Uno de los valores que más nos preocupan cuando nos hacemos un análisis de sangre es el nivel de colesterol en sangre. A medida que maduramos, controlar esta cifra requiere algo más de atención, pero es muy importante: la hipercolesterolemia es uno de los principales factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular. Para gozar de una buena salud en este sentido, es necesario llevar un estilo de vida saludable; es decir, dormir suficiente, hacer ejercicio físico de manera regular y, por supuesto, llevar una dieta saludable.

La nutrición es, muchas veces, el origen de unas tasas insanas de colesterol en sangre, pero, a través de los buenos hábitos, también puede ser la mejor manera de revertirlas. El primer paso hacia unos mejores niveles de colesterol pasa por aumentar la proporción de frutas y de verduras que consumimos a diario. Estos vegetales están cargados de vitaminas y minerales beneficiosos y contienen una buena proporción de fibra que, además de cuidar la salud intestinal, tiene beneficios sobre la salud cardiovascular.

La fibra es capaz de atrapar en el sistema digestivo el exceso de azúcares y de grasas para que no sean absorbidas por el cuerpo y, de esta manera, que no lleguen a dañar nuestro corazón. Además, tomar alimentos saludables con fibra aumenta la sensación de saciedad, nos hace tener menos hambre y, de esta manera, ingerimos una menor cantidad de calorías. Aparte de las frutas y verduras, también hay otros alimentos que reducen de manera específica el colesterol y que podemos incluir en nuestras comidas diarias.

Grasas y colesteroles

Estos alimentos son, aunque al principio pueda resultar paradójico, muy ricos en grasas. Durante años, las grasas han sido consideradas como el principal enemigo de la salud, pero no todas son iguales. Si bien es cierto que deberíamos evitar las grasas de peor calidad, las saturadas y las trans, consumir alimentos que son fuente de grasas insaturadas es una medida positiva para nuestra salud. El colesterol puede ser de dos tipos: la lipoproteína de baja densidad (LDL, por sus siglas en inglés) que es considerada como mala y la lipoproteína de alta densidad (HDL, también por sus siglas en inglés), considerada buena.

Mientras que los alimentos con grasas saturadas fomentan la acumulación de colesterol LDL en la sangre —que pueden formar placas de ateroma que pueden obstruir los vasos sanguíneos—, los que tienen grasas insaturadas reducen la cantidad de esta sustancia en la sangre. El colesterol HDL, por el contrario, no se acumula en las arterias, sino que se desecha a través del hígado; tomar grasas monoinsaturadas aumenta la proporción de esta sustancia en la sangre. Para que nuestro organismo funcione de manera saludable es necesaria cierta proporción de colesterol en la sangre.

Los frutos secos son uno de los grupos de alimentos que mejor nos pueden ayudar compensando la proporción entre el colesterol malo y bueno. Todos ellos se caracterizan por tener una gran cantidad de grasas en su composición; eso sí, la mayoría de ellas son insaturadas. Dentro de ellas, las nueces ocupan un lugar especial entre los frutos secos que más cuidan del corazón: su perfil de grasas, entre las que destacan los ácidos grasos omega-3, su buena proporción de fibra y sus micronutrientes son los responsables.

Reducen el colesterol 'malo'

Según la Fundación Española de Nutrición (FEN), las nueces contienen 59 gramos de grasa por cada 100 gramos de peso. De todos ellos, 49 gramos están formados por ácidos grasos insaturados; prácticamente, la mitad del peso de la nuez son grasas saludables. De ahí proviene, por tanto, su alto potencial para reducir el colesterol en la sangre. Además, es fuente de omega-3, unos ácidos grasos que reducen los triglicéridos y la presión arterial potenciando, de esta manera, su efecto cardioprotector.

Concretamente, las nueces contienen un ácido omega-3 específico conocido como alfa-linolénico, que favorece el descenso de la presión arterial. Además de ser buena para el corazón, en este artículo de EL ESPAÑOL se enumeran otros beneficios para la salud que aportan estos frutos secos. En concreto, el consumo habitual de nueces se ha asociado a una mayor longevidad, pero también tiene un efecto antiinflamatorio y previene algunos tipos de cáncer.

Las nueces pueden incorporarse a la dieta como snack, como parte de un desayuno con cereales integrales o como un ingrediente más para una ensalada. Según los datos de la FEN, contienen 611 kilocalorías por cada 100 gramos, un valor energético muy alto. Pero, aunque tienen más calorías que un Bollycao, no se relacionan ni con el sobrepeso, ni con la obesidad, tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL.

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