La pregunta: "¿cuántas calorías tiene esto?" se ha quedado anticuada entre la gente que se preocupa por la nutrición. No es que el contenido calórico ya no importe, pero sí que cada vez está más claro que no todas las calorías son iguales. Y claro, también las modas influyen y hay un concepto que pisa ahora fuerte sobre todos los demás: el de índice glucémico (IG)

A primera vista, podría parecer que este parámetro -que se define como la capacidad de un alimento de subir la glucosa en sangre, que depende sobre todo del azúcar que contenga el producto y de cómo está éste en el alimento- podría servir para determinar qué alimento es sano y cuál es no. Sin embargo, ni todos los alimentos con un alto IG son insanos ni es recomendable fijar una alimentación sólo con comidas con un bajo índice glucémico. 

El vicepresidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), Diego Bellido, explica a EL ESPAÑOL que existe un peligro al"demonizar a los alimentos de alto IG", porque estos incluyen a muchas frutas. 

Sin embargo, algunos de estos alimentos se salvan y cuentan también con bajo IG. El ejemplo más claro es el de los frutos rojos, como las fresas y las frambuesas. También la naranja está en este grupo, mientras que el melón y el plátano se situarían justo en el fragmento opuesto. 

La doctora en Nutrición Cristina Porca, del Complejo hospitalario universitario del Ferrol, coincide con Bellido en que "hay que analizar más datos" sobre un alimento que su carga glucémica. 

De hecho, ambos mencionan otro índice que podría sustituir al de índice glucémico por "ir más allá", que es la carga glucémica. "Es más válido como concepto" porque se valora el componente y también cómo se consume. Como se puede ver en esta tabla de la Fundación para la diabetes, ambos parámetros difieren. Por ejemplo, la zanahoria hervida tiene un elevado IG pero una baja carga glucémica. 

"Lo que está claro es que comer fruta y verdura es bueno y que hay que seguir las recomendaciones de ingerir cinco raciones al día", subraya Porca. 

Como explican en la web de la Fundación, la carga glucémica de un alimento (CG) es un valor que nos permite clasificar los alimentos de una forma más cuantitativa pues relaciona el tipo de hidratos de carbono (IG) con la cantidad de hidratos de carbono que éste contiene en una porción de consumo habitual. "Por ejemplo, la CG nos dice que tenemos que comer muchas más lentejas que uvas pasas para elevar del mismo modo la glucemia", ejemplifican los autores.

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