El filósofo de la memoria Reyes Mate.

El filósofo de la memoria Reyes Mate.

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De los judíos a los catalanes: “Los españoles somos intolerantes y excluyentes”

El filósofo Reyes Mate publica un ensayo sobre la memoria, en la que reclama escuchar a las víctimas para frenar la velocidad destructiva del progreso. También hay mensaje contra Javier Cercas. El impostor era él.

13 febrero, 2018 12:59

El nuevo ensayo del filósofo de la memoria Reyes Mate (Valladolid, 1942) plantea un enfrentamiento entre Historia y Sociología, entre los acontecimientos y la memoria. “Seguimos construyendo la Historia sobre las víctimas, pero ignorándolas”, cuenta a este periódico. “El sufrimiento de las víctimas no cuenta para la Historia”, añade el autor de El tiempo, tribunal de la historia (Trotta).

La polémica se centra en el uso de los hechos. La Historia y la memoria se ocupan del pasado, pero de manera diferente: una cuenta los hechos, la otra los valora. “No son complementarias, son conflictivas”, no elude la polémica. “En España no se ha resuelto la memoria más reciente y en Alemania, sí. En Alemania hubo un debate en los ochenta, en el que los historiadores de allí se preguntaron si un alemán podía sentirse orgulloso de ser alemán después del Holocausto. Aquí los historiadores no han debatido nada”.

Portadas del día en que la dictadura entraba en sus últimas horas.

Portadas del día en que la dictadura entraba en sus últimas horas. Emaze

Para Reyes Mate, la Historia conocía los hechos que en la Transición se olvidaron. La memoria dice que no valoramos los hechos, lo que ha ayudado al olvido instrumentalizado. “Todo se sabía, no había olvido, pero no se le quiso dar importancia política. El poder de los historiadores es muy grande aquí y no han querido hacer ese debate. Entre ellos y los políticos ha habido una gran entente. Los historiadores han sido los ideólogos de la Transición”, asegura Reyes Mate.

Memoria para hacer futuro

La Memoria Histórica “es la reivindicación de las víctimas del pasado”. Explica que si el presente está construido sobre tantos sufrimientos, la única forma de que no construyamos la nueva Historia sobre nuevos sufrimientos es tener en cuenta los sufrimientos del pasado. Preguntarles. Contarlos. “La Memoria Histórica es una actitud política para construir el futuro de una manera diferente a la construcción del pasado”, remata.

Javier Cercas, autor de El impostor.

Javier Cercas, autor de El impostor.

De ahí que lamente la tesis del libro El impostor, de Javier Cercas, publicado en 2014, donde a raíz de la mentira de Enric Marco (inventó un pasado como superviviente del Holocausto), asegura que en España se ha “normalizado la mentira” de lo que fuimos. Acusa Cercas a todos los españoles de mentir sobre su pasado, para adaptarse a la democracia. “La democracia se construyó en España sobre una mentira, sobre una gran mentira colectiva o sobre una larga serie de pequeñas mentiras colectivas”, escribió entonces Cercas.

Reyes Mate se levanta ahora contra esta acusación popular del novelista y columnista, ejecutada como una manera de justificar su propia mentira o su propia impostura. “La tesis de la impostura de Javier Cercas en El impostor es impensable. Cercas desacredita la memoria: dice que en España quien no se inventa un pasado no es nada. Su tesis dice que la memoria es una impostura. Y no, claro. La memoria no es una impostura, porque permite descubrir la parte más oscura del pasado. La tesis de Cercas es una impostura”, dice.

La Historia mira, pero no ve

El filósofo argumenta que gracias a la memoria podemos ver lo que escapa a ojos del historiador. “La memoria conoce con el oído, no con el ojo. Gracias a ella conocemos los lamentos del pasado. Iluminar el pasado con tú luz no es propia de la Historia”. Por eso aclara el filósofo que el elogio del olvido que ha montado Cercas sería impensable en otros países. “Estos escritores cuando hablan de Alemania elogian la memoria y cuando hablan de España, el olvido”.

Emilio Sala pintó esta expulsión de los judíos, en 1889, en El Prado.

Emilio Sala pintó esta expulsión de los judíos, en 1889, en El Prado.

El leitmotiv de aquella novela se repitió una y otra vez: “La ficción salva, la verdad mata”. Por supuesto, es algo que Mate rechaza, porque aunque la memoria abre heridas hay que insistir en ella e ir más allá: “La memoria en sí no es ninguna respuesta, es el principio de la respuesta. Es dolorosa y el final debe ser la reconciliación”.

El problema español: la intolerancia

Pero España tiene un problema con las reconciliaciones, en su ADN histórico prima la expulsión. Reyes Mate recuerda que el país se construyó expulsando primero a los judíos y luego a los moriscos, “es una identidad excluyente, es un trauma al que no nos hemos enfrentado para resolverlo, por eso lo reproducimos constantemente”.

¿Cataluña? Así es. El filósofo pide que nos tomemos en serio al nacionalismo, porque es capital para entender cómo se han construido las identidades colectivas. “La nuestra se ha construido excluyendo”. Pasó con los judíos y “pasa ahora con los catalanes, que son los más españoles de todos”. La expulsión, matiza, la encontramos en el nacionalismo catalán y en el español. “España es hija de la intolerancia. Se construye negando un espacio a los judíos y a los moriscos. Si no tomamos conciencia de ello repetiremos ese patrón excluyente una y otra vez”.

Tras los judíos y los musulmanes vino el protestante, el liberal, el ilustrado, el republicano… y así hasta hoy. “Las víctimas son los excluidos. Hemos sacrificado al diferente a lo largo de nuestra historia y así lo estamos haciendo ahora”, añade. “Por eso María Zambrano decía que necesitamos la memoria para superar el pasado”.

El progreso mata

La única manera de parar esta marcha de la Historia, esta aceleración del tiempo que tanto preocupa al filósofo, es entender el coste humano y social, entender a las víctimas. Escuchar su memoria y parar. Detener la velocidad con la que avanzamos hacia el abismo. “El progreso nos mata”, dice. “Sólamente puedes interrumpir la marcha del progreso si tomas conciencia de que ese progreso se hace sobre cadáveres y escombros. La mayor parte de la Humanidad ha sido sacrificada en nombre del progreso”.

En El tiempo, tribunal de la historia descubre que sólo evitaremos la catástrofe si entendemos que nuestro tiempo no es inagotable, aunque las nuevas formas de comunicación inviten a pensar lo contrario. No es un tiempo imparable, como trata de hacer creer el progreso. ¿Cómo interrumpir la marcha de la historia? Con la memoria de las víctimas. “¡Es la palanca fundamental!”. Con ella se podría suspender la parálisis ética en la que se encuentra el ciudadano del siglo XXI, frenar y dejar de creer que el mundo es infinito y se puede estrujar sin conciencia. “Necesitamos una existencia más modesta y menos depredadora”. Un nuevo modelo de tiempo.