Una imagen reciente de Luis Enrique.

Una imagen reciente de Luis Enrique. REUTERS

Salud

Así es el osteosarcoma, el implacable cáncer que se ha llevado a Xana, la hija de Luis Enrique

Aunque la supervivencia de este raro tumor óseo ha mejorado, es frecuente su diagnóstico tardío. 

29 agosto, 2019 23:13

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La triste noticia sacudía al mundo del deporte pasadas las nueve y media de la noche. Aunque había rumores, los periodistas y el entorno del ex entrenador de la selección española Luis Enrique había respetado su deseo de discreción y nada se había publicado sobre qué se escondía detrás del "problema familiar" que le llevó a abandonar la concentración de la selección en Malta el pasado 26 de marzo. 

Este jueves se ha sabido por fin el triste motivo: era la enfermedad de su hija pequeña, Xana, que ha fallecido esta misma tarde, como el propio Luis Enrique se ha encargado de anunciar en su cuenta de Twitter. 

Lo ha hecho con un emotivo mensaje en el que ha agradecido al personal sanitario que se ha hecho cargo de la pequeña todos sus cuidados, incluidos los paliativos, a cuyos responsables en el Hospital Sant Joan de Deu ha mencionado específicamente. 

En el mismo texto, y lejos de la opacidad de otros personajes públicos, Luis Enrique ha explicado qué patología padecía su hija, que finalmente no ha podido superar. Se trata de un osteosarcoma, uno de los ocho tipos de tumores malignos primarios del hueso que existen, según se explica en la página web de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). 

De hecho, este cáncer es el más común en los huesos, pero dista de ser una enfermedad frecuente. La incidencia se estima en 1 paciente nuevo por año por cada 100.000 habitantes, lo que implica que se diagnostiquen alrededor de  400 casos nuevos al año en nuestro país. A pesar de su rareza, constituyen la quinta causa de cáncer en adolescentes y jóvenes entre 15 a 19 años. En estos pacientes, algo más de la mitad de los sarcomas óseos son osteosarcomas, el que padecía la pequeña Xana. 

En 2017 fallecieron en España por todo tipo de tumores malignos del hueso y de los cartílagos articulares 314 personas

Este tipo de cáncer se produce cuando crecen descontroladamente las células que producen y mantiene la matriz sobre la que se deposita el hueso, llamada osteoide. Las células que se malignizan son las responsables del crecimiento y reparación del hueso

Más allá de lo agresivo del tumor, los especialistas se enfrentan al grave desafío de su diagnóstico precoz. Los síntomas de un osteosarcoma pueden ser tan inespecíficos -y comunes a numerosos problemas leves- que se suele tardar en sospechar de la presencia del cáncer. Y ahí está la clave para conseguir un buen pronóstico. 

Es fácil que los síntomas se desarrollen durante meses hasta que se llevan las pruebas radiológicas que confirman el diagnóstico. Aunque al menos dos terceras partes de los pacientes que no tienen metástasis en el momento del diagnóstico consiguen sobrevivir a la enfermedad, la cifra desciende a sólo un tercio si la enfermedad se detecta cuando ya hay metástasis, algo que se calcula que sucede en alrededor del 20% de los casos. 

La razón por la que se puede tardar en diagnosticar un osteosarcoma es porque suele cursar con un dolor en las extremidades compatible con lesiones normales en la práctica deportiva o incluso de una actividad física normal en un niño. Otros síntomas clásicos que pueden delatar otros tipos de cáncer frecuentes en menores -dentro de la rareza que sigue siendo el cáncer pediátrico- no están casi presentes en este caso. No hay cansancio, ni fiebre ni adelgazamiento. 

Tampoco los osteosarcomas se suelen presentar en niños de la edad de la hija de Luis Enrique, sino que son tumores más asociados a la adolescencia, al momento en el que los niños suelen dar el estirón, algo que también puede despistar el diagnóstico del tumor.

Aunque la pequeña Xana no ha podido desgraciadamente superar la enfermedad, los especialistas destacan la mejora del pronóstico de la misma en los últimos años. Tratamientos duros que a menudo incluyen cirugía, quimio y radioterapia frenan la enfermedad en un porcentaje cada vez mayor, cercano al 70%.