Montaje en el Prado, de 2015, con fondos de Picasso Kunstmuseum de Basilea.

Montaje en el Prado, de 2015, con fondos de Picasso Kunstmuseum de Basilea. Efe

Arte las fronteras del arte

Opa del Prado al Reina Sofía para recuperar a Picasso

La pinacoteca quiere ampliar su marco histórico de acción y disponer de los fondos de las vanguardias del siglo XX, en poder del "museo hermano".

3 noviembre, 2016 00:22

Hace un año el Reina Sofía entregó 824 obras al Prado y recibió 31 de éste. El movimiento cerraba un capítulo de la museografía española abierto hace 20 años para dar cobertura legal al traslado del Guernica, del Prado al Reina Sofía. Con la ley firmada entonces se dictaron las fronteras artísticas que separan un museo del otro, el arte clásico del arte contemporáneo. Pero no fue hasta 2015, como adelantó este periódico, cuando se ejecutó la norma y en estas dos décadas de retraso, los límites temporales no se han movido un ápice.

Nos interesa Picasso, porque ofrece la oportunidad de reflexionar sobre el progreso de la Historia del Arte

Según esta fórmula, todos los artistas nacidos antes de que diera a luz Pablo Picasso (1881) pertenecen al mundo de los clásicos, los nacidos después del genio malagueño, al de la contemporaneidad. Para el Prado este acuerdo debe revisarse, como ha podido saber EL ESPAÑOL. “Como ocurrió con el siglo XIX, las colecciones del siglo XX terminarán desembarcando en el museo histórico”, dice Miguel Zugaza, director del Museo Nacional del Prado, a este periódico.

Zugaza reclama “un debate intelectual y sin polémica” para determinar los límites artísticos entre una institución y otra. “Manuel Borja-Villel [director del Museo Reina Sofía] y yo lo tenemos muy claro: hay que hablar de estas fronteras para reflexionar sobre ello. Y él está abierto. Debe quedar claro que no se trata de rivalidad entre personas ni instituciones, sino una responsabilidad entre museos”, explica Zugaza.

El Gran Prado

Con la celebración en 2019 del bicentenario, la reforma del Salón de Reinos y la creación del proyecto “el Gran Prado”, la revisión de las fronteras para que el museo entre a formar parte del siglo XX y que el siglo XX entre a formar parte del museo. Los fondos del museo acaban con la Restauración borbónica, a finales del siglo XIX. Ahora la pregunta que se abre es si Picasso -y Guernica- tiene más sentido en el Prado, como pidió el propio autor, o en el Reina Sofía.

Otra de las vistas del Museo del Prado con obra de Picasso.

Otra de las vistas del Museo del Prado con obra de Picasso. Efe

“Nos interesa Picasso, porque ofrece la oportunidad de reflexionar sobre el progreso de la Historia del Arte”, añade. “El desarrollo histórico de la pintura española no se acaba en la Restauración, se alarga en el siglo XX. Picasso es importante y hay que exponerlo, porque la historia no se cierra. Es progresiva y el Prado aspira a incorporar el arte más contemporáneo. Si no fuera así traicionaríamos la esencia de la fundación del Museo del Prado”.

El surgimiento de los centros de arte contemporáneo obligó a definir los límites de los museos históricos. Miguel Zugaza reconoce estar de acuerdo con Francisco Calvo Serraller cuando dice que el traslado de Guernica fue una medida “coyuntural”, porque este acoplamiento de las colecciones públicas “no puede llevarse a cabo impidiendo el desarrollo natural de museos como el Prado, que, por naturaleza, ha de estar preparado para recoger, con la debida perspectiva, lo que cada sucesivo presente porta artísticamente, en cuanto, como es ley natural, ese presente se transforma de súbito en pasado”.

Es importante recordar que en 1992 al Museo del Prado le fue sustraído el legado Picasso

El Catedrático de Historia del Arte Contemporáneo escribe esto en el libro Breve Historia del Museo del Prado, publicado en los noventa y reeditado en 2015, en el libro Introducciones al Museo del Prado, editado por la Fundación Amigos del Museo del Prado. “Es importante recordar que en 1992 al Museo del Prado le fue sustraído el legado Picasso y una buena porción de las mejores obras de la vanguardia histórica que le habían sido específicamente donadas por sus autores o sus propietarios”, añade tajante Calvo Serraller, exdirector del Museo del Prado y actual patrono de la Fundación Amigos del Museo del Prado.

El público internacional

Zugaza insiste en apaciguar el debate, asegura que no pretende enfrentar a dos instituciones, sino “reflexionar sobre las necesidades de la Historia del Arte que nos corresponde contar desde España, con nuestras colecciones a un público internacional”. Pero el posible traslado del Guernica al Prado será difícil que no sea polémico, siendo como es la obra icónica del Museo Reina Sofía.

Lo importante es plantear el problema de cuál es la Historia del Arte y cómo se prolonga el Prado en el siglo XX

“Que sea polémico no quiere decir que sea una verdad histórica. Picasso tomó la decisión de donar al pueblo español con una voluntad determinada. Si Picasso hubiera hecho una donación a un museo de arte contemporáneo habría pensado en otro tipo de donación, muy distinta a la que hizo al Prado. Recordarlo es de justicia histórica. Lo importante es plantear el problema de cuál es la Historia del Arte y cómo se prolonga el Prado en el siglo XX”, cuenta. Apunta que, de hecho, la obra más moderna del Prado es una vista de niños en la playa de Sorolla, firmada en 1908.

El Guernica en el Casón del Buen Retiro, en 1981.

El Guernica en el Casón del Buen Retiro, en 1981. efe

En los últimos años Miguel Zugaza ha introducido a Picasso en tres exposiciones, en 2004, 2006 y 2015. Cumplía el director con esos paseos en los que el pintor recorría con su padre las galerías de los maestros del pasado. En la última muestra, diez obras maestras cedidas por el Kunstmuseum de Basilea, aseguraba que Picasso volvía a “caminar por el Prado, con una naturalidad pasmosa, como Pablo por su casa”. Colocados en la galería central, cruzaba miradas con sobredosis de maestros, desde Tiziano, Tintoretto, Veronés, El Greco, Goya a Velázquez. Un juego de reflejos que diluía el tiempo y descubría una relación natural entre tradición y modernidad, que el Prado reivindicó como propia.

Miquel Barceló en el horizonte

A un Real Decreto sólo puede sustituirle otro. Y para el que se ejecutó con 20 años de retraso, se fijaron varias reuniones, a partir de 2014, con el objetivo de elaborar los “listados actualizados cotejados y depurados” hasta llegar a la relación definitiva de las obras afectadas. En el acuerdo se especifica que las condiciones, “acordadas conjuntamente para favorecer la estabilidad de estos depósitos”, abarcan una duración de 10 años con prórroga. Cada década debería revisarse los parámetros históricos.

Ahora la fecha es el nacimiento de Picasso, ¿cuál sería la nueva fecha clave para reivindicar en la reforma del acuerdo? ¿El nacimiento de Joan Miró, en 1893? “¿Miró? ¿Y por qué no Miquel Barceló [1957]?”, responde Miguel Zugaza.

En el ajuste administrativo del arte de 1995 señalaba varias excepcionesa obras de pintores nacidos antes de 1881, a los que se considera más avanzados a su época. Hay 31 artistas que pasan al Reina Sofía, aunque no les corresponda por fecha. Entre ellos, Darío de Regoyos (1859-1913), Joaquín Mir (1873-1940), Julio Romero de Torres (1880-1930) o Ignacio de Zuloaga (1870-1945).

Picasso dejó por escrito que el mural debería permanecer junto a los clásicos, en el Museo del Prado

La norma apartó al Guernica del Prado (en 1992), pero también al resto de las obras maestras contemporáneas que había atesorado la pinacoteca durante once años. A su muerte, el pintor y antiguo director del Museo del Prado -que nunca tomó posesión del cargo-lega al centro un importante conjunto, entre las que se cuenta una de las pinturas más emblemáticas del siglo XX. Picasso dejó por escrito que el mural debería permanecer junto a los clásicos, por eso se colocó, en 1981, en el Casón del Retiro cuando regresó a España.

El historiador y académico cuenta que el máximo representante de las Vanguardias del siglo XX es ya un pintor clásico con dos siglos: “El genial malagueño vino al mundo en 1881, lo que históricamente le ubica, una vez traspasado el umbral del siglo XXI, en el mismo lugar en que cronológicamente hasta hace poco situábamos a Goya”, dice Calvo Serraller.

Según lo escrito por el historiador, la ley natural señala que el Prado crece en pasado y el Reina Sofía avanza en futuro, desprendiéndose del lastre histórico. El propio Miguel Zugaza ha reconocido a Efe que el Prado tendrá que ir integrando el siglo XX “lo que vaya dejando el otro museo hermano, que es el Reina Sofía”. Hermanos, para lo bueno y para lo malo.