La isla está cambiando, y no desvelará su nueva cara hasta que la lava no deje de brotar. El lienzo que está pintando el magma del volcán de Cumbre Vieja no solo está reconfigurando el perfil de la isla bonita, con una fajana que ya supera las 36 hectáreas. La orografía del suroeste de La Palma también enseña sus dientes, con un terreno escarpado e intransitable, y en el subsuelo, nacen unas tuberías que conducen el material lávico hacia el mar.

Miembros del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) realizaban estos días un vuelo de dron sobre la zona de la erupción de La Palma cuando observaron que ocurría un nuevo fenómeno. La lava, fluida y rápida, que discurría por la colada principal desaparecía en un tramo de varios metros. Parecía esconderse debajo de la tierra hasta volver a salir a la superficie más adelante, a escasa distancia del mar y pasada la población de Todoque. Es lo que los científicos conocen como tubos volcánicos.

David Calvo, portavoz de Involcan, explica a EL ESPAÑOL que son formaciones que se producen dentro de las coladas de lava debido al enfriamiento de la capa superior. Lo que ocurre es que se forma "una especie de costra" y, por debajo, se crea un espacio en forma de túnel por el que serpentea la lava en su camino hacia el mar.

Por el momento, desde Involcan confirman que esta semana han detectado hasta dos tubos volcánicos cerca de la zona de Todoque. "Se veían claramente", asegura Calvo. Un número que puede variar y crecer en la medida en que la erupción siga emitiendo lava en una ventana de tiempo hasta ahora desconocida, pero que apunta a varias semanas.

Infografía de los tubos de lava. Carracedo et al. Libro Geositios Seleccionados en Tenerife y en el Volcán Teide

Alicia Felpeto, vulcanóloga del Instituto Geográfico Nacional (IGN), explica que este fenómeno "ocurre cuando las lavas van canalizadas", por ejemplo, entre dos coladas ya frías. "Eso favorece que se forme un túnel volcánico entre ellas", asegura la experta, aunque también puede ocurrir en un barranco algo más estrecho o cuando la lava se ve encajonada en un valle.

Estos tubos que se están empezando a ver en la erupción de La Palma se esconden en la colada principal. Hay que recordar que el primer magma que expulsó el volcán era un material más viejo, más viscoso y lento. Una lava que lleva más tiempo sobre la superficie de la isla, que se ha ido enfriando con el paso de los días y que ha ido creando una orografía beneficiosa para la formación de estas tuberías lávicas.

Sin embargo, es el caudal continuo y fluido que comenzó a brotar esta última semana, en plena fase efusiva, el que hace posible que se generen estos fenómenos en los suelos de las islas volcánicas. Además de la viscosidad de la lava, también es imprescindible que se dé otro factor: la velocidad de flujo que lleven estas coladas.

Para la investigadora del IGN, estas formaciones no son ni una buena ni una mala noticia, "simplemente ocurren". Como explica este periódico, a veces incluso "pueden representar problemas, porque la velocidad de avance de la lava es mucho más rápida que si la colada está expuesta". Lo que sucede es que esta especie de túneles, "canalizan y llevan la lava al mismo sitio, siempre que no se rompa esa pared lateral, lo que formaría una lengua secundaria", comenta la experta. Un asunto que los científicos que se ocupan de la vigilancia volcánica están siguiendo de cerca.

Un atractivo turístico

Los tubos volcánicos, una vez finalice la erupción y el material deje de fluir en su interior, se quedan vacíos y, en su interior, se van creando importantes cuevas. Muchas de estas tuberías que crean los volcanes después se vuelven todo un atractivo turístico. Así lo explica Calvo que pone el ejemplo de algunos tubos volcánicos de las Islas Canarias que se han convertido en un lugar digno de visitar.

Como si se tratara de las venas vacías del volcán, la erupción de San Juan en La Palma (1949) dejó un recuerdo del recorrido de su lava: el tubo volcánico de la Cueva de las Palomas. Se encuentra entre las localidades de Las Manchas y Todoque, en el municipio de los Llanos de Aridane. A lo largo de la pasarela -de unos tres metros de ancho y 500 de largo-, pueden observarse las distintas formas que fue adoptando la lava en su recorrido por este tubo, así como las bocas por donde expulsaba gases y lava durante su formación.

La Cueva del Viento es otro de los ejemplos que destaca Calvo. Se encuentra en Tenerife, y el tubo volcánico que se formó se encuentra entre los cinco más largos del mundo, de 18 kilómetros de longitud. Nació hace 27.000 años, por una obra casi caprichosa de la naturaleza, como consecuencia de varios episodios eruptivos en la isla del volcán Pico Viejo y que ha dejado cavidades que aguardan vida. Pueden encontrarse más de 100 especies endémicas de invertebrados (tales como la cucaracha sin ojos o la cochinilla de la humedad) en estos tubos que aunque pueden parecer inhóspitos, han sabido adaptarse a sus condiciones de humedad y poca luz. 

Tubo volcánico de la Cueva del Viento, en Tenerife. EP

En Lanzarote son muy conocidos también los Jameos del Agua, que se encuentran en el interior de un tubo volcánico único originado por el volcán de la Corona y tiene una longitud de al menos seis kilómetros, de los que un kilómetro y medio transcurren bajo la superficie marina. Un tramo que recibe el nombre Túnel de la Atlántida.

Pero si hay un túnel que a Calvo le fascina especialmente es uno ubicado mucho más lejos. Se trata del sistema de tubos de lava que se encuentra en la isla volcánica de Jeju, en el estrecho de Corea. El más imponente es el sistema que creó la erupción de Geomunoreum hace unos 200.000 años. Entre sus tuberías lávicas más importantes se encuentra el de Manjanggul, que se extiende a lo largo de casi nueve kilómetros y alcanza hasta 30 metros de altura y 23 metros de ancho.

En lo que concierne a los tubos volcánicos que pueda crear el volcán de Cumbre Vieja, todavía se mantendrá la incógnita. Como explica Calvo, hasta que la erupción no finalice, no podrán saberse las dimensiones de estos fenómenos de la naturaleza. Pero lo que está claro es que, por el momento, está ayudando a canalizar una lava que evita, de momento, arrasar nuevas hectáreas.

Según las últimas informaciones, "la erupción está estable", como aseguran desde Involcan. La lava y la explosividad continúan y, como explican desde la dirección de Protección Civil de Canarias (Pevolca), en las últimas 24 horas ha disminuido tanto el número de sismos como la magnitud máxima observada (hasta ahora en 3,8). La superficie afectada en la isla suma ya las 422 hectáreas, y la anchura de la colada se mantiene en 1.250 metros. Además, siguen muy pendientes de la evolución de la calidad del aire, con especial atención al dióxido de azufre que emite el volcán y que, de momento, se mantiene en niveles seguros, siempre y cuando se respete el radio de exclusión de 2,5 kilómetros.

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