Josefa Ros Velasco, autora de 'La enfermedad del aburrimiento'

Josefa Ros Velasco, autora de 'La enfermedad del aburrimiento' Mariana Frutos

Salud Entrevista

Josefa Ros, la sabia del aburrimiento: "Las personas con tendencia a aburrirse mueren antes"

La desgana es algo de lo más común y normal, pero hay que estar muy atento a sus señales porque pueden causar graves estragos en la salud.

3 mayo, 2022 04:20

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¿Cómo es posible que algo tan banal como el aburrimiento sea capaz de causar dolor y sufrimiento? Esa es la pregunta que se hizo Josefa Ros Velasco mientras hacía su tesis doctoral. Desde ese momento, ha pasado ya más de una década, en la que esta investigadora no ha cejado en su empeño en descubrir cómo nos afecta este fenómeno y qué consecuencias puede tener para nuestra salud.

Sus conocimientos los plasma ahora en La enfermedad del aburrimiento (Alianza editorial), un libro en el que explica todo lo que necesitamos saber sobre este fenómeno. "Como decía el filósofo Hans Blumenberg, gracias al malestar que nos provoca el aburrimiento y del que tenemos que deshacernos, al final acabamos reaccionando y damos paso a lo nuevo", explica esta experta a EL ESPAÑOL. 

Sin embargo, ese 'algo nuevo' no tiene que ser positivo. A veces, se traduce en  conductas de lo más inadaptativas, como beber en exceso. También hay otro problema, el no poder evitar el aburrimiento, hasta el punto de que el síndrome del aburrimiento crónico (Boreout) está reconocido como un desorden relacionado con otras dolencias psicológicas.

¿Qué patologías causa el aburrimiento?

Por ejemplo, los trastornos que tienen relación con la depresión. Experimentar una depresión te va a hacer que vivas más estados de aburrimiento y, a su vez, cuanto más aburrimiento experimentas, va a empeorar tu depresión. Sucede igualmente con las personas que padecen ansiedad y con las que sufren estrés. Pero bueno, me voy a otro tipo de trastornos, como pueden ser los de la conducta del desarrollo de trastornos alimenticios, como es el caso de comer en exceso por aburrimiento, afectaciones en el desarrollo de trastornos relacionados con el sueño, como dormir a deshoras o dormir por aburrimiento, por ejemplo. 

Yo trabajo el aburrimiento en las personas mayores y esas pautas del sueño son comunes en ellos, algo grave en las personas que tienen demencia, ya que empeora sus condiciones cognitivas. 

'Me muero de aburrimiento' es una frase muy común, pero ahora que hablamos de este fenómeno como enfermedad, me pregunto: ¿se puede morir de aburrimiento?

Sí, se puede morir de aburrimiento. Hay personas que piensan que esto es más de la literatura, pero hay casos. Uno es el de George Sanders, también conocido como el dandi de Castelldefels, que según cuentan dejó una nota en la que decía 'me marcho porque estoy aburrido'. Bueno, estos casos puedes decir que son muy especiales, pero en el ámbito sociosanitario residencial de personas mayores yo he estudiado el caso de personas que se han intentado suicidar por aburrimiento y que no lo consiguieron. Ya no aburrido de la vida, que es algo como muy genérico, sino aburridos porque no tienen nada que hacer, no tienen ninguna actividad que sea significativa.

Además, hay un estudio que demuestra que las personas con tendencia al aburrimiento mueren antes, que su esperanza de vida es más corta. Así que se puede morir por culpa del aburrimiento, desde luego que sí. O, al menos, acortar la vida. 

Esto es muy sorprendente

Pues esta relación entre aburrimiento y los homicidios es más vieja que el hilo negro. El primero que la pone de manifiesto es Séneca, que se quejaba mucho del aburrimiento profundo, que al final es un aburrimiento que se genera en base a una acumulación de estados separados de aburrimiento. Incluso filósofos tan importantes como Kant también relacionan el aburrimiento con el suicidio.

Podría pensarse que el aburrimiento es una enfermedad que entiende de clases. Si uno tiene que trabajar todo el día, tiene menos posibilidades de aburrirse, ¿ o no?

En realidad, para nada. Solamente experimenta un tipo de aburrimiento distinto. Si no, que le pregunten a los trabajadores de las fábricas de finales del siglo XIX y principios del XX. Tú puedes tener todo el día lleno de actividades, pero si esas actividades no son significativas para ti, son repetitivas, son monótonas, no requieren de mantener la concentración o un nivel de atención alto, causan aburrimiento.

Eso es parecido a lo que pasa en las residencias, ¿no? Al final, tienen el día tan programado que se aburren

Efectivamente, el problema que vemos aquí es que hay una falta de espacio para la variedad y para la espontaneidad. Es culpa de cómo está montado el sistema, porque los directivos de las residencias tienen que tener planes semanales. Las inspecciones quieren ver cuál es esa serie de actividades que se van a hacer a lo largo del día, pero resulta que en nuestro día a día, cuando nosotros vivimos en nuestra casa, no es así. Nosotros no tenemos todo el día programado de actividades que otros han decidido que son convenientes. ¿Qué hay de las actividades por puro placer? 

El problema está en que no se pregunta a las personas mayores qué es realmente qué actividades quieren hacer. Se piensa que con esto se les da seguridad, pero la seguridad se puede conseguir de infinitas maneras: con la compañía que uno desea, con tener acceso a esos pequeños placeres, un poco más de libertad y autonomía.

¿Cuándo se convierte el aburrimiento en enfermedad?

En general, el aburrimiento se convierte en patológico en aquellos contextos ante los que nosotros no tenemos posibilidad de responder. Es decir, como te decía, cuando nos encontramos aburridos sentimos ese malestar, pero examinamos qué es lo que está fallando y, en función de eso, tratamos de diseñar una estrategia a partir de la cual dejar esto atrás.

¿Dónde está el problema? En aquellas circunstancias en las que somos conscientes de que nos estamos aburriendo y de qué querríamos hacer para dejar de aburrirnos, pero no podemos ponerlo en práctica. Este es el caso, hablamos de entornos limitantes, como las residencia de mayores. Si no se sale del aburrimiento, éste se acaba cronificando y es ahí cuando se convierte en una enfermedad.

Esa falta de libertad de la que hablas también se puede trasladar a la cárcel

Claro y ya no solo es que lo tengas organizado, es que estás en un lugar pensado para que te aburras. Precisamente porque el aburrimiento es doloroso, estás en un lugar en el que se espera que pases mucho tiempo aburriéndote como castigo.

Al final yo pienso que, aunque se cronifique, de todos los aburrimientos se acaba saliendo. El problema está en que en estas situaciones de aburrimiento situacional, frente a esa falta de libertad, acabamos explotando y se produce un colapso porque necesitamos dejar fuera ese dolor que nos está causando el aburrimiento. Y, cuando se reacciona de forma extrema, en los extremos puede habitar la genialidad, pero también pueden habitar los peores monstruos. Es decir, por ejemplo, en el caso del preso con otros presos, va a buscar pelea, va a consumir drogas… Va a llevar a cabo conductas que se consideran desadaptativas.

¿Y no se puede sacar nada bueno del aburrimiento?

Blumenberg celebra que, gracias a que nos aburrimos, avanzamos, progresamos, nos movemos hacia adelante… Independientemente de si luego resulta en algo bueno o malo. Si no fuese porque sentimos ese malestar, no nos sentiríamos impulsados a buscar un remedio frente a la situación que ha dejado de ser satisfactoria y nos quedaríamos donde estamos. Si nos remontamos al homo antecessor, si en ese momento de adaptación nuestros ancestros no hubiesen empezado a sentir aburrimiento, nunca hubiesen estado motivados para desarrollar la cultura. Así que gracias al aburrimiento somos el ser que somos en la actualidad. 

Lo que no está bien es promoverlo a conciencia, bajo la falsa expectativa de que nos va a hacer ser ni mejores personas, ni más creativas ni más inteligentes. Y, por supuesto, papás y mamás del mundo, no fomentéis el aburrimiento en vuestros hijos, al contrario de lo que decía esta reportera del New York Times, en 2019, que sacó el eslogan 'Dejar a los niños aburrirse otra vez'.

¿Qué pasó con ese artículo?

Pues se hizo muy famoso y ahí empezó la proliferación de los blogs de pseudociencia de salud, que dicen que el aburrimiento es sano. El aburrimiento es doloroso, es malestar, es fastidio, no es bueno para la salud. Nadie en su sano juicio querría permanecer en un estado de aburrimiento de forma prolongada, bajo esa promesa de 'oye, pues va a ser bueno, porque es bueno para poner el cerebro en reposo'. Nada en absoluto. Cuando uno se aburre, se le llena el cerebro de pensamientos nauseabundos. Lo último que haces es poner el cerebro en reposo.

¿Hay alguna fórmula para salir del aburrimiento?

Ya nos gustaría, pero esto es imposible. La experiencia del aburrimiento siempre depende de dos factores. Por una parte, del individuo, de su propensión al aburrimiento. Porque cada uno de nosotros somos propensos en un nivel u otro al aburrimiento y esto, de hecho, se puede hasta medir. Existen escalas de medición de la propensión al aburrimiento desde al menos 50 años. Aparte de eso, depende también del entorno. Lo que a ti te provoca que tengas unos niveles de excitación cortical altos, es decir, que tus niveles de tu necesidad de estimulación interna esté satisfecha, no son iguales que los míos.

Vamos, que aunque en redes parezca que la gente no se aburre, todos lo hacemos, ¿no?

Los únicos que se atreven a confesar abiertamente su aburrimiento en las redes sociales son los adolescentes, porque todavía no están inmersos en este mundo adulto en el que queremos dar la sensación de que controlamos a la perfección nuestro tiempo y que somos muy interesantes. Ellos todavía se permiten a sí mismos expresar su aburrimiento. Y, claro, creo que el mensaje último del libro es que tenemos que hablar más del aburrimiento, que no tenemos que tener vergüenza a la hora de hablar de nuestro aburrimiento. Al contrario, que es beneficioso porque a nosotros nos suele aburrir lo mismo, a casi todos nos aburren las mismas cosas y compartir ese aburrimiento en vez de ocultarlo es la única forma de evitar esos escenarios en los que se produce aburrimiento. Mire, si tenemos que dejar de asistir a ciertos eventos que todos sabemos que nos aburren, pero nadie se atreve a confesarlo, pues vamos a darle una vuelta, vamos a reinventarnos o vamos a eliminarlos. No pasa nada. Pero primero tenemos que admitir que nos aburren y dejar de sentirnos culpables por esto.