Una pareja abrazándose.

Una pareja abrazándose.

Salud

Lo que dice la psicología sobre las personas que abrazan mucho a sus parejas en España: el aviso de los expertos

Según una nueva investigación, las personas narcisistas pueden convertir el contacto físico en una forma de control en lugar de una muestra de cariño.

Más información:Lara Ferreiro, psicóloga, advierte sobre los amigos que tardan días en contestar un Whatsapp en España: "Suelen tener narcisismo"

Publicada

Las claves

Un estudio de la Universidad de Binghamton revela que algunas personas usan el contacto físico, como los abrazos, para manipular a sus parejas.

El estudio identifica dos conductas problemáticas: la aversión al tacto y el tacto coercitivo, utilizadas para controlar y castigar a la pareja.

Se descubrieron diferencias de género en el uso del contacto físico, con hombres buscando reafirmación y mujeres usando tácticas manipuladoras.

La investigación sugiere que el contacto físico podría utilizarse como herramienta terapéutica para fomentar relaciones más saludables.

“Abrázame, abrázame, que tengo miedo de no volver”. La frase, extraída de una canción de La Oreja de Van Gogh, es solo un ejemplo de las muchas obras artísticas que tratan una idea muy extendida en nuestra cultura: el abrazo como sinónimo de amor, cariño, refugio y protección. De hecho, está demostrado que un abrazo reduce el estrés y libera oxitocina, la llamada “hormona del amor”.

Sin embargo, un nuevo estudio advierte que, en determinadas personas, este gesto íntimo de contacto físico, puede dejar de ser un gesto afectivo para convertirse en una herramienta de manipulación y poder dentro de la relación.

Una investigación dirigida por el profesor Richard Mattson, de la Universidad de Binghamton, y publicada en Current Psychology, explora cómo ciertos individuos emplean el contacto físico con fines coercitivos. “Lo nuevo de nuestro trabajo no es solo identificar usos problemáticos del tacto”, explica Mattson, “sino vincular esos comportamientos con el tipo de persona que los emplea”.

Aversión y tacto coercitivo

Los investigadores detectaron dos conductas principales relacionadas con la manipulación a través del contacto. La aversión al tacto implica rechazo o incomodidad al ser tocado, usada como forma de protegerse de la vulnerabilidad emocional. El tacto coercitivo, en cambio, consiste en ofrecer o negar el contacto físico para controlar el vínculo o castigar a la pareja.

Ambos comportamientos tienen una función común: la autoprotección. “No solo no se obtienen los beneficios del tacto en estas relaciones”, subraya Mattson, “sino que la otra cara de la moneda es que pueden usarse al servicio de uno mismo a expensas de la pareja”.

El estudio también reveló patrones distintos según el género y el tipo de apego emocional. En los hombres, un estilo de apego ansioso se asoció con el uso del tacto como medio para obtener reafirmación y calmar la inseguridad. En las mujeres, los rasgos de la tríada oscura fueron el factor mediador que explicaba por qué un apego inseguro derivaba en conductas manipuladoras.

Los autores señalan que quienes presentan niveles altos en estos rasgos tienden a mantener relaciones más breves, “plagadas de dificultades y a veces violencia”, en las que la intimidad se usa con fines estratégicos más que emocionales.

Qué es la Tríada Oscura

La tríada oscura agrupa tres rasgos de personalidad que comparten una falta de empatía y un enfoque instrumental hacia los demás: narcisismo, maquiavelismo y psicopatía. Según Mattson, “la esencia de estas personalidades es una orientación de ‘yo primero, tú segundo’”, lo que se traduce en relaciones desequilibradas y frías.

El narcisismo es el más visible de los tres rasgos. La Fundación AMAI TLP lo describe como una estructura de personalidad rígida y defensiva que oculta una profunda angustia emocional y una autoestima frágil. Por su parte, Mayo Clinic señala que el Trastorno de la Personalidad Narcisista (TPN) se caracteriza por una sensación exagerada de superioridad y una necesidad constante de admiración.

Entre sus rasgos más característicos destacan la imagen de grandeza, la explotación interpersonal, la vulnerabilidad oculta y la racionalización de sus actos. Estas personas suelen vivir absortas en fantasías de éxito, justificando su egocentrismo para protegerse del miedo a la humillación o al rechazo.

El impacto en la salud mental de la pareja

El TPN y otros rasgos de la tríada oscura generan relaciones desequilibradas, centradas en el control y la desvalorización del otro. Las críticas constantes y la falta de empatía deterioran la autoestima de la pareja y pueden derivar en depresión, ansiedad y aislamiento emocional. Con el tiempo, el vínculo afectivo se convierte en un entorno de inseguridad psicológica.

Los especialistas en salud mental recomiendan medidas de autoprotección cuando no es posible romper la relación. Entre ellas, establecer límites firmes, no negociar la realidad frente al gaslighting, mantener una baja implicación emocional (técnica de la “roca gris”) y buscar apoyo terapéutico y social para validar las experiencias vividas y reducir el daño psicológico.

El profesor Mattson sostiene que entender el tacto como posible herramienta de control abre una vía de intervención terapéutica. “Podemos aprovechar el tacto en estos escenarios para tener intervenciones de bajo coste de primera línea para quienes no han aprendido a usarlo de manera saludable y recíproca”, afirma.

El objetivo, concluye, es reeducar el afecto físico para que vuelva a ser un canal de conexión auténtica entre personas y no un medio de poder. En definitiva, transformar un gesto tan humano y tan íntimo, como es un abrazo, en una expresión genuina de bienestar y respeto mutuo.