Desde que comenzara la pandemia por COVID-19, provocada por el coronavirus científicamente conocido como SARS-CoV-2, se han ido publicando diversos estudios que han confirmado cómo este contagioso microorganismo discrimina por edad y antecedentes médicos previos.

Es decir, se sabe que a más edad y mayores antecedentes médicos, más probabilidad de sufrir una infección de gravedad, aunque eso no implica que ser joven y sano otorgue ningún tipo de inmunidad contra esta nueva y desconocida enfermedad.

Sin embargo, otros tantos estudios, muchos de ellos con origen en China, también han evidenciado algo más. Y es que la enfermedad COVID-19 también discrimina por sexo. Los hombres tienden más a contagiarse y dar positivo en los test, y también es más probable que mueran por la enfermedad en comparación a las mujeres.

La primera vez que se objetivó esta tendencia fue en la propia Wuhan. Se llegó a la conclusión de que la tasa de mortalidad por coronavirus en hombres era del 2,8%, mientras que en mujeres se reducía a un 1,7%.

Pero ese patrón no se ha evidenciado solo en el gigante asiático, sino que se ha repetido en otros muchos países, como Corea del Sur, Irán, Francia, Alemania, y también en Italia y España. De hecho, en Italia el 71% de los fallecidos son hombres, mientras que en España los últimos datos disponibles indican que mueren el doble de hombres que de mujeres.

Aún así, con los datos en la mano, sigue sin saberse de forma clara por qué se produce esta tendencia.

Inicialmente se sugirió que el hecho de fumar o no anteriormente a la enfermedad tendría algo que ver, dado que en China casi el 50% de los hombres fuman mientras que solo lo hace un 2% de las mujeres chinas. Eso implicaría que la salud pulmonar masculina estaría más comprometida.

Incluso un artículo publicado en el New England Journal of Medicine en febrero de 2020 respaldó esta hipótesis, dado que detectó que los fumadores constituían el 12% de los casos con síntomas graves, y hasta el 26% de los casos que requirieron atención en la UCI o fallecían finalmente.

Así mismo, el hecho de fumar también podría facilitar la infección temprana, dado que los fumadores suelen tocarse más los labios y compartir cigarrillos de un paquete que pueden haberse visto contaminados.

Por otra parte, algunos comportamientos también difieren entre géneros, en diversos países. Por ejemplo, se sabe que los hombres son menos propensos a lavarse las manos, a usar jabón, solicitan atención médica con menor frecuencia y tienen más tendencia a ignorar los consejos de salud pública, según los estudios. Se trata de datos generalizados, pero que juntándose unos con otros pueden dar lugar a aumentos de riesgo significativos.

Pero, según los expertos, también deberían tenerse en cuenta factores biológicos, dado que algunos factores externos mencionados anteriormente no acaban de cuadrar en todos los países afectos por igual.

Por ejemplo, en Italia la proporción de fumadores es muy diferente a China: fuman alrededor del 28% de los hombres y hasta el 19% de las mujeres. Y aún así, hay más contagios, más gravedad y más muertes en el caso de los hombres.

Algunas investigaciones anteriores a la pandemia ya habrían sugerido que los hombres tienen respuestas inmunes antivirales innatas más bajas contra diversos tipos de infecciones más conocidas, como por ejemplo la hepatitis C o el VIH.

Es decir, que responderían de forma natural peor frente a estos virus que las mujeres. Los estudios llevados a cabo en ratones sugerirían que esto también podría producirse al intentar defenderse del género coronavirus, aunque no se ha podido estudiar aún en el caso del SARS-CoV-2 específicamente.

Por su parte, el sistema hormonal también podría tener algún papel: los estrógenos aumentan las respuestas antivirales en las células del sistema inmune, y muchos genes que regulan este mismo sistema inmune se encuentran en el cromosoma X -de los cuales el hombre posee uno y la mujer, dos- por lo que es posible que algunos de estos genes sean más activos en mujeres.

De momento, todos estos datos son especulaciones, pero ya existen diversos equipos de investigadores centrados en el estudio de posibles anticuerpos en todo el mundo, analizando muestras de pacientes que aún sufren la infección y otros que han sobrevivido a la misma. De hecho, en Estados Unidos ya están ensayando con sangre de individuos curados precisamente con el objetivo de recuperar estos anticuerpos.

De todas formas, en última instancia, los investigadores sugieren que probablemente existe una compleja combinación entre factores biológicos, estilo de vida y comportamientos que dan lugar a esta tendencia tan diferenciada entre géneros.

Actualmente solo se dispone de buenos datos de 6 de los 20 países más afectos, desglosando número de casos y muertes por edad y género de forma correcta y específica.

Por ejemplo, Reino Unido y Estados Unidos no han hecho un desglose correcto, y algunos medios ya informan sobre una mala contabilidad por parte de Francia y Alemania, que no tienen en cuenta contagios o incluso muertes fuera del ámbito hospitalario, o simplemente no poseen datos centralizados.

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