Miguel Vagalume.

Miguel Vagalume. César Viteri.

Cultura Háblame de sexo

Miguel Vagalume: "Hay tanta gente que practica sado como la que practica pádel"

22 diciembre, 2018 03:24

Miguel Vagalume es educador sexual, terapeuta y experto en sexología no convencional -poliamor, LGTB, swinger, queer...-: se bautizó a sí mismo como la “mosca cojonera” en su blog Golfxs con principios, en el que reflexiona sobre las distintas texturas y prácticas del placer desde 2003. Ha traducido al castellano las dos únicas guías prácticas para las relaciones abiertas: Ética promiscua (2013) y Opening Up (2015). Dice que de sexo se aprende, primero, hablando. 

¿Cuánto en el sexo es poder?

Eso depende de la lectura que tú hagas de cada situación: toda interacción humana está cruzada por muchas diferencias y van en muchas direcciones. No es un poder arriba y otro abajo. Por ejemplo: un maltratador se relaciona con una mujer aquí en Madrid. Piensas “bueno, claramente él es el poderoso porque estamos en una sociedad que propicia su poder”. Pero a lo mejor él es negro o no tiene papeles, o ella tiene una posición social más alta y demás: las cosas se complejizan. Se dan muchas estructuras de poder a la vez. 

Pero entonces, ¿los privilegios y desigualdades se dan en cualquier tipo de sexo, no sólo en el normativo?

Sí, pero yo también he ido cambiando mi forma de pensar y ampliando al respecto. Sólo cuando decimos “sexualidad no convencional”, aunque sea bienintencionado, estamos asumiendo que hay un “sexo normal” y un “sexo raro”. Pero es que ahí te estás cargando la idea de que todo el mundo es diferente. Lo preguntan en las consultas: “Oiga, ¿yo soy normal? Es que fantaseo con esto...”. A veces estar hablando de un tema nos hace no salir de ese paradigma, del de “no convencional” y del de “la norma”, y nos sigue limitando y recolocando en el mismo sitio. Salir de ahí requiere una educación sexual que está desaparecida. Nos seguimos moviendo en los conceptos del siglo XIX. 

¿Qué educación sexual cree que es la adecuada para los adolescentes?

Yo suelo proponer más educación sexual para formadores y familias. No he trabajado con adolescentes, no me he movido en ese terreno. Nosotros damos un curso de siete meses: son siete meses hablando de educación sexual desde otro punto de vista, desmontando, revisando, poniendo otros cimientos a un montón de ideas que tenemos enredadas. Revisamos las ideas de “instinto” y de “impulso”, de cómo se entiende el deseo normalmente, de cómo se entienden las relaciones normalmente, de lo que es diversidad, de qué es ser “hombre” o “mujer” normalmente… hace falta una revisión a largo plazo, no es nada que se resuelva en 15 minutos, con dos imágenes de Instagram o con un taller de dos horas.

No necesitamos saber más de sexo, necesitamos saber mejor. No acumular más datos, sino hacernos preguntas hacia atrás. Por ejemplo: dices que eres mujer, ¿por qué te consideras mujer? O: dices que te atrae esta relación, ¿qué es lo que te atrae de esta relación? O: ¿por qué te relacionas? ¿Por perpetuar la especie, por deseo hacia esa persona, por excitación sexual? Hay que ir desmontando todo eso y saber qué hay debajo de las cosas que damos por hecho todos los días.

Ha escrito que tener más sexo no es sinónimo de ser más feliz. Ni siquiera es un contabilizador de la salud de la pareja. 

Claro, es que en la prensa se suele escribir cosas como “aumenta tu deseo”… Estos líos de mezclar deseo, excitación, placer… ¡en la misma frase!, y no darse ni cuenta de que se está mezclando todo. Para empezar, el siglo XX ha sido el siglo del sexo porque nos inculcó la idea de que teníamos que liberarnos, de que teníamos que dejar de reprimirnos… es una idea arrastrada desde los años treinta y puede ser dañina porque acaba en: cuanto más sexo tengas, mejor, con cuanta más gente te acuestes, mejor, cuanto más orgasmos tengas, mejor. A veces creíamos que por ahí íbamos en el camino correcto, pero cada consejo es fruto de la época en la que se da.

Tener más sexo o más orgasmos no quiere decir ser feliz. Depende de cómo llega ahí, depende de cómo vives y cómo te entiendes y cómo te conoces. “Feliz” se me hace una palabra muy grande. Pero, ¿para qué tanto sexo y tantos orgasmos si aún no hemos ni resuelto cómo nos llevamos con nuestro cuerpo? Fíjate en frases como “tengo manos de mujer” o “tengo pies de hombre”. Madre mía: la manera que tenemos de entendernos es como si tuviésemos piezas que no sabemos de dónde vienen y que no encajan. Nos han dicho que hay un ideal y sentimos que no encajamos en él.

Nos han vendido que el sexo es proporcional al éxito. 

Sí. Es que en sexología aún dicen que la cantidad de relaciones sexuales que tenemos dice algo de nosotros. Primero, ¿qué son las relaciones sexuales? ¿A qué nos referimos con eso? ¿A que uno tenga un orgasmo, a que lo tengan los dos? La cantidad de sexo de una pareja no es el termómetro de su relación. No tiene nada que ver con su estado de salud. Hay que hablar de otras cuestiones cuando se estudia cómo está evolucionando una relación, no sólo observar esa conducta. Es la herencia de la sexología americana de los 50 y 60, la frecuencia, lo que podemos medir. Pero no es tan simple. Es como “si follamos poco, estamos fatal”. No, no existe ni la relación ideal ni la manera ideal de relacionarse.

¿Qué opinión le merece el BDSM y cómo valora su pertinencia dentro del debate feminista? Hay quien no lo considera compatible. 

Mi opinión es buena, soy practicante. Se patologizó a finales del siglo XIX y se estableció que esas conductas había que arreglarlas en una consulta. Pero ha ido desapareciendo de los listados de enfermedades, en Noruega, Dinamarca… desde 2010 ha ido desapareciendo. Hay que romper tabúes: hay tanta gente que practica pádel como gente que practica sado. Es como: ¿hacer dieta significa que seas anoréxica? No. Pero entre la gente que hace dieta puede haber una anoréxica. Seguro. ¿Que practiques BDSM significa que eres un descerebrado? No, pero entre toda la gente que practica BDSM puede haber alguna.

No se puede simplificar tanto. Si contabilizamos las mujeres asesinadas en los últimos años, ¿podemos dictaminar que las relaciones heterosexuales son peligrosas? No es la manera de construir. Hay un determinado sistema que facilita que eso se vea de determinada manera, sí, pero no es tan sencillo como causa-efecto. Y lo del BDSM igual. Yo he traducido un par de manuales sobre este tema. Uno es de la autora de Ética promiscua. Los que lo practicamos nos comemos mucho la cabeza, pero el BDSM ha puesto sobre la mesa la cuestión del consentimiento. Lo lleva planteando desde los años ochenta, como mínimo. El famoso acrónimo SSC: sensato, seguro y consensuado. El consentimiento está todo el rato en el centro del BDSM y se ha ido afinando con los años. Si buscas en internet verás cosas sacadas de contexto, pero eso no representa las prácticas habituales, sino el folclore.

¿Será el siglo XXI el siglo en el que se acabe la tendencia a la monogamia?

No lo creo. La atracción siempre se produce de uno en uno, no de dos a uno ni de uno a dos. Yo lo suelo resumir muy rápidamente así: cuando apareció el divorcio no se divorció todo el mundo, sino quien quería solamente. Y con esto pasa exactamente igual. Sí ha habido un cambio de mentalidad. En España se publica muy poco sobre el tema, nada comparado con los países anglosajones. Se sigue viendo como una moda o como una práctica no convencional más, pero hay que entender que ha cambiado la mentalidad, como sucedía con el divorcio. Desde luego seguirá habiendo parejas siempre, pero ahora se ha abierto la posibilidad de vivirlas de otra manera. Hay posibilidad de construir otro tipo de relaciones. 

Quizá con las relaciones abiertas se evite la falsedad o la infidelidad de las relaciones de pareja. 

No te creas, pueden ser igual de buenas o igual de malas. Como suelo decir yo, la estructura de la relación no determina el funcionamiento de la relación. Si la dinámica es tóxica lo va a ser en una pareja, en un trío o lo que sea. Sean tres, dos, ocho. Lo que importa es cómo funciona la relación y si sus integrantes se encuentran a gusto. Hay relaciones monógamas y tóxicas. Pero hay proselitismos, se tiende a idealizar las nuevas relaciones.

Entonces, ¿se puede ser infiel en el poliamor?

Claro. Puedes engañar y faltar a la confianza de alguien y lo puedes hacer tanto en una relación monógama como en una relación no monógama. 

¿Podemos vivir sin celos?

¿Tú has visto la película ‘Del revés’? Hay un momento en el que se preguntan qué hacer con la emoción de la tristeza. Pues esto es igual: la tristeza no sobra, y los celos no sobran, nos resultan útiles para ciertas cosas. “Celos” es una especie de palabra paraguas que define un montón de emociones: miedo, enfado, inseguridad, tristeza… y segundo, los celos son humanos y es normal sentirlos. Lo importante es qué haces a partir de ellos. Venimos de una cultura que hasta hace tres días justificaba que un hombre matase a una mujer por “crimen pasional”. Hasta los sesenta pasaba eso. No hay que eliminar los celos ni la tristeza, no podemos vivir sin eso. Se puede intentar evitar todo lo posible. Puedes intentar que el día que estés triste no te tires de un séptimo piso. Y con los celos, igual. 

¿Cómo ha cambiado el sexo en España desde el 75, desde la muerte de Franco?

El último estudio del CIS fue hace diez años. No se están haciendo estudios adecuadamente sobre lo que está pasando y no me gusta fiarme sólo de lo que se dice. Porque lo que la gente dice es de lo que quiere presumir. Otra cosa es lo que sucede detrás. Todo el mundo dice “pues follo mucho, tal”, pero no cuentan lo que sienten cuando llegan a la cama y no saben acercarse a su pareja. Los desencuentros de pareja con muy comunes, el irse alejando… es un enredo habitual y del que poca gente habla. Nuestra vida sexual es lo que ponemos en el escaparate como vida sexual, pero no todo es tan maravilloso.

Pero la irrupción de las aplicaciones habrá influido en nuestra forma de entender el sexo. Tinder, Grinder… sin embargo, la gente está triste. 

Es lo que te decía antes con el tema de la educación sexual: Grinder es un catálogo de cuerpos, de torsos que vas pasando… torso, torso, torso. Hay que tener un determinado cuerpo y si te sales del patrón, ya no encajas. También sucede con los heteros y sus exigencias concretas en chicos y chicas. Ahora estamos en una época en la que hay que estar muy delgado, pero ah, no como en los ochenta, cuando Tequila o Parálisis permanente. Ahí la gente debía estar muy, muy flaca, pero ahora hay que estar flaco y, además, musculoso.

Lo bueno que tiene internet, cuando eres parte de cualquier sexualidad no convencional, es que te facilita muchísimo el contacto con otros como tú. Antes de internet tenías que ver una revista, un anuncio, escribir una carta… madre de dios. Tardabas meses en conocer a alguien. Con internet la gente se ha ido encontrando. De todos modos, a veces se mira Tinder y Grinder como si fuesen lugares de promiscuidad y eso fuese malo, pero ¿y Facebook, e Instagram? Es lo mismo y se hace lo mismo en todas partes, pero da la sensación de que esas aplicaciones no tienen que ver con sexo y ya por eso no son tan peligrosas.

El porno. ¿Es bueno o malo para la educación sexual?

Ese es el eterno debate. Pero siempre se hace esta pregunta sin contar la otra parte, que es: ¿por qué se está promocionando todo el rato el analfabetismo sexual en España? No hay educación sexual en ninguna parte. Los jóvenes están en la pubertad, en medio de unos cambios personales de la hostia, nadie les habla el tema, nadie les explica nada, y buscan en internet y encuentran porno. Es normal. Eso es responsabilidad de los padres y los educadores. Y ya se encargan las productoras de porno de pagar para que sea lo primero que encuentren. Hay que hablar de sexo mucho y bien, y no sólo de lo que vende, de lo marciano, de lo folclórico, sino de absolutamente todo, también de lo sencillo.

¿Qué le hubiera gustado que le explicaran a usted con 16?

Seguramente me habría gustado que existiera internet, porque eso después facilitó que encontrase a todo el mundo. ¡Es que es muy complicado…! Por ejemplo, si te gusta el sado y eres de un pueblo de Albacete, crees que estás solo, pero con las redes sociales entiendes que hay cientos de miles de personas como tú. Ah, que no, que no somos doce. Hay más practicantes de sadomaso que pelirrojos, pero se sigue considerando más raro lo primero.

¿Cuál es el gran tabú sexual de la España de 2018? 

La gran mayoría de tabúes vienen de relaciones no monógamas. El mayor tabú es el miedo a no ser normal. Esto viene de una tradición: el “no te señales”. El no significarse. El no querer destacar. Nos lo han dicho toda la vida nuestros padres. Si haces un repaso histórico somos un país de limpiezas. Judíos, gitanos, árabes… aquí nos pasamos la vida eliminando lo distinto. No hay una cultura de la admiración a la excentricidad, como sucede en Reino Unido. Otros países han entendido que con la diversidad salen ganando. Aquí tendemos mucho a la uniformidad. Hay miedo a salirse del grupo.

¿Por qué cree que sucede eso en España? 

Pues no es extraño que pase porque seguimos siendo un país del sur de Europa con pocos recursos y dependemos mucho del grupo. No podemos descontrolarnos, ni descolgarnos… o nos quedaremos en la calle o sin recursos. En España nadie se la juega por expresar su sexualidad por la precariedad. Si eres diferente te condenan a la marginalidad o ala pobreza. Es muy complicado.