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Té. StockSnap Pixabay.

Nutrición

Esto es lo que oculta el té más consumido en España en sus bolsitas: el aviso de los expertos en cáncer

La preocupación por la filtración de sustancias nocivas a la dieta se centra también en los envases que contienen las infusiones.

9 febrero, 2024 01:46

Un nuevo estudio a cargo de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU y la Facultad de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California ha determinado qué alimentos de nuestra dieta nos están llevando a asimilar más sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS). Concretamente, han determinado que un mayor consumo de té, pero también de carnes procesadas y alimentos elaborados fuera del hogar, se asocia con mayores niveles de PFAS acumulados en el cuerpo.

Las PFAS son sustancias perjudiciales para la salud, recuerdan los investigadores. Pueden alterar las hormonas, debilitar los huesos y aumentar el riesgo de enfermedades que van desde los problemas óseos al cáncer de hígado, pasando por la inflamación y la obesidad. Estos 'químicos permanentes' se usan en telas, muebles y envases de alimentos, de donde saltan por contaminación cruzada a los organismos.

Eso incluye a los sobres de celulosa con los que se embolsa el té, el método de consumo más frecuente en España. Y el contacto con el agua ardiente puede contribuir a desprender los PFAS. "Hasta donde sabemos, este es el primer estudio que examina cómo los factores dietéticos se asocian con cambios en las PFAS a lo largo del tiempo", explica Jesse A. Goodrich, profesor asistente de ciencias de población y salud pública en la Facultad de Medicina de Keck.

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Los resultados, publicados en la revista Environment International, también señalan la importancia de revisar la posible contaminación con PFAS en varios productos de alimentos y bebidas. "Estamos viendo que incluso los alimentos metabólicamente saludables pueden estar contaminados con PFAS. Estos hallazgos resaltan la necesidad de analizar lo que constituye un alimento 'saludable' de una manera diferente", añade Hailey Hampson, estudiante de doctorado en la División de Salud Ambiental de la Facultad de Medicina Keck y autora principal del estudio.

Los investigadores estudiaron dos grupos de participantes: 123 adultos jóvenes del Estudio de Salud Infantil del Sur de California (CHS), principalmente hispanos, y 604 adultos jóvenes del Estudio Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES), una muestra representativa a nivel nacional.

Cada participante respondió una serie de preguntas sobre su dieta, incluida la frecuencia con la que consumían diversos alimentos y bebidas. También informaron con qué frecuencia comían alimentos preparados en casa, en un sitio de comida rápida o en un restaurante. Los investigadores lo utilizaron para inferir el contacto con los envases de alimentos que a menudo contienen PFAS.

Los participantes también dieron muestras de sangre en las que se analizaron los niveles de varios PFAS. En el grupo CHS, los participantes que informaron un mayor consumo de té durante la primera visita tenían niveles más altos de PFAS en la visita de seguimiento. Una taza adicional de té se relacionó con un 24,8% más de ácido perfluorohexanosulfónico (PFHxS), un 16,17% más de perfluoroheptanosulfónico (PFHpS) y un 12,6% más de ácido perfluorononanoico (PFNA).

Aquellos que informaron una mayor ingesta de carne de cerdo en su visita inicial también tenían niveles más altos de PFAS en el seguimiento. Una porción adicional de carne de cerdo se asoció con un 13,4% más de ácido perfluorooctanoico (PFOA). Comer alimentos preparados en casa tuvo el efecto contrario: por cada aumento de 200 gramos en los alimentos preparados en casa, los niveles de ácido perfluorooctanosulfónico (PFOS) fueron un 0,9% más bajos al inicio y un 1,6% menores en el seguimiento.

Los participantes que consumieron más té, salchichas y carnes procesadas tenían niveles más altos de PFAS; comer más alimentos preparados en casa se relacionó con menores niveles. Observar que los vínculos entre los niveles de PFAS y los productos alimenticios cambian con el tiempo sugiere que los cambios en la dieta podrían afectar los niveles de PFAS en el cuerpo, concluye Hampson.