• 1 de 15

    No comment, 2018.

    Albarracín no es una mujer, es un templo ardiendo: lleva 25 años creando ramalazos de belleza y activismo, de folclore y política. Es un pellizco de sátira, de surrealismo, de feminismo y memoria. El trabajo de esta sevillana arrancó en los noventa y hoy se reúne en la exposición 'Que me quiten lo bailao', su primera retrospectiva en Madrid. Puede verse en La Tacabalera (Embajadores, 51). 

  • 2 de 15

    Paraísos artificiales, 2001.

    Pilar Albarracín extrae sus raíces culturales y las eleva a los cielos: aquí hay mantillas y bordados, trajes de torero y macetas, vestidos de gitana y toros. Hay sangre porque hay verdad, porque hay humanidad. La artista recupera lo cañí para rebozarlo de ternura y también para criticarlo; hace uso del estereotipo para desmontarlo. Defiende la tradición, no sus maniqueísmos ni prejuicios. 

  • 3 de 15

    Viva España, 2004.

    En 'Viva España', Albarracín, vestida de amarillo, medias negras y cartera en mano desfila por Madrid con gesto serio. La persigue toda una banda de instrumentalistas de viento que tocan recurrentemente el pasodoble 'Que viva España'. 

  • 4 de 15

    Revolera, 2012.

    La artista trata de deconstruir todos los símbolos que el franquismo simplificó e hizo suyos, como la tauromaquia, el flamenco, la bailaora. Aquí una mujer con vestido de lunares fuma en la cama entre sábanas blancas. A su lado, una cabeza de toro muerto. Con esa imagen desestabiliza y muerde. 

  • 5 de 15

    Verónica, 2001.

    Anécdota: En el año 1997 Pilar Albarracín empapela las calles de Sevilla con una fotocopia en la que la artista aparece retratada con un canalla abrigo de pieles sintéticas y grandes hombreras. Su retrato aparece acompañado de la siguiente frase "Soy Albarracín, me he perdido. Si me encuentras llama al 954…". Hoy sigue buscándose hacia adentro. 

  • 6 de 15

    Alguien quiere lo que tú tienes, 2008

    Bordado de seda sobre seda. Edición con motivo de la exposición en la Maison Rouge, Paris. 

  • 7 de 15

    Pañuelos para llorar, 1997.

    1. Porque sientes dolor. 2. Por la pérdida de libertad. 3. Para llorar en soledad. 4. Porque no encuentras palabras. 5. Para llorar por aburrimiento. 6. Para llorar morada

  • 8 de 15

    Mujeres barbudas, 1997.

    La propuesta de la artista siempre va un paso por delante del corsé patrio: su propuesta es siempre más libre y contemporánea. Observa las estructuras sociales y las despieza para sacudirnos la mente. 

  • 9 de 15

    Techo de ofrendas, 2004.

    Como Albarracín quiere girar los símbolos, lo hace también literalmente: aquí vuelca los típicos vestidos de flamenca andaluces para que los veamos desde abajo, a golpe de bata de cola. Ahora están en los cielos y el prisma es distinto. Juntos parecen un clavel gigante roto en colores. 

  • 10 de 15

    Bragas sobre lienzo.

    La artista fabrica mandalas con bragas de colores. Los años 2017 y 2018 de su carrera han estado marcados de forma global por el movimiento “Me too” de lucha por el empoderamiento de la voz femenina en el mundo.

  • 11 de 15

    Prohibido el cante, 2000.

    Aquí la artista propone a una cantaora envuelta en traje de gitana que anda sentada en una silla, amordazada por los brazos y la boca. 

  • 12 de 15

    Bailaré sobre tu tumba.

    Una de sus obras más representativas, entre el vídeo y la performance. Denuncia la violencia de género en cuatro actos y dibuja la dominancia del hombre agresivo en forma de baile frente a los tacones rojos y flamencos de la mujer. 

  • 13 de 15

    Pata negra, 2008.

  • 14 de 15

    Relicario, 2009.

  • 15 de 15

    La Reencarnación, 2006.