Pedro Cavadas, cirujano español, en una entrevista en La 2.

Pedro Cavadas, cirujano español, en una entrevista en La 2.

Ciencia

Pedro Cavadas (59), cirujano: "Amar y mejorar la vida de un extraño son las 2 claves para la felicidad"

Reconocido internacionalmente por trasplantes y cirugías, el médico valenciano apunta que la felicidad no depende del reconocimiento público ni del dinero.

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Las claves

Pedro Cavadas, reconocido cirujano, considera que amar y mejorar la vida de un extraño son las claves de la felicidad y su propósito vital.

Su experiencia en África supuso un punto de inflexión que transformó su carrera, dedicándose a la cirugía reconstructiva por justicia y no por caridad.

Cavadas realiza entre 1.500 y 1.800 operaciones al año y afirma que su mayor satisfacción proviene del agradecimiento de sus pacientes, no del prestigio.

Critica duramente la política actual por su falta de honestidad y advierte sobre el conflicto inevitable entre la inteligencia artificial y el ser humano.

Pedro Cavadas es considerado uno de los mejores cirujanos del mundo. Sin embargo, no mide la trascendencia de su vida por los hitos médicos alcanzados. Su máxima personal es otra, sencilla y rotunda. “Si tienes la suerte de amar y ser amado y mejorar la vida de un extraño, tu vida habrá sido bien vivida”, sostiene el cirujano valenciano como síntesis vital.

Para Cavadas, esa frase condensa una existencia con propósito y resume su manera de estar en el mundo. El médico, hablando de sí mismo, se define con modestia como “un intento de persona honesta y trabajadora”. Esta filosofía, expresada en una entrevista en el programa Plano general, de La 2 de RTVE, no fue siempre evidente y nació tras un punto de inflexión profundo.

La trayectoria profesional del reputado doctor es la prueba práctica de ese lema. Según recuerda en la entrevista, tras formarse en Estados Unidos alcanzó la élite de la cirugía, con éxito económico y ambición personal. Él mismo reconoce que fue “rico y ambicioso, hasta que África le cambió”, marcando un antes y un después definitivo.

Desde entonces, transformó su talento excepcional en una misión que rechaza definir como caridad. Para el cirujano, su dedicación a la cirugía reconstructiva en África responde a un criterio ético elemental. “Que esta gente tenga acceso a cirugía reconstructiva razonable creo que es de justicia”, explica al justificar su compromiso sostenido.

Ese compromiso se traduce en cifras poco habituales incluso en la alta cirugía. Cavadas realiza entre 1.500 y 1.800 operaciones al año, una capacidad de trabajo que colegas y colaboradores describen como “prácticamente infinita”. Él mismo define ese ritmo como el de un trabajador “infatigable” que asume un alto coste personal.

El propio cirujano no edulcora las consecuencias de esa entrega. Se describe como “un trabajador que arruina su salud para que otros la tengan”, una afirmación que refuerza la coherencia entre su idea de felicidad y una vida orientada al servicio. Amar y mejorar la vida ajena no es, en su caso, un eslogan abstracto.

Pese a los apodos de “doctor milagro” asociados a trasplantes de rostro, brazos o piernas, Cavadas rechaza frontalmente esa etiqueta. “No son milagros”, insiste, aunque admite que los pacientes lo viven así, “porque les cambia la vida”. Para él, el valor está en el resultado concreto, no en la épica mediática.

Es en ese impacto tangible donde encuentra la validación de su propósito vital. El doctor afirma que conserva siempre las muestras de agradecimiento de quienes vuelven a caminar, a usar las manos o a reunirse con su familia. “Cuando le cambias la vida a alguien y lo entiende, te lo agradece, y eso lo guardo siempre”, subraya.

Ese agradecimiento confirma, según su propio relato, el segundo pilar de su felicidad. No se trata de reconocimiento público ni de prestigio profesional, sino de la certeza íntima de haber mejorado la vida de un desconocido. Ahí, insiste el cirujano, reside la diferencia entre una vida exitosa y una vida bien vivida.

La cirugía que aplicaría a la política

La misma honestidad que guía su trabajo quirúrgico define su mirada sobre la política española. Preguntado por la intervención que aplicaría al sistema, Cavadas responde sin rodeos: “Eutanasia”. A su juicio, la política “está muy enferma” y requiere una extirpación radical de sus males estructurales.

Para el cirujano, el gran tumor de la vida pública es la mentira. “Si a la política le quitas las mentiras, queda muy poco”, afirma, antes de insistir en que, una vez eliminadas, “queda poquísimo, muy poco sobre lo que construir”. Su diagnóstico es tan crudo como coherente con su visión ética.

Frente a ese vacío, Cavadas apuesta por reconstruir sobre “honestidad y verdad”. Critica un lenguaje político convertido en “juegos florales infantiles” y en un “patio de colegio” dominado por el cálculo electoral y la atención a causas menores, cuando, según él, los problemas reales permanecen sin resolver.

Esta crítica conecta con un malestar ampliamente compartido. Muchas encuestas de 2025 reflejan que la polarización política es una de las principales preocupaciones ciudadanas y que cerca del 80% de los españoles califica la situación como mala o muy mala. Vivienda y empleo se consolidan como los grandes retos pendientes.

Ese contexto refuerza el lamento de Cavadas por el uso de los recursos públicos. A su juicio, los impuestos deberían destinarse a “generar bienestar de la población, no a otras cosas”. Por ello, concluye que el sistema no necesita retoques superficiales, sino una reforma profunda: “Eso necesita demolerlo y construirlo otra vez”.

En una de sus reflexiones más llamativas, el cirujano amplía el foco hacia la humanidad y la tecnología. Advierte que la inteligencia artificial “entrará en conflicto con el ser humano en algún momento”, una colisión que considera inevitable. Su visión es pesimista y cuestiona la idea de progreso asociada al avance tecnológico.

Según Cavadas, la tecnología no nos está haciendo mejores personas, sino que oculta un estancamiento evolutivo. “El ser humano dejó de evolucionar hace tiempo. No somos más listos. Es más, cada vez somos más tontos”, sentencia. Una conclusión amarga que contrasta con la sencillez de su receta para la felicidad.

Así, Pedro Cavadas, el cirujano que ha dedicado su vida a reconstruir cuerpos y destinos, deja un mensaje tan claro como incómodo. Amar y servir al otro sigue siendo, para él, el camino más directo hacia una vida plena, aunque la sociedad y sus estructuras parezcan avanzar en sentido contrario.