El catedrático del MIT Robert S. Langer.

El catedrático del MIT Robert S. Langer. Fundación BBVA

Investigación Fundación BBVA

El gran inventor que fundó Moderna y fue al 'gym' con Nadal: "España honra bien a los científicos"

Robert S. Langer recibe un premio Fronteras del Conocimiento por diseñar las nanomoléculas que trasportan la vacuna de la Covid.

20 junio, 2022 02:14

Aunque el desarrollo de las vacunas de ARN mensajero contra la Covid-19 ha podido parecer fulgurante -Uğur Şahin, fundador de BioNTech, lo bautizó como 'Proyecto Lightspeed (Velocidad de la Luz)'-, tiene varias décadas de camino tortuoso y lleno de obstáculos detrás.

"Fuimos muy subestimados", recordaba Robert S. Langer, catedrático del Massachussets Institute of Technology (MIT) y cofundador de la empresa biotecnológica Moderna, al recoger uno de los Premios Fronteras del Conocimiento 2022 que otorga la Fundación BBVA por diseñar las nanomoléculas que permiten que el fármaco funcione.

Ingeniero químico de formación, Langer quiso encauzar su carrera hacia la salud mientras sus compañeros querían "trabajar para petroleras". Solo encontró puertas cerradas hasta que Judah Folkman, un catedrático de Harvard famoso por contratar a "perfiles poco usuales", le hizo hueco en el Hospital Infantil de Boston con un reto bajo el brazo: cortar el crecimiento de tumores atacando sus vasos sanguíneos y transportar sustancias orgánicas mediante nanomoléculas de diseño.

Pero ni siquiera cuando Nature publicó sus resultados a finales de los setenta, en los que había logrado encapsular ARNm en sus nanomoléculas, logró vencer el escepticismo. Medio siglo después, la tecnología de Langer ha permitido doblarle el pulso a la pandemia: sin las nanopartículas lipídicas que lo rodean, el ARN mensajero que codifica la proteína S del coronavirus y permite a nuestro sistema inmune armarse quedaría destruido por nuestro organismo.

El potencial de su trabajo para la "liberación inteligente de fármacos" ya había sido reconocido en España con el Premio Príncipe de Asturias en 2008. Ahora, al recoger en Bilbao el segundo premio de relevancia internacional que otorga nuestro país, el investigador reconoce que "España hace cosas muy agradables" para celebrar a los científicos.

Uno de sus recuerdos más entrañables, de hecho, tiene que ver con aquella primera entrega de premios. "Hace 14 años, otro de los galardonados era Rafael Nadal. Yo voy mucho al gimnasio. ¡Y ahí estaba junto a él! ¡Alguien tan famoso, y fue tan agradable! Estuvo muy bien, fue todo un honor. Desde luego, no habría sido así en Estados Unidos", valora Langer. La percepción social de los investigadores en su país ha mejorado poco pese a su papel para contener la pandemia, explica. "No toda la atención que hemos recibido ha sido positiva. A los medios les sigue gustando publicar titulares negativos sobre la ciencia". 

El laboratorio que dirige Langer en el MIT es un verdadero crisol de invenciones, tantas que ha llegado a ser calificado como el 'Edison de la medicina'. En una primera línea de investigación, sus nano y micropartículas se aplican en ensayos para tratar el cáncer, las enfermedades cardiovasculares o incluso trastornos mentales como la esquizofrenia. "Y se usarán en el futuro para mucho más", adelanta.

Las partículas no solo protegen el fármaco, también sirven para regular los niveles de toxicidad e ir liberando dosis con el paso del tiempo. "Muchos pacientes se olvidan de tomar su medicación cuando deben. El New York Times publicó que más de 100.000 personas mueren al año en EEUU porque no siguen las pautas del prospecto".

A esto se suman las dificultades en los países en desarrollo para seguir tratamientos complejos. Patrocinados por la Fundación Gates, buscan maneras de alargar el efecto de las medicinas ahí donde el suministro no está garantizado. "Cuando te tomas un pastilla, el efecto no suele durar más allá de 24 horas porque tu sistema gástrico lo elimina", explica Langer, para mostrar a continuación un dispositivo en forma de asterisco.

Esta 'píldora inteligente' se toma dentro de una cápsula, explica, y se abre en el estómago. Los brazos del dispositivo lo mantendrán fijo en el punto de entrada al tracto gastrointestinal, el píloro, dejando pasar la comida, y liberando la medicación gradualmente "durante una semana o un mes". Después se degrada y se elimina con las heces. "La estamos probando contra la malaria, o como píldora anticonceptiva".

Otro invento maravilloso salta del bolsillo del Edison Langer durante la entrevista. "Si eres diabético, debes inyectarte insulina. Pero a nadie le gustan los pinchazos y a veces los pacientes se lo saltan. Nos preguntamos, ¿No podríamos hacer una inyección oral? Así que fabricamos una 'píldora robot': tiene forma esférica con un pequeño orificio del que sale una aguja hecha básicamente de insulina, aunque podría ser cualquier otro medicamento". La idea es que un muelle impulse el pinchazo, pero ¿cómo evitar que se dispare antes de llegar al estómago?

La solución del laboratorio de Langer ha sido cubrir la aguja con una pantalla de azúcar que se disolverá por ósmosis cuando las condiciones sean adecuadas, "una hora después de tragarte la píldora". El muelle hará entonces su trabajo; pero ¿cómo garantizar que la inyección apunte a la pared estomacal en la que debe clavarse? "Hemos basado la forma de la píldora en el caparazón de la tortuga leopardo. Debido a la distribución del peso, siempre caerá del solo lado, como un dado trucado". Y como el Edison de la historia que demostraba sus inventos en ferias, Langer lanza su prototipo sobre la moqueta para demostrar el fantástico efecto.

Thomas Alva Edison pasó a la historia como un hombre de negocios despiadado. Robert S. Langer forma hoy parte de la lista Forbes de los más ricos, pero insiste en que su única satisfacción está ver los resultados que tienen sus avances en la salud de las personas. "La investigación sobe tejidos artificiales se remonta a finales de los 70. Mi amigo Joe Vacanti, cirujano, estaba tratando a niños pequeños con problemas de hígado que terminaban muriendo. '¿No podríamos fabricar órganos y tejidos de cero?', me preguntaba".

Pensaron entonces en fabricar armazones de polímeros sobre los que hacer crecer las células que darían lugar al órgano deseado. El desarrollo de técnicas con células madre supuso un espaldarazo definitivo. "Esto nos ha llevado a desarrollar piel artificial para víctimas de quemaduras, nuevos vasos sanguíneos, cartílagos, células pancreáticas... Hemos aislado moléculas que podrían producir nuevas células ciliares en el oído de las personas sordas. Y puede que nos ayude a minimizar los tests con animales y humanos", enumera. 

En el futuro cercano, Langer trabaja en "vacunas con autorrefuerzo (self boosting). "Con una única inoculación de un 'cóctel' de nanopartículas que pueden abrirse en diferentes momentos, se incluirían hasta once dosis de refuerzo en la misma inyección. No tendríamos que estar volviendo a vacunarnos".

¿Supondría esto también el fin de las resistencias a vacunarse? "Creo que la buena comunicación sobre la ciencia está ganando, pero no por goleada", medita. "Los antivacunas son una minoría, pero es una cifra significativa de personas. Usted lo sabrá probablemente mejor que yo. Los medios tienen un gran poder de influencia, para lo positivo como lo negativo".