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    Problemas de comunicación

    Parece un cliché, pero la incapacidad de muchas mujeres para alcanzar el orgasmo viene de la imposibilidad, por prejuicios o por otras circunstancias, de expresarse libremente con su pareja y hacerle entender qué prácticas, posturas, ritmos y técnicas son las placenteras para ellas. En un importante número de casos, además, el problema es de él: hombres que sufren eyaculación precoz y cuyas mujeres, que no pueden alcanzar el clímax con un coito tan breve, no se atreven a plantearle el problema.

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    Dolor durante el sexo

    Que la penetración resulte dolorosa puede ocurrir por diversos trastornos. Se conoce como dispaurenia y puede provenir por infecciones vaginales, lesiones, sequedad u hongos. En el caso de la vaginosis, las paredes del órgano se inflaman y los músculos se contraen, convirtiendo el coito en un tormento. Es importante prestar atención a estos síntomas para acudir al médico, especialmente a partir de la menopausia, cuando la alteración hormonal tiene como efecto secundario una menor lubricación vaginal. 

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    Falta de estimulación

    Las estadísticas señalan que las mujeres homosexuales tienen más orgasmos que las heterosexuales, y el problema suele residir en la concepción "coitocéntrica" que tienen las parejas de las segundas. Una relación sexual satisfactoria media dura entre quince y veinte minutos, pero la penetración es cosa de cinco a siete minutos. El resto del tiempo es para los besos, las caricias y la estimulación manual y oral, algo que muchas mujeres son reticentes a pedir.

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    Estrés y ansiedad

    Factores externos relativos a la presión laboral, familiar o la angustia psicológica  impiden el estado de relajación indispensable para que una relación sexual sea satisfactoria. Tener la cabeza en otra parte o estar demasiado cansada como para querer prolongar el coito imposibilitan el orgasmo, por lo que es conveniente no forzar el sexo cuando el momento no es apropiado y esperar a una situación en la que ambos se encuentren más cómodos.

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    Falta de deseo sexual

    El estrés tiene otro factor asociado, que es el de inhibir el deseo. Pero esto también puede ocurrir por factores psicológicos: el embarazo y los meses posteriores al parto, por ejemplo, pueden comportar un bajón en la líbido, así como la menopausia. Hay tratamientos hormonales que se pueden prescribir en estos casos, en función de las carencias de testosterona o bien de estrógenos que se puedan estar sufriendo.

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    Actitudes autoexigentes

    Si una relación sexual ha sido enormemente placentera pero las siguientes no lo son, y si el nivel de autoexigencia de la mujer es alto, las relaciones pueden acabar convertidas en una contrarreloj en la que tratará de superarse. Esta situación de tensión nos devuelve a la problemática del estrés: si los orgasmos no regresan, lo preferible sería relajarse y hablar con la pareja para detectar qué funciona y qué no.

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    Experiencias traumáticas en el pasado

    Un trauma en la biografía de la mujer puede conducir a la inhibición del deseo sexual o al bloqueo en situaciones de intimidad, ya que provocarán que la víctima reviva circunstancias psicológicamente perturbadoras y dolorosas. Ante esta situación, es imprescindible verbalizar estos problemas y recurrir a terapia especializada y profesional. El apoyo de la pareja será imprescindible para recuperar progresivamente la vida sexual.

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    Otros problemas de pareja

    La anorgasmia puede tener multitud de causas: un conflicto de pareja sin ninguna relación con la sexualidad puede provocar que no nos sintamos a gusto en la intimidad y no disfrutemos del sexo con nuestro cónyuge. Recurrir a profesionales de la psicólogía -y no forzosamente en el ámbito de la sexología- puede ayudarnos a detectar el problema y ofrecer mecanismos para su resolución.

Silvial Val