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Neumonía: todo lo que debes saber sobre la enfermedad que provoca el coronavirus

Esta infección de las vías respiratoria deja 1.000 muertes al año en España. El tabaco y el alcohol son factores de riesgo para desarrollarla.

30 marzo, 2020 02:46

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En tiempos de alarma y preocupación a escala mundial por el coronavirus, no podemos olvidarnos de una de las enfermedades respiratorias más importantes: la neumonía (o neumonía adquirida en la comunidad). Y los datos en España son un fiel reflejo de esta relevancia: la neumonía causa unos 120.000 ingresos anuales y provoca entre 9.000 y 10.000 muertes al año. Su mortalidad es hasta cinco veces veces superior a la provocada por los accidentes de tráfico.

Tampoco podemos olvidarnos de la gripe, ya que a veces puede derivar en neumonía: sólo en el curso 2017-20118, hubo un total de 700.000 casos de gripe en España. Pero ¿qué es realmente una neumonía? ¿Qué síntomas presenta? ¿Cuándo una gripe común puede derivar en una neumonía?

Para conocer todas las claves de esta enfermedad respiratoria, EL ESPAÑOL ha consultado con la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). A pesar de ser una de las enfermedades más relevantes por su mortalidad, no es aún una prioridad de las autoridades sanitarias y de la población, tal y como lamentaba hace tan sólo un año esta sociedad científica.

Una neumonía es una infección aguda que afecta a los pulmones y que se produce habitualmente por virus o por bacterias. Es más frecuente en los meses de invierno, en hombres más que en mujeres y en menores de cinco años y sobre todo en mayores de 65. Además, las personas que tienen más riesgo de padecerla son aquellas que ya tienen enfermedades crónicas cardíacas, respiratorias, hepáticas, o diabetes. El perfil estándar de un paciente con neumonía es hombre, mayor de 65 años y con patología cardiopulmonar previa.

Otros factores de riesgo para desarrollar una neumonía son el tabaco y el alcohol. De hecho, y según informaba recientemente la SEPAR, el tabaquismo tanto activo como pasivo es un factor de riesgo para desarrollar neumonía, sobre todo a partir de los 60 años: "Fumar hace que los pulmones tengan menos defensas y sean más sensibles frente a gérmenes, como el 'streptococcus pneumoniae’' el principal causante de esta infección.

El riesgo de desarrollar neumonía disminuye espectacularmente cuando se abandona el tabaco y, a los diez años, después de dejar el hábito tabáquico se sitúa a niveles de no fumadores".

Otro de los factores que es importante destacar es la contaminación ambiental. Según apuntaba la SEPAR hace sólo un año, 2el 35% de la población española vive expuesta al aire contaminado y alrededor de 10.000 personas mueren por ello".

Cuándo sospechar

Según explica a este diario la neumóloga Rosario Menéndez, miembro del Área de Infecciones respiratorias de la SEPAR, los síntomas más frecuentes son tos, expectoración de moco, dolor torácico y fiebre. También y en ocasiones puede haber dificultad respiratoria.

En personas ancianas, los síntomas suelen ser más sutiles, es decir, no notarse demasiado. En los mayores, suelen ser más frecuentes situaciones tomas como confusión, desorientación y decaimiento general, por ello debemos prestar más atención si cabe a estos síntomas menos claros o evidentes.

En ocasiones, como hemos comentado anteriormente, una gripe puede derivar en una neumonía. Según informa Menéndez, los síntomas de la gripe son fiebre, malestar general y dolores musculares generalizados, fundamentalmente. Y los de los procesos catarrales de vías respiratorias altas (catarro o resfriado común) son también dolor orofaríngeo, mucosidad nasal, congestión nasal y ocular.

"Algunas gripes provocan neumonía", afirma Menéndez. En estos casos, añade, lo que nos hace sospechar de la presencia de una posible neumonía es la dificultad respiratoria, el dolor torácico o la persistencia de la fiebre. Si esto ocurre, si estos síntomas están presentes, debemos acudir al médico. El diagnóstico se realizará y se confirmará después de una exploración a través de una radiografía de tórax.

Si finalmente se confirma el diagnóstico de neumonía, el tratamiento variará dependiendo del origen, es decir, si es bacteriano (que suele ser así la gran mayoría de las veces) o si es de origen vírico. 

"El tratamiento de la neumonía incluye antibióticos (si es una neumonía bacteriana) y si es gripal, antivirales. En los casos en que se desarrolle una insuficiencia respiratoria, se requerirá oxígeno y en los más graves pueden necesitar incluso ventilación mecánica. Se realizará también un ajuste del tratamiento de base del paciente para sus enfermedades crónicas ya que pueden desestabilizarse durante la neumonía”, apunta Menéndez.

Existen diferentes niveles o formas de neumonía: las formas más leves que suelen ser tratadas de forma ambulatoria y las formas más graves que requieren hospitalización, o incluso ingresos en una unidad de cuidados intensivos. Según datos de SEPAR, "cuando la neumonía requiere hospitalización, el riesgo de complicaciones es elevado: un 69,9% pacientes tiene complicaciones extrapulmonares y un 47% pulmonares".

El pronóstico de curación de una neumonía, añade Menéndez, varía entre "una mortalidad de menos del 1% en las neumonías que no requieren ingreso, de un 5% en las que son ingresadas en sala de hospitalización y pueden alcanzar hasta el 25% en las personas que requieren ingresos en cuidados intensivos. La estancia media hospitalaria de ingreso es, normalmente, de unos cinco días".

Vacuna y hábitos saludables

Las medidas de prevención de la neumonía se sustentan sobre todo en un pilar básico y fundamental: la vacunación frente a la gripe y sobre todo frente al neumococo. Las recomendaciones sanitarias apuntan que las personas mayores de 60 años, las personas con enfermedades crónicas y ciertos grupos de profesionales como los sanitarios, los policías y los bomberos deberían vacunarse cada año de la gripe.

En cuanto a la vacuna del neumococo, la recomendaciones indican que deben vacunarse cada año, los mayores de 65 años, las personas con enfermedades de base y aquellos grupos de riesgo como personas sin bazo, con fístulas de líquido cefalorraquídeo, portadoras de implantes cocleares y pacientes inmunodeprimidos.

Además de estas vacunas, otras medidas de prevención son seguir unos hábitos de vida saludable, evitando sobre todo el tabaco, y el alcohol, tener y mantener a diario una buena y correcta higiene bucal y lavarse bien las manos.