Hay que evitar los abrazos cara a cara y respirar en la misma dirección, aunque los niños pueden abrazar por la cintura.

Hay que evitar los abrazos cara a cara y respirar en la misma dirección, aunque los niños pueden abrazar por la cintura. Gtres.

Salud COVID-19

Esta es la única manera de abrazarse con seguridad por el Covid-19 según la ciencia

Dar un abrazo a nuestros seres queridos, incluso si son personas mayores, es posible en tiempos de pandemia, siempre que sigamos estas pautas.

15 junio, 2020 02:41

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Durante el actual periodo de pandemia por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, en el que España evoluciona positivamente a tenor de la reducción de casos, una de las costumbres que más echan en falta -casi- todos son los abrazos. Si bien es cierto que en muchas culturas el contacto social no es un pilar esencial, en España y en la mayoría de nuestros vecinos de Europa estamos acostumbrados a abrazarnos, especialmente en el contexto afectivo y familiar más cercano.

Pero las interacciones han de ser costumbres seguras y por ello es necesario consultar a los expertos cómo deberíamos volver a abrazarnos, especialmente cuando el confinamiento ha dejado a muchos con ganas de apachurrar a sus mayores. Recientemente se viralizó en las redes cómo una mujer canadiense fabricó un "dispositivo" para abrazar a su madre, usando una lona de plástico transparente con mangas para evitar el contagio.

Y no ha sido la única: personas de todo el mundo han ideado soluciones similares para poder seguir abrazando a sus seres queridos con la mínima exposición posible. Por todo ello, The New York Times ha querido consultar a los expertos sobre el tema. Como bien recuerdan, los abrazos no son una simple costumbre sino una necesidad. El afecto y contacto físico reducen el estrés y los daños que provoca en el organismo. Tan solo coger la mano de un ser querido puede reducir su ansiedad, según algunos trabajos.

Abrazos en tiempos de coronavirus

Como comenta el científico de computación social y profesor de psicología Johannes Eichstaedt, de la Universidad de Stanford, se sabe que los seres humanos tenemos vías cerebrales específicas para detectar el tacto cariñoso. Ese toque cariñoso es la forma que tienen nuestros sistemas biológicos para comunicar seguridad y amor, y paliar la soledad.

Por su parte, Linsey Marr, experta en enfermedades transmitidas por el aire y los aerosoles de Virginia Tech, ha hablado sobre el riesgo de exposición frente a algo tan simple como un abrazo. Y es que, según algunos modelos matemáticos de un estudio de Hong Kong, se calcula que el riesgo de exposición durante un breve abrazo puede ser muy elevado, solo con que una de las dos personas tosa y no sepa que sufre la enfermedad.

Esto sucede porque aún se desconoce la dosis exacta necesaria de coronavirus para infectar a otra persona. Se estima que oscila entre las 200 y las 1.000 copias del virus, y un episodio de tos habitual puede transportar entre 5.000 y 10.000 copias, más que suficiente.

Sin embargo, la mayoría de los aerosoles expulsados al toser suelen acabar en el suelo o en la superficies cercanas, por lo que se calcula que en un contacto cercano, como un abrazo, solo un 2% de los aerosoles (unas 100-200 copias) serían inhaladas por la otra persona. Y no todas las copias tendrían el potencial suficiente para infectar, según Marr. La hipótesis actual, por tanto, es que un abrazo normal no debería conllevar excesivos riesgos, siempre y cuando no se hable ni se tosa.

Aún así, Marr aconseja evitar los abrazos, usar mascarilla, evitar tocar el cuerpo, la cara e incluso la ropa de otra persona, y mantener la distancia de seguridad especialmente ante cualquier individuo con síntomas. En caso de llevar a cabo un abrazo, siempre entre individuos sin síntomas, Marr da algunos consejos para reducir los riesgos:

- Apuntar las caras en posiciones opuestas, mirando cada individuo hacia un lado: Mirarse a la cara aumenta el riesgo, dado que la persona más baja (ej. un niño) mirará hacia arriba, y su aire exhalado flota debido al calor, pudiendo infiltrarse incluso llevando mascarilla. Mirando ambas personas al mismo lado también conlleva riesgo, pues el aire inhalado y exhalado de ambos puede entremezclarse.

- No hablar ni toser durante el abrazo.

- Abrazarse el mínimo tiempo posible.

- Retroceder rápidamente para no respirar en la cara del otro.

- Lavarse las manos tras el abrazo.

- No llorar: las lágrimas y el goteo nasal aumentan el riesgo de entrar en contacto con fluidos que pueden contener el virus.

- Si un niño nos abraza, puede hacerlo por nuestra cintura, mirando cada uno en dirección opuesta. Y si queremos darle un beso, es conveniente hacerlo por su espalda, en la cabeza y con masacarilla.

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How to hug during a pandemic, for @nytimes. Many thanks to AD @chewblr ✨

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Si bien todas estas precauciones parecen exageradas, la epidemióloga Julia Marcus, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, sostiene que son necesarias dado que probablemente el coronavirus nos acompañará durante mucho tiempo.

En su caso, sostiene que los abrazos breves pueden ser particularmente importantes para muchas personas mayores, que temen no volver a tener contacto con sus seres queridos durante lo que les resta de vida: prolongar un abrazo aumenta el riesgo, pero mejor breve que nada.

Por otra parte el virólogo Julian Tang, de la Universidad de Leicester en Inglaterra, sostiene que él añadiría una precaución más: contener la respiración. Según comenta, la mayoría de los abrazos apenas duran 10 segundos, por lo que no es una medida difícil de cumplir. Posteriormente aconseja retroceder dos metros antes de volver a hablar.

Finalmente Yuguo Li, profesor de ingeniería de la Universidad de Hong Kong y autor principal del artículo en el que se basa la Dra. Marr, sostiene que los abrazos probablemente representan menos riesgo que una conversación cara a cara más larga. Como bien recuerda, el tiempo de exposición es corto, a diferencia de una conversación, que puede llegar a ser más larga de lo esperado.

La Dra Marr, por su parte, sostiene que "filtraría" los abrazos: solo para amigos cercanos, y evitando el contacto con otros conocidos con los que mantenemos una relación más casual a quien tendremos que empezar a saludar con menos de ese ímpetu afectuoso que caracteriza a los mediterráneos.