el título. Eso sí que era realmente importante: nunca se había estado en ellos y se estuvo a punto de ganar. Posteriormente, también se estuvo a punto de lograrlo sin conseguirlo. Y hoy se ha conseguido.

Hay que seguir adelante. El deporte es así. La sociedad obliga desde el punto de vista de la política del resultadismo. Los jóvenes te fuerzan a exigirte, como entrenador y dirigente, para poder practicar el deporte que quieren. Y, naturalmente, las estrellas intentan ganar todo lo que se les pone por delante.

*Juan de Dios Román fue seleccionador español de balonmano en dos etapas: 1985-1988 y 1995-2000. Ganó dos platas europeas, dos bronces olímpicos y uno continental durante su etapa al frente del equipo nacional. También fue presidente de la Federación Española y entrenó al Atlético de Madrid y al Balonmano Ciudad Real.