Un anciano ultraortodoxo recibe la primera dosis de la vacuna de Pfizer en Asdod, Israel. REUTERS/Amir Cohen

Un anciano ultraortodoxo recibe la primera dosis de la vacuna de Pfizer en Asdod, Israel. REUTERS/Amir Cohen

Salud Vacunación

Qué debe aprender España de Israel, el primer país que tendrá un 100% de vacunados de Covid-19

Más del 30% de los israelíes ya ha recibido la vacuna de Pfizer y el país es el primero en comprobar si las promesas de efectividad se cumplen.

22 enero, 2021 02:34

Transcurrido el primer ciclo de vacunación completo contra la Covid-19 en la mayor parte de Europa, encarnado en España por la entrañable Araceli Hidalgo que recibía el pasado lunes su segunda dosis del fármaco de Pfizer-BioNTech, el optimismo de los primeros días flaquea. Retrasos, problemas de suministros y picaresca han llevado a Bruselas a llamar la atención a los estados miembros de la UE: el objetivo de tener a un 70% de la población adulta vacunada para verano no está ni mucho menos garantizado.

Nuestro país no ha perdido el tren: junto a Italia, es el único de los 'grandes' de Europa que ya ha vacunado a más de un millón de personas, lo que supera el 2% de su población. Otros más pequeños y con amplios recursos, como Dinamarca, rebasan el 3%; y si pasamos por alto el brexit e incluímos a Reino Unido, pioneros en la región, tenemos la prueba de que alcanzar un 7% de vacunados en el primer mes es posible.

A costa, sin embargo, de un sacrificio: inocular la segunda dosis no tres, sino doce semanas después de la primera. La hipótesis británica se basa en que los ensayos de la vacuna cifraron en un 89% la inmunidad otorgada por el primer pinchazo. Ante la escasez del antígeno, razonaron, otorgar una inmunidad parcial lo antes posible a la mayor cantidad de personas darían un mejor resultado de cara a la terrible tercera ola, con más de 1.800 muertos en 24h, que padece el país.

España, también en una situación hospitalaria crítica, se inclina por respetar el criterio del fabricante: un ciclo de 21 días entre una dosis y la otra, que puede ampliarse a 42 -así lo establece su ficha técnica- sin consecuencias. También lo sigue Israel, el país que exhibe el mayor músculo en vacunación de la Covid-19. Más del 30% de los israelíes, de una población de unos nueve millones, ha recibido al menos la primera dosis de la vacuna de Pfizer desde el inicio de la campaña en diciembre, y su gobierno ha firmado un acuerdo de colaboración con la farmacéutica para ayudar a "ajustar" el fármaco con vistas a lograr la "inmunidad de rebaño".

A día de hoy, hay más personas vacunadas contra la Covid-19 en el país hebreo que en toda Latinoamérica y África juntas, una desigualdad sobre la que ha alertado la Organización Mundial de la Salud. Únicamente otros estados pequeños y acaudalados, Emiratos Árabes Unidos y Baréin, aspiran a seguirles el ritmo, según confirma la comparativa de Our World in Data. La consultora GlobalData apunta que Israel será verosímilmente el primer país del mundo en "inocular a su población al completo", y que podría convertirse en la "piedra de toque para el resto del mundo" si en los "próximos meses" desaparecen los rebrotes.

Efectivamente, el país ha apostado sus mejores bazas para una campaña de vacunación arrolladora: un desembolso oneroso para recibir suficientes dosis -habrían pagado 39 euros por paciente, cuando la UE negociaba un máximo de 33-, un robusto sistema sanitario con un riguroso control digital de los pacientes, y una gran capacidad de movilización ciudadana cuando incluso el espíritu espartano de los israelíes, acostumbrados a las crisis que han marcado la joven historia del estado, da señales de 'fatiga pandémica'. Y es que mientras vacuna, el país atraviesa su tercer confinamiento estricto, ordenado para doblegar los mayores datos de contagios y muertes de la pandemia.

La crudeza de los métodos para contener la tercera ola de la Covid-19 -cierre de colegios, limitación de un kilómetro a los desplazamientos- contrasta con la sofisticación de la campaña de inmunización. Los israelíes no podrán abandonar el confinamiento hasta febrero; en marzo, cuando España empiece a llamar a los octogenarios que viven fuera de residencias, Israel estará vacunando a niños a partir los doce años. Será en la primavera cuando podremos empezar a constatar si su fuerte apuesta ha dado frutos con una normalidad sin rebrotes, pero los primeros datos proporcionan una luz que quizás nos conduzca al final del túnel.

Se trata de informaciones preliminares a falta de revisión, por lo que resultan relativamente contradictorias. Según anunciaba el Ministerio de Salud israelí a mediados de mes, la primera dosis de la vacuna de Pfizer ha llegado a frenar las infecciones en un 50% a los 14 días de su administración. Pero poco después, otro informe elaborado por Clalit, el principal grupo sanitario israelí y realizado sobre 200.000 pacientes de más de 60 años, cifraba en solo un 33% la reducción de la incidencia de la Covid pasados los 14 días tras el primer pinchazo.

Dado el recrudecimiento de la pandemia, no es un dato en absoluto despreciable: los investigadores lo calificaban de hecho de "esperanzador". El problema es que no tiene nada que ver con la efectividad de 89% tras la primera dosis que demostró Pfizer en los ensayos y que llevó a Reino Unido a tomar su polémica decisión. "Este no es el contexto ideal de un ensayo aleatorizado donde todo se controla meticulosamente, es el mundo real", explican los autores, que añaden que probablemente el porcentaje de inmunización aumente a medida que se incorporen vacunados de tramos más jóvenes de edad.

Por de pronto, la publicación de los datos de Israel ha provocado una respuesta inmediata de Londres: el asesor científico del Gobierno británico, Patrick Vallance, admitía que "tendrían que estudiar con mucho cuidado" cuál es la efectividad real tras la primera dosis, y revertir la política si procede. España, en cambio, puede aprovechar mejor el ejemplo del primero de la clase, empezando por descontar la vacuna como factor mitigante de la tercera ola, ya que la inmunización tardará de semanas a meses en notarse.

Se trata de un esfuerzo a dos velocidades: vacunar metódicamente por grupos de edad y sin pausa -contando con que la inoculación de la segunda dosis podría alargarse hasta los 42 días en caso de problemas de suministros, pero no más- no sirve para evitar el colapso hospitalario al que nos enfrentamos de forma inmediata, pero sí haría que las siguientes olas en primavera se atenúen, con menos casos graves entre los colectivos vulnerables. Y para entonces, con más de un 70% de su población vacunada, Israel nos dirá si las previsiones de un 95% de efectividad con dos dosis de las principales vacunas se cumplen y la "inmunidad de rebaño" está a nuestro alcance para este verano.