El diagnóstico del melanoma ha mejorado en los últimos años.

El diagnóstico del melanoma ha mejorado en los últimos años.

Salud

La imparable escalada del melanoma en España: los casos aumentan un 49% en los últimos 10 años

Sin embargo, nuestro país tiene una de las tasas más bajas de Europa, donde los países nórdicos registran las mayores incidencias.

24 mayo, 2024 02:48

En 2012 se aprobó ipilimumab, el primer medicamento de una nueva clase, los inmunoterápicos, llamada a revolucionar el tratamiento de algunos cánceres, entre ellos, el melanoma. Sin embargo, en la década siguiente el número de nuevos casos anuales ha crecido un 49%, y el de muertes, un 8%.

No es la única paradoja aparente de este cáncer. La exposición a la luz solar es uno de los principales factores de riesgo pero su incidencia en los países nórdicos es mucho mayor que en la de los mediterráneos.

Además, pese a que las mujeres acumulan un mayor número de nuevos casos, hay más muertes entre los hombres. De hecho, la mortalidad en varones ha crecido de forma anual en los últimos 20 años, mientras que la de las mujeres ha descendido.

En 2024 se diagnosticarán 7.881 nuevos casos de melanoma cutáneo, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica y la Red Española de Registros de Cáncer (Redecan). De ellos, 4.156 lo serán en mujeres y 3.725 en hombres.

El melanoma no es el cáncer de piel más frecuente, pero sí el más agresivo. Se origina cuando los melanocitos, células de la piel encargadas de su pigmentación, comienzan a multiplicarse sin control.

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Al contrario que otros tipos de cáncer cutáneo, este 'salta' a otros lugares del cuerpo con relativa facilidad. De ahí su verdadero peligro.

Los datos de los últimos 10 años reflejan el aumento en el número de casos. La referencia es 2012 (antes no se daban cifras año a año), cuando se estimaron 5.004 nuevos melanomas (2.286 en hombres y 2.718 en mujeres). Ese mismo año, según el Instituto Nacional de Estadística, se notificaron 936 muertes.

Así, diez años después, en 2022, el número de casos había aumentado un 49% (7.474) y el de muertes un 8% (1.011).

"Sí que es cierto que está aumentando la incidencia, pero esto puede deberse a que estemos diagnosticando más", explica Trinidad Montero, dermatóloga del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada y miembro del Colegio Ibero-Latinoamericano de Dermatología, Cilad.

"Hoy en día tenemos mejores herramientas para diagnosticarlo", continúa. Además, el número de diagnósticos en estadios tempranos —cuando no ha habido metástasis—es cada vez mayor, lo que le hace concluir que, aunque el número de muertes haya aumentado, no lo ha hecho al mismo ritmo que la incidencia: se ha mantenido más o menos estable.

Más allá de la playa y los lunares

En términos relativos y ajustados a las características de la población, en los últimos 20 años la incidencia ha pasado de 12 casos por 100.000 personas a 15,1 casos en mujeres, y de 12 a 15,4 en los hombres, siendo el octavo y undécimo cáncer más diagnosticado de forma anual, respectivamente.

La doctora Montero apunta que las diferencias en el número de diagnósticos absolutos entre hombres y mujeres se debe a una mayor atención y cuidado de la piel en ellas que en ellos. Las quemaduras solares, sobre todo en la infancia, "son el principal factor de riesgo del melanoma".

La luz solar, con todo, no es la única responsable. En realidad se trata de los rayos ultravioleta, y estos pueden ser dañinos aunque no vengan del Sol: se ha relacionado el uso de cabinas de bronceado, que utilizan rayos UVA, con una mayor incidencia de este cáncer.

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Cuando se habla de exposición a la luz solar solemos pensar en tomar el sol en la playa o la piscina. Normalmente no somos conscientes de que los trabajos al aire libre implican un gran número de horas de exposición.

Esto es una combinación mortal para los hombres, que acaparan la mayoría de empleos al aire libre, por ejemplo, en sectores como la construcción. De ahí una menor conciencia (es decir, menos diagnósticos) pero una mayor mortalidad.

La exposición a los rayos ultravioleta explicaría también la mayor incidencia en los países del norte de Europa, que experimentarían episodios intensos de esta radiación a pesar de que el número de horas de exposición al sol sea menor.

También está el hecho de que un color más claro en piel, cabello y ojos implica un mayor riesgo de sufrir la enfermedad, con las personas rubias y pelirrojas a la cabeza. El número de lunares también influye, aunque solo uno de cada cuatro casos parte de un lunar previo.

De hecho, el melanoma es el quinto tumor más frecuente en la Unión Europea, tanto en hombres como en mujeres: representó el 4% de todos los nuevos diagnósticos de cáncer en la UE en 2020 (con Dinamarca y Países Bajos a la cabeza), así como el 1,3% de todas las muertes.

Cirugía e inmunoterapia

Si la enfermedad no está extendida, la primera opción de tratamiento es la cirugía, "salvo casos como tratarse de una persona muy mayor, que tenga comorbilidades (otras enfermedades) o se trata de enfermedad localmente avanzada", explica Trinidad Montero.

En estos casos, quimio y radioterapia pueden ser una opción, si bien el gran avance en los tratamientos del melanoma han venido de las inmunoterapias y las terapias dirigidas.

Las inmunoterapias hicieron su aparición a principios de la década pasada y ha sido el melanoma donde más han marcado la diferencia.

Algunas de ellas, como pembrolizumab, son ahora ampliamente utilizadas en un gran número de cánceres distintos, pero sus primeras indicaciones fueron para el de piel.

Hoy por hoy, son la primera opción de tratamiento adyuvante, es decir, tras la intervención quirúrgica. No obstante, hay hasta un 50% de los casos que se pueden beneficiar de terapias dirigidas como dabrafenib y trametinib, ya que muestran una mutación en el oncogén BRAF que los hace susceptibles a estos tratamientos.

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En el horizonte también se encuentran las llamadas vacunas contra el cáncer. Estas no buscan prevenir el tumor primario sino su reaparición tras la cirugía, pero su mecanismo es similar al de otras vacunas: de hecho, se basan en la misma tecnología que las de la Covid, el ARN mensajero.

La novedad es que son totalmente personalizadas: se envían muestras del tumor al laboratorio, se determina hasta una treintena de antígenos (proteínas que están presentes en la célula tumoral pero no en la sana) y se fabrica una molécula que 'despertará' al sistema inmune frente al cáncer.

Actualmente, la vacuna más avanzada ha comenzado la tercera fase de ensayos clínicos, la última antes de la aprobación, pero todavía pasarán algunos años hasta que lleguen a la práctica habitual de los oncólogos.

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Los primeros datos son prometedores: allí donde la inmunoterapia había reducido el porcentaje de recaídas al 40%, las vacunas lo están haciendo al 22%.

Nuevas opciones terapéuticas serán necesarias en el futuro, pues la previsión es que los casos  de melanoma sigan creciendo.

Según las proyecciones de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, de aquí a 20 años la incidencia en hombres y mujeres aumentará ligeramente pero de forma sostenida para estabilizarse allá por 2050.

En ello tendrá que ver la mayor concienciación y el diagnóstico precoz, pero también por factores ambientales. "Cuando el Sol incide con mayor intensidad o si se destruye la capa de ozono, que nos protege de la radiación ultravioleta, es implica que llegará con una mayor incidencia a la tierra", recuerda Trinidad Montero.