Germán Erquicia junto a sus perros en un parque de Cantabria.

Germán Erquicia junto a sus perros en un parque de Cantabria. German Erquicia

Salud

Así es el infierno del TOC: "He estado 9 horas en una calle pensando que había atropellado a alguien"

Más de un millón de personas vive en España con trastorno obsesivo-compulsivo, una condición retratada en la película 'Mejor... imposible'.

1 octubre, 2022 04:06

Abrir la puerta de casa, echar cada uno de los dos pestillos tres veces, encender la luz otras tantas y llegar al baño para lavarse las manos con una pastilla de jabón nueva que, tras ser usada, será depositada en la papelera. Así empieza Mejor imposible, la película en la que Jack Nicholson hizo llegar al gran público el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) que tenía el escritor al que interpretaba.

Germán Erquicia no tuvo que ver aquella película para saber lo que era. Vive desde hace 20 años con este trastorno que padece alrededor del 2,5% de la población mundial y que en España afecta a algo más de un millón de personas, según un estudio publicado en la revista Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology.

"De pequeño iba por la calle con mi madre y no podía pisar las aristas de las baldosas. Si lo hacía, tenía que volver atrás para repetir el camino", relata Erquicia rememorando sus orígenes con esta condición. El TOC es un trastorno que suele comenzar en los primeros años de vida. De hecho, una investigación realizada por profesores de la Universitat Rovira i Virgili (URV) apunta que esta condición tiene una prevalencia estimada de 1,8% en los jóvenes para el TOC clínico. 

Aunque una cosa es el inicio, y otra muy distinta el diagnóstico. Germán, de 36 años, cántabro de nacimiento y pastelero de profesión, lo sabe bien: "A mis padres, que no son ni psicólogos ni psiquiatras, lo que yo hacía les parecía cosa de niños".

Según relata en una conversación con EL ESPAÑOL, no recuerda muy bien cómo se produjo, pero con sólo 16 años puso un pie por primera vez en una consulta psiquiátrica. Después vendrían tres psiquiatras y unos cuantos psicólogos más con los que notaba una mejoría que no le terminaba de convencer. Lo cierto es que el TOC va mucho más allá de un pensamiento o comportamiento repetitivo: "Las obsesiones causan un sufrimiento emocional tan grande que intentar detenerlas solo hace que aumente el nivel de estrés y ansiedad", apuntan desde Mayo Clinic.

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En el caso de Erquicia no fue para menos, ya que terminó ingresando por una ingesta excesiva de ansiolíticos que estaba tomando para el TOC y que casi acaba con su vida. Tras ese suceso, se puso en manos del psiquiatra de la Unidad de Salud Mental del Hospital de Sierrallana (Torrelavega), Óscar Fernández. "Me ha llegado a recibir sin consulta porque me encontraba llorando, con una angustia desbordada", recuerda Erquicia.

El doctor Fernández sí que había recibido ya antes a pacientes con este trastorno. Sin embargo, no eran las patologías más frecuentes en la consulta, ya que estaba acostumbrado a tratar, sobre todo, problemas de ansiedad y depresión. El tratamiento del TOC puede consistir tanto en el suministro de fármacos como en psicoterapia, tanto cognitiva como conductual. Si se combinan ambas, los resultados suelen ser mucho mejores en los pacientes.

700 kilómetros para tratarse

Germán es de Valdecilla, aunque el doctor Fernández le trataba en el Hospital Sierrallana de Torrelavega, a unos 25 kilómetros de su casa. Pese a ser "el caso más grave de TOC" que tuvo este psiquiatra, a Germán lo trasladaron a la Unidad Psiquiátrica del Hospital de Valdecilla. Así, tras varios ingresos en este último, le dijeron que era candidato para recibir estimulación cerebral profunda. Hasta ese momento, él no conocía este tratamiento, pero dio con Aurelio López, fundador de la Asociación TOC Granada y la persona que se lo recomendó.

López no se ha visto afectado por este trastorno, pero su hijo sí. Debido a ello organiza la Reunión Nacional de TOC para Afectados y Familiares, en la que Erquicia participó el pasado año para dar su testimonio: "Mi peor obsesión llegó un día en el que iba conduciendo y pillé un bache con el coche. Al mirar por el retrovisor pensé que había atropellado a alguien. La obsesión volvía a mí una y otra vez. Un día llegué a estar desde las seis de la tarde hasta las tres de la mañana en la carretera pensando en el atropello".

Erquicia reconoce sentirse avergonzado por este hecho que evidencia que el trastorno obsesivo compulsivo puede llegar a ser una condición realmente grave. "La gente que no lo tiene se cree que solo es lavarse compulsivamente las manos. Pero va mucho más allá". El fundador de la Asociación TOC Granada le recomendó que probara la estimulación cerebral profunda. Así que se puso en manos de la especialista de la Unidad de Trastorno Obsesivo-Compulsivo del Hospital de Bellvitge (Barcelona), la doctora María del Pino Alonso.

Esta psiquiatra fue quien atendió a Erquicia y quien le recomendó someterse a la estimulación cerebral profunda, una técnica que consiste en insertar unos electrodos en el interior del cerebro mediante unos cables que van por debajo de la piel y que ha demostrado prometedores resultados en el tratamiento del TOC. Éstos, a su vez, están conectados a la batería que los alimenta y que suele estar alojada en el hombro o en el abdomen. Sin embargo, no es cuestión de un día. "Los psiquiatras tienen que configurar el voltaje, la polaridad y la frecuencia hasta definir cuál es la apropiada para que el paciente esté con la menor cantidad de obsesiones", explica el propio paciente.

Su primera operación se produjo en diciembre de 2019, por lo que las siguientes consultas tenía que hacerlas en coche porque los vuelos no estaban permitidos. "Hice decenas de viajes". Cada uno de ellos de unas siete horas y más de 700 kilómetros. En su hospital, el de Valdecilla, también se realizan operaciones de estimulación cerebral profunda, aunque tan solo a pacientes con párkinson. Aún así, aquellos viajes con mascarilla y justificante en mano merecieron la pena: "Meses después de ser operado noté una notable mejoría, aunque tuve una recaída cuando el edema cicatrizó".

Sin obsesiones desde junio

El doctor Fernández muestra su plena confianza en este tipo de tratamientos: "Las complicaciones que hay son las propias de una cirugía menor, y generalmente van unidas a cuestiones internas del cerebro: una infección en la zona donde se instalan los electrodos o en la que se encuentra la batería". 

Tras este tiempo, Erquicia no ha tenido ninguna recaída grave. Tanto es así, que lleva sin tener una obsesión desde hace ya tres meses. Preguntado por cómo se encuentra ahora con esta 'nueva' vida, Erquicia suspira aliviado: "Ahora me doy cuenta de las cosas realmente importantes que hay en la vida. Por ejemplo, a veces cojo la moto y me voy a un parque de las afueras disfrutando del silencio y de lo bien que estoy". "Quizás", se corrige a sí mismo, "bueno, sin quizás: es lo mejor que me ha pasado la vida".

Al igual que Germán, hay pacientes con TOC que sometiéndose a la estimulación cerebral profunda han conseguido reducir hasta el 50% de los síntomas, como demuestra la reciente investigación publicada en el Journal of Neurology Neurosurgery & Psychiatry. Los autores agruparon los resultados de 34 ensayos clínicos publicados entre 2005 y 2021 incluyeron a 352 adultos con una edad media de 40 años y un TOC de severo a extremo, cuyos síntomas no habían mejorado a pesar del tratamiento. Así, el análisis final mostró que la estimulación cerebral profunda redujo los síntomas de dos tercios de los participantes, que había experimentaron una mejora sustancial dentro del período de seguimiento.