El Príncipe Gitano.

El Príncipe Gitano.

Cultura OBITUARIO

'El Príncipe Gitano', padre del 'Obí, obá'

Famoso por su interpretación de 'In the ghetto', fallece por coronavirus cuatro años después de su hermana, la bailaora Dolores Vargas. 

22 abril, 2020 15:15

Muchos dicen que no tenía la mejor de las voces, pero todos coinciden en que lo que no le faltaba a Enrique Castellón Vargas, más conocido como El Príncipe Gitano era carisma y personalidad. Era un artista de los pies a la cabeza que incluso se atrevió con el inglés despojándose de la vergüenza tan habitual en los españoles a la hora de hablar otro idioma. Nacido en Ruzafa (Valencia) en 1932, Enrique Castellón Vargas falleció el 22 de abril en la residencia de mayores de La Paz de Mandayona (Guadalajara) a causa del coronavirus.  

Enrique saltó a la fama por su interpretación de la canción de Elvis Presley In the ghetto, la cual la Entidad de Gestión de Derechos de actores, dobladores, bailarines y directores de escena ha calificado como "inolvidable". "Inolvidable todo su talento, carisma y rabiosa personalidad", añadía la organización en su mensaje de despedida al artista. 

Se crió en el seno de una familia gitana dedicada a la venta ambulante y a los tratos de ganado e hizo carrera artística en Madrid tras recorrer media España junto a ellos, practicando el cante flamenco y estilos diversos como la zambra y la rumba.

Primo hermano de Sabicas, entre sus seis hermanos se cuentan además el guitarrista Juan José Castellón Vargas y, sobre todo, la mítica bailaora Dolores Vargas 'La Terremoto', que murió cuatro años antes y a quien Enrique acompañó en sus primeras canciones, como Penas de la gorriona o Málaga bella.

A los 14 años debutó en el Teatro Calderón de Madrid en el mismo espectáculo que Lola Flores y muy poco después formó su primer espectáculo, "Pinceladas", llegando a convertirse en una gran figura de la canción española en los años 50, pese a que su pasión real era el toreo, con el que no consiguió la misma repercusión.

Fotografía de febrero de 1967. Muestra a Enrique Vargas, actuando para unos amigos: el novillero Gabriel de la Casa (3i) y el torero Morenito de Talavera (d) y su esposa (4i), en el Picadero el Trébol de la Casa de Campo de Madrid.

Fotografía de febrero de 1967. Muestra a Enrique Vargas, actuando para unos amigos: el novillero Gabriel de la Casa (3i) y el torero Morenito de Talavera (d) y su esposa (4i), en el Picadero el Trébol de la Casa de Campo de Madrid. Efe

Con decenas de espectáculos que recorrieron varios países a su espalda, se le recuerda también por impulsar con generosidad carreras tan célebres como la de Rocío Jurado, Carmen Sevilla, Manolo Escobar o su propia hermana, Dolores Vargas. Se cuenta que fue precisamente en uno de esos espectáculos cuando Escobar escuchó de su boca por primera vez interpretar El porompompero y que, con su aquiescencia, lo terminaría incorporando a su propio repertorio.

Una situación similar se repitió años después con Tengo miedo, que terminó popularizando "la más grande", y de nuevo con Obí, Obá, cada día te quiero más, que obtuvo mayor repercusión en la versión que estrenaron Gipsy Kings a finales de los años 80.

Con más de una treintena de discos publicados y más de 650 canciones registradas a su nombre en la Sociedad General de Autores y Editores, entre los temas que sí trascendieron con su voz se encuentran ¡Ay, Mi Dolores!, Tani o Cariño de Legionario, además de versiones de Delilah y Obladí Obladá.

Como actor destacó con papeles como el de Brindis al cielo (1954), su primer gran rol protagonista, en una breve carrera que llegó hasta el filme Españolear (1969) y en la que sus personajes a menudo se presentaban como El Príncipe Gitano.

Sobre ese apodo artístico, él mismo relató que lo acompañaba desde niño. Rubio y de ojos verdes, ataviado habitualmente con una gorra y una capa de marinero, alguien confundió con una criada a su madre durante un paseo juntos en el que tuvo un percance con un tranvía. "Señora, pues tiene usted un principito", cuenta que le dijeron a su progenitora tras enmendarse el equívoco.

Según confirmó a Efe AISGE, su hija y tutora legal, Lila Castellón, se pudo despedir de él con las medidas de seguridad necesarias después de haberse declarado otro caso de coronavirus en la residencia en la que vivía desde hace diez años. Tras su incineración, la idea de la familia es trasladar los restos cuando se pueda al cementerio de San Justo de Madrid.