Un grupo de investigadores afirma haber encontrado en el hielo ártico pruebas que relacionan uno de los años más fríos en la Antigua Roma, el 43 a.C, con la erupción del volcán Okmok, situado en la actual Alaska (EE.UU), y atribuye a este fenómeno ser uno de los desencadenantes de la caída de la República.

El descubrimiento de este grupo liderado por el doctor Joe McConnell, del Desert Research Institute en Reno, Nevada, se ha publicado este lunes en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, en la que aseguran haber encontrado restos de tefra -roca volcánica- en el hielo ártico que corresponden a este volcán norteamericano.

El equipo, integrado por científicos de Reino Unido, Suiza, Irlanda, Alemania, Dinamarca y de la universidad de Yale, investigó además registros climáticos en China, EEUU, los países escandinavos y Austria; que cruzados con muestras de hielo obtenidas en la década de 1990 en Groenlandia y Rusia, permitieron datar dos grandes erupciones volcánicas en el planeta: una en el 45 a.C y una segunda, más potente, en el 43 a.C., que resultó en dos años de clima extremo.

Esta segunda es la correspondiente al Okmok, y su tiempo coincide con un periodo descrito por las fuentes de la época como frío, lleno de hambruna, enfermedades e inestabilidad en el Mediterráneo. Unos factores que los historiadores creen que, junto a el asesinato de Julio Cesar en el 44 a.C, contribuyeron a poner fin a la República de Roma y el Reino Ptolemaico de Egipto.

"El final de la República romana tuvo lugar durante esos dos años de clima extremo. Es una posible coincidencia, pero no parece probable", ha señalado Joe McConnell, el investigador principal. Los modelos climáticos del estudio sugieren que las temperaturas medias del verano y el otoño posteriores a la erupción del este volcán de Alaska estuvieron hasta 7 grados celsius por debajo de lo normal.

Así mismo, los científicos creen que las precipitaciones en el sur de Europa fueron entre un 50% y un 120% superiores a lo habitual en verano y un 400% en otoño. Además, apuntan que los dos años posteriores a la erupción del Okmok fueron los más fríos en el hemisferio norte en 2.500 años, y que la década posterior fue la cuarta más fría de ese mismo lapso de tiempo. También hay investigadores que señalan la serie de plagas y el cambio climático registrado en los siglos posteriores como una de las causas de la caída del Imperio romano.

Crisis política

Si bien la erupción volcánica pudo tener un claro efecto sobre el clima mediterráneo, los ideales originales de la República romana, para el año 43 a.C., ya habían sido pervertidos por las guerras civiles y la tiranía de sus gobernantes. Unos meses antes, el dictador Julio César, el ciudadano que más poder había amasado, había sido asesinado a cuchilladas en el Senado -las fuentes antiguas refieren una misteriosa desaparición del sol, pero que probablemente tuvo que ver con otra pequeña erupción en el monte Etna-.

La crisis política que había sumido a Roma en el caos se sustentaba en la lucha que los grandes hombres mantuvieron durante siglos para intentar alcanzar la gloria y destruir a sus enemigos. Tras la muerte de César se instauró un segundo triunvirato formado por Octaviano, Marco Antonio y Lépido, que se inició con otro golpe de gracia a la República: el retorno de las proscripciones, las listas de ejecuciones. 

"El respeto por la propiedad privada había sido una de las piedras angulares de la República, pero ahora que había desaparecido, la propiedad privada podía requisarse por el capricho de un comisario", explica Tom Holland en Rubicón (Ático de los Libros), sobre el proceso de recolocación de los veteranos de las legiones en nuevas tierras. "Italia se convirtió en una tierra de bandidos. Las bandas armadas se atrevían hasta a saquear pueblos y ciudades, y los tumultos se multiplicaron como explosiones impotentes de sufrimiento y desesperación. Durante los levantamientos, los cultivos y las cosechas se abandonaban y se perdían, y mientras en el campo reinaba la anarquía, Roma empezó a pasar hambre".

El fin definitivo de la República se produjo como resultado de la guerra entre Octaviano -el futuro Augusto- y la pareja formada por Marco Antonio y Cleopatra. Por tercera vez en menos de viente años, dos ejércitos romanos se enfrentaron cara a cara.

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