Pablo Iglesias y Alberto Garzon, el CIS les sonríe.

Pablo Iglesias y Alberto Garzon, el CIS les sonríe. Efe

Libros patadas ortográficas

Arranca la campaña electoral: 'sorpasso' al diccionario

Los partidos utilizan el español como arma política, dando pie a mucha triquiñuelas lingüísticas.

10 junio, 2016 03:41

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Ya que nos hemos adentrado en el terreno maquiavélico, ¿qué mejor que un italianismo para confundir a la plebe? Utilicemos el término 'sorpasso' como si no hubiera un mañana. Que sí, que nadie sabe lo que significa, pero lo utilizó Anguita en su día y con eso basta. ¿Que podríamos utilizar 'adelantamiento'? Eso suena a populacho. Mejor apropiémonos de esa forma tan peliculera que seguro que asusta. Pero, oigan, tendremos que hacernos con algún escenario en el que poder colocar este palabro. ¿Por qué no utilizamos 'coyuntura'? Suena mucho más culto que 'contexto' o 'circunstancia'. Me gusta, ¿a ver cómo suena? "En esta coyuntura es posible el sorpasso". Magnífico, no se entiende nada. Vamos por buen camino.

Entre estas apariencias hay una que se persigue con mayor dedicación que nunca: tendrá que parecer que hablamos bien. Y sí, se ha utilizado bien el verbo, se trata de 'parecer'. Poco importa si en el fondo transmitimos o no, ya que nadie quiere comunicar hoy en día a través de la palabra. Para eso tenemos la corbata o la falta de ella en función del votante al que nos dirijamos. Persiguiendo este objetivo, centraremos nuestros discursos en el uso de una palabrería que nadie comprenda pero que al publico le suene sofisticada. Qué más da si el españolito no llega al fondo de la idea, lo prioritario es correr hacia adelante como si de un Forrest Gump lingüístico se tratara, aglutinando en torno a nuestra figura a todos esos modernos que esperan de ésta, la nueva política, una forma de sentirse identificados.

El líder del PP, Mariano Rajoy.

El líder del PP, Mariano Rajoy. Efe

Maquiavelo, en una de las primeras propagandas electorales que se recuerdan, dejó escrito en su Príncipe que "de vez en cuando las palabras deben servir para ocultar los hechos". Tan leídos como son, seguro que nuestros políticos llevan a cabo las consignas maquiavélicas con dedicación. Hagámoslo, pues. Al fin y al cabo, fue el propio Nicolás el primero que utilizó el término 'Estado', de cuyo sentido, me temo, carecemos completamente.

El sorpasso lingüistico

Este truco también sirve para desmontar cualquier teoría. ¿Que tu electorado está nervioso ante la posibilidad de perder posiciones en la carrera electoral? No hay que preocuparse. Aludimos al 'tracking' del partido, que es como aquellos sondeos internos que nadie se cree pero con caché. No hay votante que no se ilusione ante un tracking positivo. Otro glosario de términos que tampoco debemos olvidar es aquel que recoge los periodos o movimientos políticos más significativos de nuestra historia. Utilizaremos conceptos como 'Transición', 'comunismo', 'Franquismo' y derivados para referirnos a cualquier medida, que evocar tiempos pretéritos siempre viene bien para despertar en la gente un sentimiento nostálgico de apego o rechazo.

¿Por qué no utilizamos 'coyuntura'? Suena mucho más culto que 'contexto' o 'circunstancia'. Me gusta, ¿a ver cómo suena? "En esta coyuntura es posible el sorpasso". Magnífico, no se entiende nada

Es probable que ya nadie se sienta franquista o comunista, pero seguro que el bando contrario te lo agradecerá. Eso sí, para hablar de nosotros utilizaremos conceptos mucho más ambiguos: 'socialdemócrata', 'neoliberal'... Se trata de coger un término que traiga malos recuerdos para añadirle un prefijo cualquiera y renovarlo. ¿Que lo que importa son las propuestas? De eso nada, que hay que entrar por los ojos.

Albert Rivera en una intervención este lunes.

Albert Rivera en una intervención este lunes. Javier Lizón / EFE

Aunque nadie pretenda parecer extremista, habrá quienes intenten 'polarizar' la campaña, que es como intentar llevarte a los españoles a los extremismos pero con una palabra que no suene a julio del 36. Todos sabemos que estos extremismos no son buenos, pero ya tendremos tiempo de arrepentirnos cuando los españoles hayan pasado por las urnas. Será entonces cuando recurramos a la 'ley D’Hondt', un método que garantiza la proporcionalidad entre los votos emitidos y la representación parlamentaria pero que nadie sabe cómo funciona. Eso sí, no dudemos a la hora de sacar a relucir el concepto en cualquier cena familiar. Nos dará crédito y prestigio de cara a las herencias.

Otros aspectos lingüísticos

Tan importantes como las presencias son las ausencias. Tenemos que tener cuidado con los problemas que azotan el país, disfrazarlos hasta casi ocultarlos. Evitemos pronunciar la palabra 'corrupción', que parece que robamos y no es plan. Tampoco te fíes del que utilice el término 'crisis', a ver si los votantes van a pensar que lo estamos pasando mal. Un ejemplo concreto, al movimiento independentista catalán le colgaremos una etiqueta que le quite dramatismo al asunto. Por ejemplo, lo llamaremos 'proceso', así nos sonará a quehacer cotidiano, como si de una novela kafkiana se tratase (comparten el final incierto, además).

Tan importantes como las presencias son las ausencias. Tenemos que tener cuidado con los problemas que azotan el país. Evitemos pronunciar 'corrupción', que parece que robamos y no es plan

Y más importantes todavía son aquellas palabras que funcionan como salvavidas. Por ejemplo, que algo de aquellos te viene mal, arrójalo a ese cubo de basura en el que se ha convertido 'populista'. ¿Que el argumento con el que te han rebatido una idea estos otros es insuperable? Fácil, cuélgale la etiqueta de 'demagogo' y sus argumentos carecerán de sentido. ¿Que alguien te barre durante un discurso? También fácil, utiliza el término 'oportunista' y todos contentos. Tú agárrate a la mesa mientras se hunde el barco, que ya serán otros los que se ahoguen en este océano de apariencias.
Para conectar con el pueblo, utiliza siempre la función apelativa, que viene del latín 'apellare' ('captar la atención'). O lo que es lo mismo, en román paladino: grita como si te fuera la vida en ello. De esta forma conseguiremos que los oyentes se centren en el tono y no en la esencia. 

Pedro Sánchez, en una entrevista concedida este martes.

Pedro Sánchez, en una entrevista concedida este martes. EFE

Por supuesto, tira de cualquier figura literaria para explicar un resultado, sea bueno o malo. Metáforas, sinécdoques, antítesis, hipérboles, aliteraciones... toda la gama de recursos estilísticos está a tu disposición. Por ejemplo, si tu partido naufraga en las encuestas, utiliza la ironía (ignorancia fingida) y di que estás contento con el resultado. Que estos sondeos presagian que necesitarás aliarte con Coalición Canaria y el PNV, utiliza la deprecación (súplica, ruego o plegaria) y ofrécete como salvador de todas sus cuitas. Que, por el contrario, prevés que el apoyo que necesitas ha de venir de ERC, utiliza la antítesis (contraposición, oposición) y pide más unión y menos separación.

Porque estamos en campaña y ya tenemos al castellano tiritando. Manoseémoslo, exprimámoslo como si realmente conociéramos el producto. Ya habrá tiempo durante los próximos cuatro años de recurrir a nuestros imperativos acabados en 'r', a nuestras rajoyescas, a nuestros 'habían personas' y demás naturalezas lingüísticas. Este mes vale todo. Hay que conseguir aquello que sugirió Goethe: "poner palabras allí donde faltan ideas".