La psicóloga Nerea Palomares.

La psicóloga Nerea Palomares. Jorge Barreno

Salud Reportaje

Nerea, la psicóloga de los cantantes: del síndrome del impostor al trauma de mostrar tu corazón

Lo que empezó como una casualidad ha llevado a esta especialista en trastorno límite a desarrollar una terapia específica para artistas.

4 julio, 2021 01:57
Marcos Domínguez Jorge Barreno

Noticias relacionadas

Cuando Nerea Palomares se casó, habían pasado algunos años que había dejado de componer canciones, cosa que hacía desde los 14. Tras más de una intensa década dando conciertos, la sola idea de tocar el piano o coger la guitarra le generaba rechazo. Por eso conecta tan bien con la cada vez mayor cantidad de músicos y artistas que acuden a su consulta, sobrepasados por los sinsabores de mostrar sus sentimientos más íntimos al público.

Todo empezó de casualidad. "Hace un par de años vino la mujer de un directivo de una discográfica. Ella me derivó una cantante, y esta a otra, y así… A través del boca a boca, empecé a tener pacientes que se dedicaban a la música". Y ella, psicóloga especializada hasta ese momento en el trastorno límite de la personalidad, empezó a ver puntos en común en todos ellos.

"Son personas que están exponiéndose al público todo el tiempo, sienten incongruencia entre lo que dejan ver y lo que son o cómo están, les cuesta mucho organizarse porque sus horarios no son como los de los demás y, sobre todo, sienten mucha incertidumbre sobre su futuro", algo que se ha disparado con la Covid-19 y la imposibilidad de dar conciertos, aunque "con la pandemia ha habido un aumento de ansiedad, depresión y cualquier tipo de malestar en general".

Para corroborar sus intuiciones, Palomares lanzó una encuesta en Instagram dirigida no solo a cantantes sino a todas aquellas personas que se dedican a exponer su trabajo a los desconocidos, y es que ese mismo boca a boca que llevó a músicos a su consulta también le ha traído pintores, periodistas televisivos y hasta divulgadores científicos.

Las respuestas no le sorprendieron. Una preocupación constante por el juicio de los demás, la comparación con otros, síndrome del impostor, un bloqueo creativo por un exceso de autoexigencia y la procrastinación por la falta de horarios. Frustración, cansancio, miedo y presión son sus sentimientos más habituales.

Sobrellevar la fama sin mascarillas

Estas emociones se encuentran presentes en todos sus pacientes, pero vienen de situaciones distintas asociadas, entre otras cosas, a su nivel de fama. "Una chica me comentaba el otro día que, en un supermercado, se le acercaban fans sin mascarilla y eso le generaba mucho estrés e incomodidad, pero no quería ser borde porque, además, son gente que quiere estar contigo".

Las negociaciones discográficas son otra gran fuente de estrés para los artistas asentados. "Ahora protegen mucho más al artista, pero no dejan de ser una compañía que gana dinero a través de tu trabajo". Entre aquellos que todavía no han logrado asentarse, la incertidumbre de poder seguir dedicándose a su arte es una constante, más todavía ante la falta de conciertos. O la necesidad perenne de mostrarte en redes sociales, la gran plataforma de promoción actual que obliga a estar 24 horas al día pendiente de lo que pasa. "Son muy dependientes del like, se pueden pasar tres horas viendo si una publicación ha gustado o no".

Ante estos problemas, la mayoría de ellos ha experimentado con otras soluciones: yoga, meditación, ejercicio… "Pero son parches, pocos se han puesto para hacer terapia y ver por qué se bloquean cuando no gustan a alguien".

Una gran parte de esos problemas los ha vivido Palomares. Con varios años de conservatorio a sus espaldas, en la adolescencia se lanzó a crear sus propias canciones y meterse en el mundillo cantautor. Paralelamente a sus estudios de Psicología –primero la carrera, luego el máster, después el doctorado, etc.– iba introduciéndose en el mundo de los cantautores y montando sus grupos.

"Había momentos en que daba muchísimos conciertos. Hubo una época en que sí pensaba que podía dedicarme a la música. No había todavía Instagram ni Tiktok y tenías que ir de bar en bar con los CD, esperando que los escucharan… Hay muchas más cosas alrededor de la música que la propia música".

No era fácil compaginar una consulta propia, su trabajo en el Hospital Clínico San Carlos con pacientes de trastorno límite de la personalidad, la carrera investigadora… con los ensayos, los fines de semana dando conciertos y esperando que venga gente -"hubo un concierto en el que solo estaban los camareros del bar donde tocábamos"-, la grabación de canciones, el diseño de la portada, las fotos de promoción y el ir dando a conocer tu música casi de puerta en puerta. 

"No hubo una decisión consciente de dejar la música. Poco a poco lo vas dejando: me fui a vivir con mi pareja, estaba con trabajo y con la tesis..." Cuando nació su primer hijo la música había quedado atrás.

Reinventarse tras un cáncer

Con dos hijos y un trabajo estable (a la consulta de Psicología se le había sumado ser profesora universitaria), la perspectiva de recuperar la música quedaba atrás, aunque ya le habían comenzado a llegar algunas cantantes a su mesa. Llegó la pandemia y, con ella, algo peor: le diagnosticaron un cáncer de mama. Con 38 años.

Mastectomía, quimio y radio. Sus antecedentes familiares la hacían susceptible de desarrollar un tumor y se hacía pruebas con periodicidad, pero algo así cae como un jarro de agua fría en cualquier circunstancia. En esta situación, pensando todas las noches que no vería a sus hijos crecer, tomó una decisión: ya no tendría nuevos pacientes de trastorno límite y se enfocaría en aquellos con los que comparte una pasión.

Además, se trataba de un terreno poco explorado. ·No he encontrado mucha gente especializada en terapia enfocada a artistas. Hay dos o tres personas, una de ellas enfocada más en danza y ballet. Por eso, cuando abrí mi cuenta de Instagram, empezó a crecer rápidamente, porque es un colectivo que se siente muy vulnerable: como su trabajo depende de la opinión subjetiva de otro, eso les genera mucha ansiedad·. No solo le llegaban seguidores de este lado del charco: desde Colombia y México, "dos países de tran tradición artística", no paran de lloverle consultas. 

Ella reconoce que su bagaje musical le ayuda a comprender las circunstancias por las que están pasando sus pacientes. "Empatizo mucho en la parte de la ansiedad, cuando no saben si van a poder dedicarse plenamente a la música o no, cuando estás planteando si dejarlo por otra cosa que dé más estabilidad y paz o seguir apostándolo todo por su arte. Es una decisión que no tomas una única vez, sino que tienes que hacerlo todo el rato".

Terapia dirigida a artistas

Para los músicos y artistas ha diseñado un programa terapéutico específico, basado en tres objetivos: identificar de dónde vienen los miedos y los bloqueos; planificación y organización; y la coherencia entre el personaje público y el privado. En principio se desarrolla en ocho sesiones durante dos meses con determinados objetivos ligados a la exposición de la persona al público. "Si hay algo más detrás, como puede ser un abuso infantil, hay que desarrollarlo de otra forma, claro".

Más allá de los problemas comunes, ¿hay rasgos en común que identifiquen a los artistas? "Hay muchas personas altamente sensibles que son artistas, pero no todos los artistas son personas altamente sensibles", advierte. Un 20% de la población tiene desarrollada esa hipersensibilidad “pero no se trata de a las emociones sino a la estimulación. Cuando hay mucho ruido, en un centro comercial y así, se bloquean. Necesitan espacios para sí mismos, son detallistas, observadores, buscan cosas, tienen sentido de la belleza…”

Por supuesto, también hace falta un rasgo histriónico. "Necesitan llamar la atención. No es que sean histriónicas en extremo ni tengan un trastorno de la personalidad, pero sí que necesitan no pasar desapercibidos".

Tratar a artistas ha ayudado a Palomares a superar su propio bloqueo con la música. No es que se vaya a lanzar en un tour por 20 ciudades cuando las restricciones se levanten y las salas comiencen a llenarse de nuevo de conciertos, pero ha vuelto a agarrar una guitarra, rasgar sus cuerdas y recuperar las viejas canciones que quedaron guardadas en un cajón. Pocos saben tan bien como ella que la música es terapéutica.