Lorca.

Lorca.

Libros La vida de los poetas malditos

Por qué Lorca no debe ser un icono homosexual (ni de la izquierda)

En 'Lucero', el periodista Aníbal Malvar teje un western 'granaíno' donde baja al poeta del pedestal y se detiene en lo más fundamental: las tonterías. 

27 mayo, 2019 04:04

Este es el relato sobre cómo un país puede confabularse para "conceder a un poeta el derecho a morir asesinado". Es una historia sobre lo más fundamental, lo más descriptivo, lo más edificante, en realidad, de la vida: las tonterías. En este caso, las pequeñeces de Federico García Lorca. Cómo paseaba, cómo cantaban los pájaros cuando él vivía, cómo eran sus amigos, qué tal le miraba su padre, cómo fracasó con sus obras de teatro, cómo escuchó de su amigo Buñuel un "¿tú eres maricón?".

Lucero (Akal) es más que una novela, es un western granaíno, un rosario de aventuras hilarantes y de anécdotas significativas acerca de lo que supuso ser Federico García Lorca. El Lorca humano, no el endiosado. El Lorca gamberro, no el poeta del que se hizo una pieza de museo. El Lorca contradictorio que nunca quiso ser símbolo de nada ni bandera de nadie. Hablamos con el autor del tomo, el periodista y escritor Aníbal Malvar

“La vida de los poetas malditos están sometidas al capricho de quien quiera interpretarlas”, dice en el libro. ¿Cómo interpreta usted la vida de Lorca?

Generalmente, cuando tú lees las biografías de la gente y cuando estudias su obra, nos olvidamos de una cosa, que es la vida eral. Es decir, los conocemos a través de entrevistas, de estudios, de cartas… pero no sabemos cómo eran las cosas, cómo caminaban por la calle, cómo hacían el amor o cómo estaban tranquilamente en casa. Siempre se intelectualiza todo demasiado. Yo buscaba la vida real de la España de la época de Lorca. ¿Por qué calles caminaba? Me interesan las cosas divertidas que podían suceder en aquella época. Las cosas interesantes. Todo eso que los pedantes llaman “la intrahistoria”, y, bueno, eso es lo que más o menos intenta reflejar el libro. Hay que romper los clichés del mundo académico. 

¿No cree que la vida real, mundana, puede ser decepcionante?

Al revés. De hecho creo que sobre Lorca se ha escrito con una orientación muy académica. Creo que en España tenemos cierto complejo de incultos y no nos atrevemos a introducirnos en lo que puede ser la vida real de esas personas que estudiamos. ¡Nos dan casi un epitafio para estudiarles…! De Lorca nos dicen cuándo nace, cuándo muere… nos dicen que hizo obras muy importantes. Pero no nos cuentan sus fracasos teatrales. No nos cuentan el odio que había al maricón en la época en la que él vive. Ni cómo su homosexualidad no la enseña ni la oculta… 

¿No era un activista LGTBI, dentro de las posibilidades del momento?

No existía el activismo LGTBI en ese momento, es más, casi todo el mundo sentía vergüenza por ser homosexual; los que no, como Lorca, lo sentían como una naturalidad. Lo dice él en su Soneto del amor oscuro: “Soy amor, soy naturaleza”. Es como “joder, no puedo ser de otra manera, voy a ser así toda mi vida”. No había en él una vindicación de la homosexualidad. Había cierta aceptación en determinados círculos, sobre todo de mujeres. En el libro hablo de las Sinsombrero. Pero entre los hombres, entre sus amigos… Lorca ocultaba su homosexualidad. Mira Buñuel: hablo mucho de su relación con él en la Residencia de Estudiantes. Pero Buñuel era un homófobo bestial. Se iba al parque del Retiro, a los urinarios, por la noche, a patear homosexuales que estuvieran haciendo el amor.

En cualquier caso, estas cosas desde la novela las miro con con enorme distancia, que es como las vemos cuando las vivimos: cuando te cae encima un meteorito tú crees que es una estrella fugaz preciosa. Lorca mantenía ocultas sus querencias sexuales a partir de figuras de mujeres en su poesía. No había un movimiento de vindicación de la homosexualidad. Es curioso porque en él ese sentimiento de pecado no se canjeaba en un “estar apartado”: era una persona tan segura de su talento que todas esas cosas no le afectaban. Él lo vivía con naturalidad, aunque con una discreción tremenda. 

¿Crees que a Lorca le habría gustado que hayan tomado tantas veces como símbolo de tantas causas?

Si te refieres a la izquierda: bueno, él tenía una relación de amistad con José Antonio Primo de Rivera o con Manuel de Falla, que era tremendamente de derechas y ultrarreligioso. Lorca es una persona de izquierdas, sin duda alguna, pero no es un personaje que se tenga que reivindicar por eso. ¿Era Gómez de la Serna un escritor de derechas por haber sido cercano o complaciente con el régimen? En absoluto. No es tan necesario marcar a los poetas, ni a los artistas en general, por su ideología. ¿Que a Lorca se le ha utilizado ideológicamente? Bueno, pero es que fue asesinado por los fascistas y por varias razones. Por su enorme fama internacional, por ser un símbolo de la España que empezaba a salir de la República, por ser homosexual y porque, como decía uno de sus asesinos, “este ha hecho más daño con la pluma que muchos con la espada”. 

¿Qué hay de su familia? 

Nace en una familia de liberales, pero su padre era contrabandista en la primera guerra mundial. Era un paisaje de alpargateros agradecidos o desagradecidos, de navajas y tiros, de guardias civiles comprados… todo se cuenta ahí. Lorca no nace encima de un pianito con un visillo puesto encima de suc uerpo de bebé. Nace en uno de los sitios más beligerantes políticamente del momento: en la Vega granadina, una zona rica donde la gente pasaba hambre. El padre de Lorca tuvo muchísimos problemas como concejal, fue acusado de todo tipo de desmanes y acabó dejando la política por su hijo. Su hijo, sí, porque le “había salido maricón”. A él le parecía una cosa terrible. El mundo era así, y no como lo pintaba la serie de Bardem, donde aparecían todos con unas chaquetas muy bien puestas, con sus corbatas… no era para nada eso. Era un mundo de gente gamberra. 

¿Por qué de esa España ha sobrevivido el guardia civil y no el bolchevista?

Bueno, el guardia civil de entonces no ha sobrevivido, salvo en excepciones muy raras. Antes era una autoridad muy cerril, eran casi todos analfabetos. Yo no creo que haya sobrevivido. Y bueno, los bolchevistas de entonces serán ahora los de Podemos, IU o incluso PSOE. ¿Sabes lo que sí ha sobrevivido? Una cosa: el rencor.

¿El rencor guerracivilista? 

Sí, el rencor a algo que pudo ser y no fue. Es la nostalgia de que este fuera hoy un país más avanzado… sin una dictadura de cuarenta años. Hay cierto rencor en el ambiente. Hay rencor también de la derecha desde que llegó la democracia, por haber perdido un poder enorme. Las oligarquías. Bueno, o no oligarquías, porque mucha gente del pueblo apoya esas cosas. 

¿Qué opinión le merece la mirada crítica de cierto sector de la izquierda hacia la Transición? Ya sabe que aunque Pablo Iglesias alce ahora la Constitución, hasta no hace mucho en Podemos se hablaba de “régimen del 78”. 

Como la Transición la hicimos todos, no le podemos echar la culpa a nadie. Yo estoy a favor de esa idea, de que la Transición fue un lavado de cara del franquismo, pero no culpo a nadie, nos culpo a todos. Yo no estaba exactamente ahí, porque era más joven. Nunca sabré lo que habría hecho. De todos modos, son preguntas impropias de un escritor. Yo no soy un político.

Es un escritor de corte político. 

Bueno, es que todo es política. Pero yo diría que soy un escritor de corte comprensivo. Salvo con las animaladas: nunca voy a justificar el franquismo, ni a Hitler, ni nada de eso. Soy un hombre de izquierdas, pero no tengo esa rabia tremenda.

¿Cómo cree usted que hay que asesinar a un poeta? 

Es fácil: ponlo en una sociedad irracional, estúpida y llena de prejuicios y deja que camine libremente y no se disfrace de nada. Verás cómo le matan. Yo te mato a los poetas que quieras.

¿Es que aún existen grandes poetas vivos?

No están muy vivos los poetas últimamente, eso es verdad. Pero alguno habrá. Quiero contarme entre ellos. Veo que la gente se ha alejado de la literatura porque la literatura se ha alejado de la gente. Los escritores se han querido convertir en una especie de élite, pero ahora que todo es tan libre y globalizado se han dado cuenta de que eso ya no puede ser. Este libro tiene que ver con eso: con la humanidad que hay debajo de nuestra historia y de la de nuestros poetas. 

¿Quién está legitimado para citar a Lorca? Hubo polémica cuando Casado citó a Machado. 

Los políticos no pueden hacer ningún uso de los poetas, son los poetas los que tienen que hacer uso de los políticos. Los políticos no tienen capacidad intelectual para hacerlo. En cualquier caso, los poetas ni se usan ni se desusan, igual sólo se transforman. ¿Tú crees que se puede coger a un poeta y convertirlo en símbolo de algo? No, no, jamás: un poeta es un ser distinto que alberga todas las contradicciones de la sociedad y de los seres humanos, no es una bandera. ¿Qué habría pasado con Lorca si hubiese sobrevivido a la guerra, quién nos dice que no iba a ser franquista? Que no lo iba a ser, esto es una barbaridad, pero… ¿qué sabemos? Yo me he visto sometido a esas etiquetas. Hay gente de Podemos que me considera un tío fascista porque he criticado cosas de su partido, y la gente del PP me considera encarcelable. Tengo varios juicios. A mí no me interesa la política de ninguna época, sino cómo cantaban los pájaros entonces. Esas cosas que no son ecdóticas, que no son fundamentales. Creo que cuento la historia de un país asesinando a un poeta, y eso no es utilización tampoco. Es desechar. Lo más que se puede hacer con un poeta, por malo o demasiado bueno que sea, es desecharlo. 

¿Cuál es su anécdota favorita del libro; la más representativa de la figura de Lorca?

Hay muchas. Me gusta el momento en el que le censuran, cuando entran en la representación de Amor de don Perlimplín, a golpes… le censuran porque la consideran pornográfica. Se prohibieron sus espectáculos teatrales. Era un tío muy gamberro, Lorca. Su grupo de amigos en Granada, El Rinconcillo, eran tíos que hacían lo que hoy se considerarían actos de kale borroka: cambiaban las placas de las calles… inventaron un poeta e hicieron creer a toda Granada que el poeta existía. Publicaban sus versos y sus biografías. Algunos historiadores como Caballero o Ian Gibson han hablado de la posibilidad de que José Antonio Primo de Rivera le propusiese a Lorca una colaboración. Convertirse en una especie de soporte cultural de la Falange. Le llegó a decir “con mis amigos azules y tus monos azules podemos hacer muchas cosas para España”. Claro que eso a lo mejor es verdad o es mentira.

Hace un año, en mayo de 2018, alguien pintó una esvástica en la frente de una escultura de Lorca en Granada. ¿Cómo lo interpreta?

Es una anécdota. Un pirado. Nuestros políticos más fachas citan hoy a Lorca constantemente. Pienso en ese candidato del PP en las andaluzas… o Vox. Lo han citado hasta equivocadamente. El fascismo terrible y sangrante que hubo en otro tiempo ya no existe, o ha cambiado de forma, ahora tiene otras maneras. Yo no metería al tipo que pintó la esvástica en la cárcel. Le buscaría un psicólogo.

¿Y una multita? ¿Algo por lo civil?

Que lo limpiara. En serio: dejémonos de odios y de enfrentamientos. Hay una radicalización muy fuerte. En mi casa hay gente de derechas y no pintan ninguna esvástica. Yo no le pintaría una hoz y un martillo a Franco. Sí pediría que se quitase un busto suyo, pero por memoria histórica.