Las tortas de aceite, conocidas también como tortas de Aranda, son unos panes planos, redondos, con mucho aceite añadido y con un cierto aire a la focaccia italiana. No quedan tan alveolados, son un poco más densos, pero es un pan fácil de hacer y que suele gustar siempre a todos.

En Castilla y León es muy típico tomarlas junto a un buen plato de lechazo, pero la realidad es que son perfectas para servir junto a un plato de embutidos en el aperitivo o también cerca de ensaladas. Esa carga de aceite de oliva virgen extra que lleva - es crucial la calidad del aceite que se utilice - lo hace perfecto para acompañar platos livianos que lleven algún cítrico o algún vinagre como una ensalada de escarola, ciruelas y jamón o un escabeche de pollo.

Hacer pan en casa es más fácil de lo que se piensa, pero hay que tener claras ciertas premisas. Es importante un muy buen amasado, para que se desarrolle bien el gluten, pero tampoco es bueno pasarse de vueltas. Es crucial la fermentación, para que entre el aire en el pan y luego quede esponjoso, y también es clave el horneado para conseguir que crezca dentro del horno de manera perfecta.

Este pan, además, es perfecto para ser congelado una vez frío. Se puede dividir en porciones triangulares, congelar y cuando se quiera disponer de "pan recién hecho" sólo habrá que meter cada trozo en el tostador y darle un par de minutos para que se quede crujiente por fuera y tierno por dentro. También se regenera muy bien en la freidora de aire. 

Así se hacen las tortas de Aranda o tortas de aceite

Ingredientes

  • Harina de fuerza, 500 g
  • Agua, 320 ml
  • Levadura seca de panadería, 3 g
  • Sal, 10 g
  • Aceite de oliva virgen extra, 60 ml + más para el final

Paso 1

En un bol, disponer la harina y hacer un hueco en el centro de esta, como un volcán. Ahí, añadir el agua, el aceite y la levadura y mezclar todo bien poco a poco, añadiendo cada vez un poco más de harina. Está bien ayudarse con una espátula de panadería. Lo ideal es utilizar agua a temperatura ambiente si el ambiente es templado, si está demasiado fría se retardará la fermentación. No puede estar tampoco muy caliente.

Paso 2

Cuando la masa ya sea manejable, será el momento de sacarla del bol y seguir amasando a conciencia encima de la mesa. Añadir la sal y seguir amasando. Se puede mover también la masa a una amasadora si disponemos de ella. Hay que amasar hasta que la masa sea elástica y brillante, tierna.

Paso 3

Hacer una bola y dejar fermentar la masa en un bol aceitado previamente. Tapar con un film por encima y dejar fermentar en un lugar templado fuera de corrientes de aire. Tendrá que doblar el volumen, el tiempo dependerá del calor que haga en casa. Cuanto más calor, más rápido es todo. 

Paso 4

Cuando ya haya doblado el volumen, desgasificar y volcar sobre una superficie aceitada o enharinada o un papel de hornear. Dividir la masa en tres piezas, o más si se quieren hacer tortas de aceite pequeñas, y hacer la forma de las tortas aplanando con las manos. Añadir un poco de aceite, tapar con papel film a contacto y dejar fermentar de nuevo durante 1 hora o el tiempo necesario para que casi doble el volumen.

Paso 5

Calentar el horno a 200 ºC y, cuando ya haya doblado el volumen, quitar el papel film, hacer unas hendiduras con los dedos en la masa y agregar una buena cantidad de aceite por encima. Añadir, si se quiere, también un poco de sal en escamas. Llevar al horno y cocinar durante unos 20 minutos aproximadamente o hasta que esté dorado. Lo ideal es deslizarlo a una bandeja que ya esté caliente en el horno o unas piedras refractarias. Dejar enfriar sobre una rejilla levemente cuando esté ya cocido antes de servir.