El sorprendente kiwi-plátano y el banano-berenjena. Capturas de los autores.

El sorprendente kiwi-plátano y el banano-berenjena. Capturas de los autores.

Nutrición

La verdad sobre el plátano con pulpa de kiwi: así 'nos la cuelan' con injertos falsificados en frutas

Los injertos reales producen frutos con una combinación de características de los propios de portainjerto y púa, no kiwis dentro de plátanos.

21 marzo, 2024 01:46
José Luis Acebes Arranz Carlos Frey

En los últimos años han proliferado en redes sociales vídeos que muestran combinaciones sorprendentes de plantas: sandías y berenjenas, plátanos con pulpa de kiwi, plátanos y berenjenas en una misma planta, árboles de aguacate que producen también manzanas, una misma planta con racimos de uvas y sandías, otra que además de sandías produce mangos…

Todas estas plantas crecen y se desarrollan a partir de increíbles combinaciones de frutos, cortados y sujetados (o no) entre sí por diversos materiales, como palillos o cintas, más la adición, en muchas ocasiones, de una pócima secreta basada en refrescos azucarados, gel de áloe y huevo de gallina. ¿Cómo es esto posible?

Se trata de burdas manipulaciones, pero estos vídeos pueden alcanzar millones de visualizaciones. Los “falsificadores” consiguen visitas, pero los espectadores solo obtienen desinformación. Si alguno lo intenta en casa, lo único que conseguirá será perder el tiempo.

[La 'superfruta' mixta que cultiva España: rica en vitaminas, baja en calorías y refuerza las defensas]

¿Cómo reconocer injertos falsos?

Estos vídeos suelen iniciarse con combinaciones singulares de los frutos de las plantas. No parten de lo que es característico de los injertos: no muestran un portainjerto (parte de la planta que aporta las raíces) y un vástago o injerto (que aporta la parte aérea).

Tampoco exponen estadios intermedios: señalan cómo se realiza el presunto injerto y después aparece, al cabo de unas semanas, el resultado final. En ciertos casos sí muestran algún tiempo intermedio para hacer más creíble el resultado.

Además, nunca enseñan cortes de las plantas donde se aprecie la conexión entre los vasos de ambas. Simplemente exhiben la combinación, de la cual salen dos tipos de frutos distintos. Por último, los frutos de la supuesta especie injertada aparecen grandes, de tamaño homogéneo y maduros, y nunca se aprecian flores.

Para que no nos engañen, lo importante es saber que los injertos reales siempre:

  • Proceden de un portainjerto y de un vástago/injerto, aunque puede insertarse más de un vástago en el mismo portainjerto.

  • Se realizan entre los órganos vegetativos de la planta, casi siempre entre tallo y tallo.

  • Necesitan ciertos cuidados para que se forme la soldadura del callo de unión entre ambos segmentos de plantas, tales como sellado para evitar la deshidratación, condiciones de alta humedad y sujeciones para mantener la unión.

Y nunca:

  • Producen frutos con una combinación de características de los propios de portainjerto y púa. No existen, por tanto, frutos como el kiwi-plátano, un plátano que dentro tiene la pulpa del kiwi.

  • Se realizan combinando los frutos de las plantas.

  • Necesitan mejunjes a base de refrescos, huevos, gel de áloe, mahonesa u otros similares.

Esto no significa que sean imposibles las combinaciones asombrosas entre plantas. La ciencia y arte de los injertos han avanzado mucho en los últimos años y así se han conseguido combinaciones sorprendentes de plantas como el árbol de los cuarenta injertos, injertos que producen a la vez tomates y patatas (Tomtato, lo llaman) y petunias como portainjertos capaces de recibir injertos de multitud de especies.

Como conclusión, aunque las posibilidades que ofrecen la ciencia y arte de los injertos son sorprendentes, no podemos dejarnos engañar con los injertos falsos que aparecen en múltiples vídeos y que carecen de base biológica.

Un test para comprobarlo

¿Se atreve a contestar este test después de leer este artículo? Se sorprenderá.

Los siguientes enunciados, ¿son verdaderos o falsos? (vea las respuestas al final).

  1. Se ha patentado un protocolo que permite conseguir árboles de aguacate que producen también manzanas: los pomo-aguacateros, todo ello gracias a una cogerminación de sus semillas al combinar sus frutos.

  2. Se ha conseguido injertar plantas de petunia con 17 especies de 8 familias diferentes, como berzas, crisantemos, coleos. Todo ello gracias a la gran habilidad de la especie para ser combinada con otra.

  3. Se ha obtenido mediante el injerto de plantas de kiwi en plantas de plátano, plátanos con pulpa de kiwi.

  4. Se ha patentado un injerto que produce a la vez patatas y tomates, al cual se ha llamado “Tomtato”. La parte de arriba (vástago) produce los tomates y la parte de abajo (portainjerto) produce las patatas.

  5. En Estados Unidos existe un árbol Frankestein, con múltiples injertos en distintas ramas, que produce hasta 40 tipos de frutas.

  6. Es necesario utilizar pasta de dientes para mantener unidas las mitades de dos frutas (manzana y naranja) de modo que estas puedan originar un árbol capaz de producir frutas de los dos tipos.

Respuestas:

  1. Falso. ¡Más falso que un billete de 15 euros! Nunca se ha descrito una cogerminación semejante.

  2. Verdadero. Así lo muestra este artículo.

  3. Falso. Para conseguir una foto semejante, solo hace falta habilidad para vaciar un trozo de pulpa de plátano y sustituirla por pulpa de kiwi.

  4. Verdadero. Las plantas de Tomtato proceden de un portainjerto de patata y un vástago de tomate. Fueron comercializadas ya en Reino Unido en 2013 por la empresa Thompson & Morgan.

  5. Verdadero. Se llama «el árbol de los 40 frutos» y en realidad no es uno solo, sino un conjunto de ellos, que producen por injerto múltiples frutos de hueso, como melocotones, cerezas, almendras, ciruelas, etc.

  6. Falso. La pasta de dientes resulta muy llamativa, pero no se ha demostrado que ayude a crecer las plantas.

The Conversation

* José Luis Acebes Arranz es catedrático de Fisiología Vegetal, Universidad de León.

* Carlos Frey es investigador en Fisiología Vegetal, Universidad de León.

** Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.