Aunque este verano duró más de la cuenta y muchos pedíamos a gritos que llegase el otoño, tras las borrascas y el frío de los últimos días estamos de bajón otoñal hasta el cuello. Menos mal que la naturaleza siempre nos echa un cable gastronómico: las setas más deliciosas, las mandarinas más dulces y esas maravillosas castañas que, además de ser todo un superalimento, nos calientan las manos y nos transportan a la infancia cuando las compramos en plena calle y envueltas en periódico.

Las castañeras que antes competían por tener las mejores esquinas en las ciudades escasean desde hace años y nos obligan a que seamos nosotros los que tengamos que sacar la artillería para asarlas en nuestras casas. Desde Cocinillas nos han dado bastantes opciones que repasaremos, pero esta vez nos vamos a quedar con el truco que ponen en práctica los japoneses para conseguir que las castañas se cocinen por igual y que sean mucho más fáciles de pelar.

En primer lugar, podemos asar las castañas en una sartén, tanto si tenemos una cocina de gas como inducción o vitrocerámica. En las primeras, lo ideal es hacerse con alguna de las sartenes castañeras que se pueden encontrar en cualquier bazar y son de hierro con agujeros en el fondo, permitiendo que las llamas estén en contacto con el fruto. Con las segundas, cualquier recipiente viejo puede servir. Siempre que las cocinemos, lo primero será lavarlas y secarlas bien, dándoles después un corte profundo que atraviese las dos pieles para que no estallen con el calor.

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¿Cómo asar castañas en casa?

Conviene menear las castañas en la sartén para que se vayan haciendo de manera uniforme, completándose la receta en unos 25 o 30 minutos, dependiendo del tamaño. Una vez listas, se envuelven en un paño limpio para mantenerlas calientes. También se pueden hacer en el horno y es lo más cómodo cuando la cantidad es considerable. Un truco es dejar los frutos en remojo durante unas horas con salmuera, secarlas ligeramente y meterlas a máxima temperatura, horneando 10 minutos hasta darles la vuelta y continuar por la otra cara 10 minutos más.

Los más modernos pueden optar por el microondas o la freidora de aire. Para el primero hay que cocerlas antes, poniéndolas en un bol apto y cubriéndolas de agua para cocinarlas durante 10 o 12 minutos a 800 o 900 watios de potencia. Una vez cumplido este tiempo, se sacan con cuidado y se ponen en un plato para calentarlas de nuevo 30 segundos a máxima potencia. En la Airfryer, además de toda la preparación de la limpieza y el corte que es común a todas las preparaciones con castañas, bastará con meterlas unos 10 minutos a 200 grados.

El truco japonés para asar castañas

Sin embargo, los japoneses han hecho el más difícil todavía y han ideado un truco ―algunos aseguran que se lo han copiado a los chinos― para hacer sus yaki-guri, que es así como llaman a las castañas asadas. En su caso, además de limpiarlas, les hace un único corte en la cicatriz de inserción, la parte de la base de la castaña en la que su piel es más gruesa y áspera. Mientras, en el recipiente que van a poner al fuego, calientan un buen puñado de guijarros, piedras pequeñas que recogen, por ejemplo, de los ríos y desinfectan previamente.

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Cuando las piedras están bien calientes, los japoneses añaden entonces las castañas repartidas entre ellas para que el calor se multiplique alrededor de cada una y éstas se hagan de manera uniforme. No solo estarán más tiernas, sino que además la piel será más fácil de retirar. En el país existen también muchos vendedores ambulantes que las preparan con una maquinaria rudimentaria, parecida a la española, pero sin renunciar a este sencillo truco en el que las piedras marcan la diferencia.

Así se asan castañas al estilo japonés, con piedras al fuego. Consulado de Japón

Si los frutos secos son una buena fuente de proteína vegetal y grasa, en este caso la castaña sobresale por sus hidratos de carbono y la fibra, con muy poca grasa y muchas menos calorías. La Fundación Española de Nutrición (FEN) recoge que son 209 calorías por 100 gramos. Destacan además su contenido en minerales, sobre todo en potasio, ya que contiene más que los plátanos (500 miligramos por cada 100 gramos), velando por el buen funcionamiento del riñón y del corazón. Aporta también fósforo en buena cantidad, relacionado con la producción de energía y procesos químicos importantes.

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Liberan glucosa en sangre de forma gradual y constante, proporcionando un suministro de energía muy lineal. Son saciantes, lo que ayuda con las dietas de adelgazamiento, y regula la microbiota debido a su contenido en inulina, una fibra prebiótica que alimenta a las bacterias beneficiosas en el intestino. Por último, destacaremos que las castañas cuentan con alto contenido en antioxidantes y vitaminas, destacando la vitamina C en primer lugar, y después pequeñas cantidades de vitamina A, E y compuestos fenólicos como ácido gálico, procianidinas o catequinas. 

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