A pesar de la enorme cantidad de información sobre nutrición disponible, aún hay muchas personas que tienen malos hábitos alimenticios, de forma consciente o inconsciente, lo que lleva a nutricionistas y dietistas a poner el grito en el cielo. Desde cocinar demasiado la carne, hasta descongelar alimentos a temperatura ambiente, pasando por desperdiciar alimentos en exceso. Pero estos no son los únicos errores que se cometen en la cocina, hay alguno más.

Cocinar demasiado los alimentos

Aunque a muchos individuos les gusta la carne muy hecha, con el objetivo de evitar sangrados de la misma, o simplemente por su textura cuando está más cocinada, esta costumbre podría ser más dañina de lo que se suele pensar. 

El cocinado excesivo de la carne puede dar lugar a la formación de compuestos oxidativos y proinflamatorios, los cuales se han relacionado incluso con el aumento del riesgo de sufrir determinados tipos de cáncer. Por ello, la recomendación es cocinar la carne lo suficiente, pero sin pasarse.

Cocinar con poca o con demasiada grasa

Demasiado aceite para cocinar, o demasiado poco, puede dar lugar a una pérdida en los beneficios para la salud. Usar un poco de aceite de oliva ha demostrado dar lugar a mejoras en la salud general por sus compuestos antiinflamatorios intrínsecos, pero excederse en su uso y consumo puede dar lugar a un exceso de calorías en la dieta totalmente innecesario. 

La grasa es un macronutriente esencial y eliminarla totalmente de la dieta es un error. De hecho, es necesaria para llevar a cabo múltiples reacciones metabólicas en el organismo humano, e incluso para absorber otros nutrientes como las vitaminas liposolubles. Sin embargo, los excesos también son perjudiciales. Lo ideal es encontrar el equilibrio entre ambos extremos.

Cocinar con el mismo aceite para todo

Si bien es cierto que el aceite es una grasa saludable, cocinar todos los platos con el mismo aceite o ir reciclando continuamente dicho aceite, es muy poco recomendable. Sobre todo dependiendo del tipo de aceite usado y de la temperatura a la cual es sometido. Todos los aceites no reaccionan igual, ni presentan la misma estabilidad en función de la temperatura.

El aceite de oliva, por ejemplo, es uno de los más saludables y estables a altas temperaturas. Sin embargo, a partir de los 160 grados puede evaporarse. Y, tanto en el caso del aceite de oliva como en cualquier otro tipo de aceite para cocinar, su descomposición puede dar lugar a pérdida de sabor y calidad nutricional.

Desperdicio de comida

El malgasto de comida sigue siendo un problema medioambiental generalizado en todo el mundo, sobre todo en los países occidentales. Y, en gran parte de las ocasiones, se debe a seguir a rajatabla las fechas de caducidad o de consumo preferente.

Realmente estas últimas solo son fechas aproximadas, y no significa que el producto no pueda consumirse, sino que puede haber perdido parte de su calidad, pero nada más. Las fechas de caducidad son un término diferente, y en esos casos sí debe desecharse el producto, pudiendo aumentar el riesgo de intoxicación alimentaria en esos casos. Sin embargo, el "consumo preferente" no indicaría caducidad como tal.

Cocinar siempre los mismos alimentos

Consumir siempre los mismos alimentos no solo puede llegar a ser aburrido, sino poco saludable. La variedad en la alimentación es necesaria para consumir adecuadamente todos los macro y micronutrientes necesarios en el día a día, y repetir una y otra vez el mismo tipo de alimentos no es lo ideal en estos casos. Más si cabe cuando se hace referencia al sabor de algunos alimentos: modificar las formas de cocinar, especiar o aliñar los alimentos pueden marcar una grata diferencia.

Consumir solo las claras de los huevos

Consumir solo las claras de los huevos y desechar las yemas da lugar a una significativa pérdida nutricional del alimento en su conjunto. De hecho, a pesar de que la yema sea la parte más calórica del huevo, es precisamente donde más nutrientes pueden encontrarse. Las claras son una conocida fuente de proteínas, pero por sí solas no son más saludables que un huevo entero.

Cocinar sin gluten sin ser celíaco

La alergia al gluten o la intolerancia al mismo (celiaquía) es una patología que afecta a 1 de cada 100 personas en todo el mundo. Por su parte, la sensibilidad al gluten aún se encuentra en estudio, y no ha podido relacionarse completamente con esta proteína. Aún así, en todos estos casos, por el momento sí se aconseja limitar o eliminar el gluten para evitar problemas de salud.

En cualquier otro caso, no hay evidencia científica de que evitar el gluten sea más saludable, que ayude a perder peso, o que tenga beneficio alguno para el organismo. Eliminar el gluten cuando no es necesario puede complicar una dieta saludable. Comer sin gluten no es más saludable, sino una necesidad para aquellos individuos que no lo toleran o procesan correctamente; no hay que confundir conceptos.

Usar sal antes de probar el plato

Agregar sal a una comida, a ciegas, puede ser un error. Si bien este condimento da sabor a muchas comidas, muchos platos no necesitan agregar más sal de la que ya poseen, o bien no necesitan tanto sabor añadido. A día de hoy el exceso de sal sigue siendo mucho más problemático que su déficit en las dietas del mundo occidental, por lo que limitar su consumo (sin eliminarla en su totalidad) sigue siendo lo más aconsejable.

Evitar la fruta por el azúcar

Sí, la fruta contiene azúcar, pero no es lo mismo una fruta entera que un zumo de frutas, ni tampoco es lo mismo que consumir un refresco o una bebida azucarada. A pesar de contener incluso cantidades similares de azúcar, la fruta entera, en su conjunto, contiene multitud de nutrientes necesarios para la salud que deben tenerse en cuenta. Además, la fibra de la fruta contribuye a reducir la absorción de su fructosa, además de otorgar su potencial saciante a las frutas. Todos los azúcares no son iguales.

Descongelar a temperatura ambiente

Para finalizar, un error culinario muy común hoy en día es dejar que los alimentos se descongelen a temperatura ambiente. Si bien puede ser un método más rápido que dejarlo en el frigorífico, también es mucho más peligroso, pudiendo crear un ambiente ideal para el crecimiento bacteriano. Algunos nutricionistas recomiendan en estos casos echar mano del microondas o bien de usar agua fría para descongelar los alimentos; sin embargo la mejor opción suele ser dejar el alimento en el frigorífico toda la noche y esperar con paciencia que se descongele.

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