Unas gambas listas para ser devoradas.

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Nutrición Contaminación

De las cabezas de las gambas al arroz: el peligro desconocido que tienen para el corazón

Un estudio realizado en España ha encontrado la relación que existe entre la ingesta de metales pesados y el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

11 diciembre, 2021 00:54

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Actualmente es muy común encontrarse expuestos a diversos tipos de sustancias presentes en el ambiente, ya sea de forma natural o artificial. Un grupo de sustancias conocido son los metales pesados, de los cuales ya hablamos en EL ESPAÑOL en referencia al consumo de frutos secos.

Se sabe que algunos metales, como arsénico (presente en el arroz, por ejemplo), cadmio (presente en las cabezas de mariscos como las gambas) o titanio, pueden llegar al organismo humano a través de los alimentos, el agua, y también de la contaminación ambiental o el humo del tabaco. Y se sabe que estos pueden aumentar el riesgo cardiovascular.

Ahora, un nuevo estudio español, publicado en la revista Arteriosclerosis, Thrombosis and Vascular Biology, de la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) habría sugerido cómo se produce este aumento de riesgo.

Aumento del riesgo de infarto

Como recuerdan los autores, actualmente es relativamente fácil exponerse a pequeñas cantidades de metales pesados. El arsénico y el cadmio se encuentran en el tabaco y los alimentos, y el arsénico también es detectable en el agua potable. El titano, por su lado, se encuentra en los implantes dentales y dispositivos ortopédicos, como tornillos o carcasas de marcapasos, además de en algunos productos cosméticos y algunos alimentos.

Maria Grau-Perez, investigadora principal del nuevo estudio, del Instituto de Investigaciones Biomédicas del Hospital Clínic de Valencia INCLIVA y del Departamento de Medicina Preventiva, Salud Pública y Microbiología de la Universidad de Madrid, recuerda que actualmente hasta el 31% de las enfermedades cardiovasculares de todo el mundo podrían evitarse al eliminar los contaminantes ambientales, como los metales pesados.

Por su parte, cabe recordar que la aterosclerosis es un proceso de acumulación de depósitos de grasa o placas de ateroma en las arterias, lo que produce que se estrechen, se debiliten y se endurezcan. Según el tipo de arteria afectada podremos hablar de infarto de corazón, de ictus cerebral, de enfermedad renal, o de enfermedad de las arterias periféricas.

Y precisamente esa sería la relación entre metales pesados y riesgo cardiovascular: la aterosclerosis.

Exposición a metales

En estudios previos ya se habría objetivado que la exposición a metales pesados podría contribuir a una aterosclerosis de las arterias carótidas, las principales arterias del cuello, las cuales en última instancia contribuirían a producir un ictus o derrame cerebral. Pero en este nuevo estudio los investigadores se han centrado en la aterosclerosis subclínica (antes de que aparezcan síntomas), y también se han estudiado otras arterias importantes como las arterias femorales de las piernas, o las arterias coronarias del corazón.

En total el estudio evaluó a 1.873 adultos, siendo el 93% de ellos hombres, cuyos datos procedían del Aragon Workers Health Study: todos los participantes trabajan en una fábrica de ensamblaje de automóviles en la comunidad de Aragón, y todos tenían entre 40 y 55 años.

Se tuvieron en cuenta datos de los participantes durante varias visitas anuales entre 2011 y 2014. Se registraron datos como el nivel socioeconómico, nivel educativo, nivel de salud previo, consumo de tabaco y consumo de medicamentos. Además, también se sometieron a exámenes médicos para conocer su índice de masa corporal, presión arterial, niveles de glucosa en sangre, niveles de colesterol y triglicéridos y otros parámetros. 

Se midieron la exposición ambiental de hasta 9 metales pesados tóxicos: arsénico, bario, uranio, cadmio, cromo, antimonio, titanio, vanadio y tungsteno, y su potencial asociación con la presencia de aterosclerosis subclínica en las arterias carotidas, femorales y coronarias de los participantes. Se investigó tanto la exposición a metales pesados por separado como la exposición a una mezcla de estos metales, en cuanto a riesgo de aterosclerosis se refiere. Se recogieron muestras de orina para evaluar esta exposición a metales en el aire, el agua y los alimentos, y se realizaron ecografías de las diferentes arterias, además de pruebas de puntuación de calcio coronario.

Metales acumulados

Según los datos del estudio, el proceso de exposición a metales pesados sería progresivo y acumulativo: los participantes de mayor edad del estudio eran los que más niveles de metales pesados presentaban en sus pruebas de orina.

Por otro lado, las mujeres tenían niveles de metales pesados más elevados en comparación a los hombres, aunque cabe destacar que solo representaban el 7% de todos los participantes del estudio.

Por su parte, los participantes fumadores, o que habían fumado en algún momento de su vida, presentaban mayores nieles de arsénico, cadmio, cromo y titanio respecto a los que jamás habían fumado. Y, precisamente los niveles más altos de arsénico y cadmio, pero también de titanio y antimonio eran los que más se asociaban con una aterosclerosis subclínica.

Así mismo, al diferenciar entre metales pesados y aterosclerosis arterial: el arsénico y el cadmio se asoció con mayor aterosclerosis en arterias carótidas, el cadmio y el titano se asociarían con mayor aterosclerosis a nivel femoral y el titanio y probablemente el cadmio y el antimonio se asociarían con mayor aterosclerosis en las arterias coronarias.

Los autores concluyen que su estudio respaldaría que la exposición baja pero continuada a metales pesados medioambientales sería tóxica para la salud cardiovascular, destacando más si cabe que en este estudio en particular se detectaron niveles de metales pesados más bajos que en otros estudios. Además, destacan, el arsénico, cadmio y titanio serían los metales más relevantes en cuanto a aterosclerosis se refiere, incluso a niveles de exposición bajos.

Cabe destacar, por otro lado, que los participantes del estudio eran una población muy específica: casi todos eran hombres, de una zona muy específica de España, y trabajadores de una industria en particular. Sería complicado extrapolar estos resultados a otras poblaciones.

Aún así, los autores hacen hincapié en la necesidad de revisar los estándares mundiales de exposición a metales pesados: incluso en niveles considerados bajos, a largo plazo, parecen ser tóxicos.