Oteyza

Oteyza Alex Carrasco

Cultura

Oteyza, el diseñador que viste al hombre femenino

30 junio, 2018 02:29

Oteyza es un viaje hacia la identidad a través del tiempo. Aunque en sus manos la línea temporal ni es recta ni es rígida, ellos prefieren hilvanar de forma precisa conceptos, formalismos e ideales que serpentean por la historia hasta el presente, para afrontar un discurso que trasciende lo formal y se introduce en conceptos tan candentes en este momento como la identidad de género, la identidad nacional y la identidad cultural.

En su sastrería (Calle Conde de Xiquena 11, Madrid), los parámetros de la moda contemporánea se desvanecen. En este universo todo es contención y tranquilidad, una energía que parece olvidada en la moda. Obras de Chillida y Picasso penden de las paredes, suena ópera de fondo y hace frío. Un frío que, decía Balenciaga, “ayuda a pensar”. Pareciera que esta casa, más que una firma de moda, fuese el refugio de todos aquellos que han decidido desconectarse de su tiempo, sobreviviendo al presente actuando y vistiendo como personajes decimonónicos.

Pero si rascas sobre la superficie descubres que Oteyza es la consecuencia contraria, fruto de haber observado la sociedad y la moda contemporánea durante largo tiempo; es un proyecto joven en su materialización, pero maduro en su concepción: “llevamos tiempo reflexionando con cierto pesar no sólo en cuanto a la evolución de la moda masculina, que parece en estado de letargo, si no también en cuanto a cómo la afronta este género”, explica Caterina Pañeda, la mitad femenina de esta casa, nieta y biznieta de sastres. “Nosotros lo llamamos ‘el cambio del paradigma’: entendemos que, desde hace 200 años, el traje de 3 piezas masculino sigue siendo hegemónico, a penas ha evolucionado y es necesario hacer una transgresión”, añade Paul García de Oteyza, cuya familia ha estado involucrada en el comercio de paños, especialmente de lana merina.

Moda

La apariencia es pensar en Oteyza como en una casa de sastrería masculina. No en vano, su salto a la primera fila de la moda les llegó en Pitti Uomo, el escaparate mundial de las primeras espadas del sector, donde “fue un shock” cuando, para inaugurar la feria hace 2 años, hicieron ‘bailar’ capas y capotes, una prenda masculina española olvidada, “que formaba parte del ideario del fetiche, de lo folklórico, donde acudían personas atraídas por la tradición”, dicen. Tras el impacto –o a pesar de él– y tras la apariencia, prevaleció una suave brisa femenina en toda la propuesta (en el tratamiento de los colores, la elección de los tejidos, la actitud de los modelos…) que anunciaba mujeres vestidas siguiendo los mismos parámetros que sus acompañantes masculinos, tanto en actitud como en ejecución formal, pero manteniendo su esencia. Ambos, hombres y mujeres.

Pitti Uomo

Pitti Uomo Alex Carrasco

“En nuestro trabajo, ellos y ellas juegan el mismo papel”, comenta Caterina. Quien reivindica y crea para mujeres “a las que les gusta la moda y quieren disfrutar tanto de la experiencia de hacerse algo exclusivamente para ellas, como de diferenciarse con hechuras novedosas generalmente llevadas por hombres, pero que les otorgan la máxima elegancia y feminidad”. Una afirmación osada en un sector cuyo encaje de géneros ha sido siempre complicado. La moda ha tendido históricamente a segregar a hombres y a mujeres, aunque haya explorado sin éxito –sobre todo para el hombre– los territorios de lo unisex, la androginia y del travestismo.

“La evolución del hombre y la mujer ha sido radicalmente diferente en la moda, puede que éste sea uno de los pocos sectores donde la mujer ha contado con más libertad y poder que el hombre”, añade Paul, para quien buscar esos extremos para el hombre pueden ser loable a nivel creativo y de impacto, “pero nosotros no vamos por ahí, creemos en el equilibrio y en un cambio tranquilo, porque al hombre aún le queda mucho trabajo por hacer”.

Equilibrio

Ambos reflexionan sobre si al buscar el equilibro entre lo masculino y lo femenino en el hombre están construyendo un puente que acerca a ambos géneros. De ser así, dice Paul, “se ha dado de una forma natural y no pretendida, gracias a la impecable intervención de Caterina”. Es evidente que el estímulo de Oteyza incita al hombre a tener una sensibilidad más femenina de la moda, implicándole de una forma activa para ir rompiendo sus cadenas de estilo y género, “y todo ello sin extremos, sin cruzar esa delgada línea de la exhibición o el disfraz”, dice Caterina. Y añade: “pese a haber maravillosas excepciones dentro del hombre, su estancamiento es apabullante. Quizás la base sea psicológica, necesitamos un despertar de la fuerza…¡de la fuerza masculina!”.

El gran público puede llegar a alucinar al oír hablar de cambio en un entorno lleno de capas, capotes, calzas, jubones y sombreros de ala ancha. La transgresión tranquila y equilibrada que desean liderar, ese “cambio de paradigma” que persiguen, está basada en recuperar la esencia de la elegancia española, que comúnmente se confunde con nuestro folklore. “Al contrario que la moda italiana, que ha sabido evolucionar, especialmente en los tejidos, que han transformados y revolucionado; o los ingleses, que son grandes conservadores, pero que no pueden reprimir su inercia de renovación desde la tradición, en España hemos vivido una gran época de oscurantismo”, explican.

Oteyza Robert Spangle

Oteyza Robert Spangle Alex Carrasco

Esta falta de reivindicación de nuestra identidad nos ha alejado de una evolución que Oteyza desea subsanar, concretando sus aportaciones en detalles que, aunque sutiles, apuntalan los cimientos de una evolución que se prevé enorme. Un claro ejemplo de este cambio tranquilo fue cuando conjugaron el capote segoviano con el sombrero cordobés, tanto para hombre como para mujer, “nos llovieron las críticas de los más puristas”, comentan, “aunque hoy esos mismos puristas son nuestros mayores seguidores, porque entienden que lo hemos hecho con respeto y para conectar estas prendas con la sociedad actual”.

El discurso de Oteyza parece que va calando poco a poco. Ellos mismos visten tan cual hablan. Durante la entrevista entran en la sastrería dos hombres de perfil radicalmente diferente. Uno es joven y de aspecto contemporáneo, profesional internacional, se prueba varias piezas antes de la entrega final del traje; va a viajar a Nueva York, escucho. El segundo es de edad adulta, entra y saluda a Paul, “¡hombre, el rabino!”; de aspecto más clásico, va a viajar a París y quiere sorprender allí. Paul le tienta con unos nuevos tejidos que han llegado. El cliente se deja tentar: confía. Ahí está uno de los casi imperceptibles campos de estudio y trabajo de Oteyza, en la materia prima, otro elemento de segregación de genero en la moda y uno de los elementos troncales históricamente de del sector casi olvidado en el presente por los consumidores.

Igualdad

Aquí no, en esta casa los tejidos son los mismos para hombres y mujeres, y son parte de su aportación no sólo a esa disolución de las barrearas de género, más aún al propio sistema de la moda y a nuestra identidad cultural. No en vano, en su última presentación la primera fila de su desfile no la ocupaban ni estilistas ni bloggers ni editoras de moda, sino ovejas merinas. “La oveja negra merina española está en peligro de extinción y por eso quisimos alertar al público sobre esta triste realidad”, dice Caterina. De ahí que en Oteyza lleven más de un año trabajando en un proyecto de recuperación de la cabaña lanar y posterior producción de los paños con los que han realizado esta colección. “Somos herederos de una enorme tradición y la oveja merina fue la que nos dio de comer, fue conocida como ‘el oro español’, hasta tal punto que estaba penado de muerte vender un a oveja merina fuera de España. Desde la perspectiva de Oteyza no es sólo una responsabilidad, es toda una oportunidad, para nosotros y para nuestra cultura”, apunta Paul.

Corte matadero

Corte matadero Alex Carrasco

Volatilidad. Es la palabra que resumen la situación actual de la moda y el techo al que podría llegar la propuesta de Oteyza, puesto que en el sistema actual todo cambia o varía con facilidad y de una forma poco previsible. “Casa de moda” es un término, como la capa o el sombrero de ala ancha, perdidos en un pasado de la moda donde los modistos disponían del estilo, el oficio y, sobre todo, del tiempo necesario para crear y ver evolucionar una propuesta formal y estética personal. Hoy, los modistos son directores creativos y las casas de moda son marcas, ni unos ni otras disponen del tiempo para conocerse y evolucionar juntos.

“Nosotros queremos mantener una coherencia a través de establecer una línea de estudio e investigación clara, y verter sobre ella todas las influencias que identificamos como oportunas e interesantes, y que ello genere un camino de largo recorrido. Es nuestra guía y forma de trabajo”, comentan como contraposición a su comportamiento alternativo a las marcas y firmas de moda contemporáneas. Al ser interpelados sobre su futuro, tienen claro que acaban de iniciar un viaje de largo recorrido. “Quién sabe, igual dentro de cinco años nos volvemos a encontrar y estoy yo con una falda. Pero también te aseguro que la falda será como esa línea de Picasso, sin más atributos”, concluye Paul.