Multitud de alimentos son evitados en las reuniones laborales o familiares, ya sea por su aspecto visual, su olor, o bien por las consecuencias posteriores a su consumo, como es el mal aliento secundario. 

Todos estos obstáculos los convierten en impopulares socialmente hablando, pero el consumo de determinados alimentos puede hacer un gran favor a la salud general.

Son sobradamente conocidos los efectos sociales del consumo del ajo o bien la cebolla en estado crudo: el mal aliento posterior puede llegar a durar varias horas, y el lagrimeo secundario de los comensales dispuestos alrededor de la mesa será palpable con el paso de apenas unos minutos.

El ajo y la cebolla

Este fenómeno se produce porque tanto el ajo como la cebolla contienen compuestos de azufre, malolientes por sí mismos. No solo es un fenómeno secundario a la acumulación de estas partículas entre los dientes, sino que tras su digestión, estos compuestos son absorbidos por el torrente sanguíneo y exhalados finalmente por los pulmones como forma de eliminación de los mismos. Mal aliento por partida doble.

Sin embargo, cabe destacar que estos alimentos son muy útiles a nivel culinario y nutricional. Su uso puede evitar el exceso de sal en las comidas, haciendo los platos más saludables y reduciendo su densidad calórica sin restarles sabor. Así mismo, ambos alimentos contienen fitoquímicos, sustancias que reducen el riesgo de enfermedad cardiovascular y mejorar la salud general.

Como consejo para evitar el mal aliento, los expertos aconsejan una buena hidratación posterior, o bien masticar perejil o goma de mascar natural, incluso usar menta o tomar té puede ayudar.

Zanahorias

Aunque no es un efecto palpable de forma inmediata, el exceso de consumo de zanahorias y otros alimentos ricos en beta-carotenos puede dar lugar a una tinción anaranjada de la piel, que en ocasiones puede confundirse erróneamente con la ictericia, una condición patológica que denotaría un sufrimiento del hígado.

En el caso de la piel anaranjada, este fenómeno se conoce como carotenemia, y se trata de una condición inofensiva que simplemente da lugar al mencionado tono anaranjado. Actualmente suele verse con más frecuencia en vegetarianos, veganos y niños de corta edad, los cuales suelen consumir mayor cantidad de este tipo de alimentos.

Aún así, el consumo de zanahorias es muy saludable, sin caer en los excesos, como sucedería con cualquier sustancia. Se trata de alimentos ricos en vitamina A, un antioxidante saludable para la salud ocular. 

En este caso, el único consejo para evitar la carotenemia sería una buena hidratación y variar la dieta, con el objetivo de evitar los excesos de beta-carotenos sanguíneos.

Espárragos

En el caso de los espárragos, el mal olor secundario se notará a la hora de orinar, pero solo sucede en algunos individuos, concretamente la mitad de los individuos que consumen espárragos. La otra mitad con considerados "no excretores" y no notan tal efecto secundario.

Aunque, por otro lado, existen algunos trabajos que sugieren que habría implicación genética en el asunto. Los genes no solo determinarían si la orina emite olor o no tras comer espárragos, sino también si pueden olerlo los mismos individuos.

Este fenómeno sucede de forma similar al caso de los ajos y las cebollas: los espárragos contienen compuestos de azufre, que emiten olor a medida que son expulsados del organismo, y en este caso se refleja más en la orina que en el aliento. Curiosamente, aunque en la época romana ya se consumían, no se empieza a mencionar este mal olor en la orina hasta la década del año 1700, precisamente en el momento que se empezó a usar azúfre y sulfatos como fertilizantes para mejorar su sabor.

De todas formas, los espárragos son saludables, dado que son una importante fuente de fibra y vitaminas B, como la vitamina B9 o ácido fólico.

Una vez más, como consejo para evitar esta situación, el mejor consejo es no excederse con el consumo de espárragos en una sola comida, e hidratarse abundantemente para eliminar y diluir más estos compuestos en la orina.

Alubias

Las alubias, de la misma forma que pasa con otras legumbres, aumentan el riesgo de sufrir un exceso de flatulencias. O más vulgarmente hablando: aumentan el riesgo de expulsar pedos. Cuanta mayor cantidad se consuma, más riesgo de flatulencias existe.

Esto se produce por la riqueza en fibra soluble, que no se descompone hasta que llega al intestino grueso, momento en el cual se digiere y produce gases, que deben expulsarse de alguna forma, por incómoda que sea.

Sin embargo, es sobradamente conocido el beneficio de consumir alubias y otras legumbres, dada su riqueza en fibra, necesaria como factor protector de diversas enfermedades cardiovasculares y digestivas, además de reducir el riesgo de diabetes e incluso colaborando en la reducción de los niveles de colesterol sanguíneo.

Como consejo para evitar esta desagradable situación, algunos expertos abogan por el uso de hierbas como la menta, la manzanilla, el jengibre o el regaliz con el objetivo de reducir el hinchazón abdominal, siempre consumidos en formas de té o infusión. Algunos sugieren también el uso de probióticos, aunque se trata de un tema pendiente de confirmarse mediante más investigaciones al respecto.

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