Desde aplicarse WD-40, un potente antioxidante, a colgarse literalmente de una puerta. Estas son algunas de las terapias que han probado los pacientes de dolor de espalda desesperados al no ser capaces de aliviar su dolor con las alternativas ofrecidas por sus médicos, según un comunicado difundido por la Asociación de Quiropráctica Británica, que añade el consumo de la propia orina como otro de las soluciones mencionadas por los enfermos en sus consultas. 

Al director de la Red Española de Investigadores en Dolencias de la Espalda (REIDE), Francisco Kovacs, no le extraña nada esta información. "Cualquiera de los que nos dedicamos a esto hemos escuchado terapias exóticas difíciles de imaginar", comenta a EL ESPAÑOL y destaca después que es algo lógico porque el dolor de espalda hace que el paciente "catastrofice" con facilidad. "Es lógico, porque el dolor progresa, se van probando soluciones y ninguna funciona; al final, el estado mental es exageradamente negativo con respecto a los datos objetivos". 

Sin embargo, a este especialista -que dirige también la Unidad de la Espalda del Hospital Universitario HLA-Moncloa- no le preocupan tanto los remedios pintorescos como los que se usan habitualmente mal prescritos en los hospitales públicos españoles. "No es sólo que los pacientes se dejen engañar, es que los médicos alientan el uso de tecnologías no evaluadas".

Hay tres malas prácticas en este sentido, advierte. La primera y la más evidente, es recomendar tratamientos inútiles; la segunda, prescribir tratamientos intrínsecamente eficaces pero a casos no indicados y, la última, no prescribir tratamientos eficaces a quiénes se beneficiarían de ellos según la evidencia científica. "El uso inapropiado de tecnología sanitaria supone un 30% del gasto sanitario", destaca el especialista. 

Kovacs reconoce que las noticias sobre ineficacia de tratamientos para el dolor de espalda son habituales. Una de las últimas, la demostración de que el ibuprofeno no servía para esta dolencia, que se sumaba a uno anterior que señalaba que tampoco el paracetamol era útil. 

Lo que sí funciona

Sin embargo, el médico es optimista. Apunta a que, si se manejan bien, "prácticamente la totalidad de los casos de dolor de espalda pueden arreglarse". "Lo más difícil de solucionar es el llamado síndrome de fracaso quirúrgico", cuando hay que resolver un dolor posterior a una cirugía previa innecesaria. 

Kovacs específica lo que sí ha demostrado eficacia para este frecuente dolor, que puede llegar a padecer en algún momento de su vida hasta el 80% de la población. 

  • Evitar el reposo en cama o restringirlo a periodos muy breves.
  • Mantener el mayor grado de actividad física que el dolor permita. 
  • Algunos antiinflamatorios no esterioideos como el diclofenaco, aunque sólo en dolor lumbar y únicamente para tratar las exacerbaciones o usarlos durante pocos días. 
  • La intervención neurorreflejoterápica. 
  • El ejercicio, tanto para mejorar el dolor como para acortar la duración de las crisis y prevenir la aparición de las siguientes. 
  • La cirugía de columna mediante microdiscectomía, pero sólo para hernias que cursan con dolor irradiado e intenso y con una duración de más de seis semanas. 
  • La cirugía por claudicación neurógena por estenosis espinal, pero sólo cuando el dolor irradiado dura más de seis meses. 
  • Algunos tratamientos que se aplican en la Unidad del dolor. 

De entre los tratamientos cuya utilidad es cuestionable destaca, curiosamente, el que practica la asociación que ha advertido contra los falsos remedios para el dolor de espalda. "Los resultados con la manipulación vertebral en el dolor lumbar crónico carecen de relevancia clínica, como demostró una revisión Cochrane en 2011", apunta. 

Para Kovacs, los médicos que se enfrentan a diario al manejo del dolor de espalda tienen que evitar los diagnósticos exagerados, actualizar continuamente los conocimientos y huír de las amenazas, como cuando auguran a un enfermo que o se opera o acabará en silla de ruedas. "Esto es muy raro que suceda", concluye. 

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