Una cueva china que funcionaba como mina de cobre puede tener pistas sobre el origen de la Covid-19.

Una cueva china que funcionaba como mina de cobre puede tener pistas sobre el origen de la Covid-19.

Salud Los orígenes de la pandemia

La mina china donde pudo surgir la Covid: 3 muertos, miles de murciélagos y un virus coincidente

Los investigadores chinos recolectaron numerosas muestras de coronavirus en una región del sur del país, pero las mantuvieron ocultas durante años.

28 mayo, 2021 03:12

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Está situada a unos 1.500 kilómetros al suroeste del epicentro mundial de la pandemia de Covid-19, en la provincia de Yunnan, que limita con Birmania, Laos y Vietnam. Kunming, su capital, está más cerca de Hanoi o de Bangkok que de Pekín, pero los hechos acaecidos no muy lejos de allí hace nada menos que nueve años pueden traer de cabeza al todopoderoso gobierno chino.

El 24 de abril de 2012, un hombre de 45 años era ingresado directamente en la unidad de cuidados intensivos del First Affiliated Hospital de Kunming por una neumonía grave de origen desconocido. En los días siguientes otras cinco personas le acompañarían, todas con fiebre por encima de 39 grados, tos, dolor en las extremidades y –en cinco de los seis casos– dificultades para respirar.

Les hicieron tests para todo tipo de infecciones, incluidos aquellos para detectar el primer SARS, el que causó una epidemia que dejó algo menos de mil muertos a principios del siglo XXI. Todos dieron negativo. El hospital decidió enviar muestras al Instituto de Virología de Wuhan, un centro de investigación con más de medio siglo de historia especializado en enfermedades infecciosas. Enviaron cuatro: dos de los hombres habían muerto antes de que pudieran hacer más por ellos. Un tercero lo haría poco después.

En Wuhan hallaron anticuerpos frente a coronavirus, una familia de virus caracterizada por las ya famosas espinas que rodean su cápside (el envoltorio de su material genético). Así que desde Wuhan montaron una expedición comandada por Shi Zheng-Li, experta viróloga a la que apodan 'Bat woman', mujer murciélago, debido a que los mamíferos voladores son frecuentes transmisores de este tipo de virus. Y son su especialidad.

Efectivamente, los murciélagos no tardaron en aparecer. En el momento de ser ingresados, los seis hombres llevaban entre tres días y dos semanas trabajando en una mina de cobre abandonada cercana a Tongguan, una localidad de la región de Monjiang, a unos 250 kilómetros de Kunming. Se dedicaban a apartar el guano, excrementos de animales, sobre todo murciélagos, un valioso abono para los cultivos.

La cueva de los coronavirus

Zheng-Li y sus compañeros trabajaron en la zona durante el primer semestre de 2013, tomaron muestras fecales de 276 murciélagos y hallaron diversos coronavirus en la mitad de ellas. Una cepa llamó especialmente la atención: bautizada RaBtCoV/4991, era desconocida hasta el momento. Describieron este nuevo coronavirus en un artículo publicado en 2016 en la revista oficial de la Sociedad China de Microbiología, en el que no se mencionaban los seis casos de enfermedad, ni el resultado fatal en tres de ellos. Tampoco se había mencionado en la prensa.

Un año antes de la publicación del artículo, en mayo de 2015, 'Bat woman' y otros miembros del Instituto de Virología de Wuhan se habían acercado de nuevo a la mina abandonada para recoger más muestras de murciélagos. De ahí obtuvieron nada menos que ocho coronavirus muy similares entre sí, y que comparten casi un 80% de su material genético con el SARS-CoV-2.  

De estas nuevas muestras apenas se ha sabido nada hasta ahora, en mitad de un resucitado debate sobre el origen de la Covid-19, en el que cada vez se duda más sobre su diseminación a partir de un animal y se pide una investigación seria para saber si escapó del laboratorio.

Fue The Times quien desveló la historia de la primera expedición de Zheng-Li a la mina abandonada de Monjiang, nada menos que en julio del año pasado. El primer artículo que describía el SARS-CoV-2 en profundidad fue publicado en Nature el 3 de febrero de 2020, obra de la viróloga y sus colaboradores. En él se mencionaba su similitud con una cepa que estaba almacenada en el Instituto, RaTG13, con la que compartía el 96,2% de su secuencia genética. Se decía que esta cepa provenía de un murciélago.

En el texto del diario inglés se sospechaba que RaTG13 es en realidad RaBtCoV/4991, el virus descubierto en 2013 en las cuevas de Monjiang. Casi cinco meses después de su publicación, un apéndice al citado artículo de Nature revelaba que, efectivamente, eran el mismo virus y además había otras ocho muestras de betacoronavirus.

Muestras fecales de murciélagos han revelado una importante cantidad de coronavirus desconocidos hasta el momento.

Muestras fecales de murciélagos han revelado una importante cantidad de coronavirus desconocidos hasta el momento.

Las sospechas se multiplican

El fiasco de la expedición de la OMS para averiguar el origen del SARS-CoV-2, la revelación de que tres trabajadores del Instituto de Virología de Wuhan enfermaron de algo parecido a la Covid-19 un mes antes del estallido de la pandemia y la aparición de nuevos coronavirus en muestras de la misma mina ha hecho que la comunidad científica supere su umbral de escepticismo y comience a demandar con cada vez más fuerza llegar hasta el fondo del asunto investigando si el origen de la pandemia es un escape accidental de un laboratorio.

En una carta abierta a la OMS, un nutrido grupo de científicos pedía investigar la secuencia genética completa de las ocho muestras restantes de aquel primer viaje, "que son algunos de los parientes más cercanos al SARS-CoV-2". En su momento, un médico del hospital de Kunming reportó un potencial brote epidémico al centro de control de enfermedades local con la llegada del quinto paciente, algo que China no comunicó a la OMS.

Los científicos piden que se aclare qué hacían los trabajadores que enfermaron, quién los contrató y luego los envió al hospital de la capital de Yunnan y por qué no se reportaron debidamente estos casos. Además, solicitan la disponibilidad de las muestras de los trabajadores para un análisis independiente y el poder entrevistar a los supervivientes, así como a la gente del lugar “para poder entender mejor en qué condiciones estos mineros cayeron enfermos y cuál era exactamente su patología”.

También piden explicaciones sobre por qué se han confiscado muestras a otros investigadores que se han acercado al lugar y se ha impedido acceder a periodistas de investigación.

Además, recuerdan que tanto Shi Zheng-Li como Yanyi Wang, directora del Instituto de Virología de Wuhan, han declarado que RaTG13 ya no se encuentra en el laboratorio y no hay más muestras disponibles para secuenciar, y piden a la OMS que investigue si el Instituto u otro laboratorio ha intentado en alguna ocasión recrear dicho virus sintetizando diversas secuencias genéticas.

EL ESPAÑOL ha consultado a la OMS si se planteará una nueva investigación sobre la posibilidad de que el SARS-CoV-2 escapara de un laboratorio y si tiene que ver con las muestras recolectadas en Monjiang. Un portavoz ha explicado que están "revisando las recomendaciones del informe de estudios sobre el origen del virus a nivel técnico".

Un equipo de la organización preparará "una propuesta próximos estudios que necesitarán llevarse a cabo y la presentará al director general para su consideración”. En todo caso, el director, Tedros Adhanom Ghebreyesus, “trabajará sobre los próximos pasos con los estados miembros".