Noticias relacionadas

El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte invertirá el próximo año 150.000 euros en algunas librerías para frenar su extinción. Según informe de la Conferencia Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), en 2014, cerraron 912. El organismo de Íñigo Méndez de Vigo ha creado junto con la Asociación de Cámaras del Libro de España, el Sello de Calidad, que se otorgará a las mejores de unas 500 librerías independientes.

Es la única ayuda presupuestada por el Gobierno para favorecer la sostenibilidad de estos negocios. El pasado año las librerías francesas recibieron 4 millones de euros, la misma cantidad que en 2013, con los que la asociación para el desarrollo de librerías ADELC ejecutaron un plan de salvamento al comercio del libro.

El plan premiará a aquellas que se conviertan en espacios culturales y sociales

El Sello nace con el objetivo de “consolidar las librerías como espacios de encuentro, reflexión y discusión”. El plan premiará a aquellas que se conviertan en “espacios culturales y sociales”. Alfonso Tordesillas, de Tipos Infames, es uno de los libreros con una programación más intensa, pero duda mucho de que transformar el comercio en un centro cultural ayude a la venta. “Una librería no es mejor o peor porque haga más actividades que otras”, explica para cuestionar los criterios que deben cumplirse para lograr estar en el club de los elegidos.

Espectadores Vs. Lectores

Calders, en Barcelona, es otra librería transformada en hervidero cultural. Isabel Sucunza, una de sus socias, rechaza cualquier subvención y es contraria a la visión de Tipos Infames: la actividad rompe la barrera que hay entre lector y libro y abre una nueva puerta a la venta. “Vivimos en una sociedad más de espectadores que de lectores. La gente quiere cosas en vivo, experiencias. La librería no es un museo del libro”. De hecho, asegura que la prioridad es construir al lector desde antes: “Es más importante que se respete la filosofía en las aulas, para las librerías también”.

Dos clientes de la librería Tipos Infames, en Madrid.

Dos clientes de la librería Tipos Infames, en Madrid.

También hay dudas sobre la repercusión que la marca tendrá sobre las ventas. “Un sello no hace más atractiva a un comercio. Tengo experiencia en otros sectores y no sirve siquiera para distinguirse. El cliente no lo reconoce. La idea será buena siempre y cuando aporte algo”, cuenta Tordesillas. Aportaciones concretas como la compra de bibliotecas públicas para sus fondos. “Esta medida podría tenerse en cuenta, pero no está completada”, aseguran desde la Asociación de Cámaras del Libro.

Insuficiente y tarde

Daniel Fernández, Presidente de la Asociación de Cámaras del Libro de España y motor de esta iniciativa incluida en su plan de fomento a la lectura, explica a este periódico que es “un primer fruto, pero no es un fruto menor”. ¿150.000 euros es suficiente para salvar a las librerías? “No es una cantidad suficiente, pero es una muestra de buena voluntad que hasta ahora no se había producido en el Gobierno Rajoy. No podemos ningunearla”.

Reconoce que en el Sello no se incluyen ventajas fiscales ni beneficios en los impuestos ni compra de fondo para bibliotecas. Pero adelanta que “la voluntad es que, en un futuro, el sello puntúe para ser proveedor”. Fernández enmarca la iniciativa como el inicio de una relación -hasta el momento inexistente- que debería fraguar a gran escala en la siguiente legislatura: demandan al Gobierno una inversión de compra de fondos por valor de 25 millones de euros para bibliotecas escolares y 20 millones de euros en bibliotecas generales.

Una librería no es lo mismo que un bar. No debería pagar IBI en función de los metros cuadrados, sino por su actividad

Otro de los objetivos de esta iniciativa es “fomentar la diversidad del patrimonio bibliográfico mediante la protección de una red de librerías que ofrezca tanto los libros de rápida rotación, como los de fondo”. De momento, la acción más notable será la puesta en marcha de una página web.

Lola Larumbe, de la Librería Alberti, recuerda medidas concretas a favor de las librerías como la compra de ejemplares para las bibliotecas y “no a editoriales, con ofertas completamente desleales como añadir autores para actuar en los centros”. Añade que “150.000 euros es una cantidad insignificante”. También recuerda que el apoyo económico puede aplicarse en una rebaja de Impuesto de Bienes Inmuebles. “Una librería no es lo mismo que un bar. No debería pagar en función de los metros cuadrados, sino por su actividad. La actividad cultural en los barrios debe tenerse en cuenta”.