El psicólogo y psicoanalista Mario Izcovich. Planeta Libros

El psicólogo y psicoanalista Mario Izcovich. Planeta Libros

Ciencia

Mario Izcovich, psicólogo de la escuela: "Un niño me contó que le enseñaban en clase a poner el preservativo. Acabó vomitando"

Denuncia el "enfado" y el "desinterés" de los adolescentes en la escuela con los debates de sexualidad e identidad de género en España.

Más información: Desmurget, el sabio contra los 'cretinos digitales': "A un alumno español de secundaria en Japón lo mandarían a primaria"

P. Fava
Publicada
Actualizada

Mario Izcovich, psicólogo y psicoanalista argentino radicado desde 1991 en Cataluña, tiene un mensaje para los profesores, los alumnos y las familias: otra escuela no solo es posible, sino que es imprescindible. Su último libro, La escuela que escucha [Ariel], es fruto de su trabajo en la práctica clínica con niños, adolescentes y adultos, y su asesoramiento en órganos como el Institut de la Infància de Barcelona.

Abordar los múltiples problemas que atañen a la educación no es una tarea breve: implica abordar una sensación de malestar prevalente tanto entre los docentes como los niños a su cargo. Obliga también a replantearse las ideas equivocadas sobre la enseñanza moderna. "En nuestra sociedad, a los adultos les cuesta regular y limitar a los niños", observa. "En definitiva, les cuesta cumplir con su función de adultos".

"Muchas veces, los educadores son desacreditados y cuestionados", lamenta. Paradójicamente, "al mismo tiempo los padres y madres delegan en los educadores cuestiones importantes de la educación de sus hijos: reemplazar las figuras paterna y materna, poner límites, educar, transmitir valores, impartir educación sexual...".

Un ejemplo de esta dejación de responsabilidades está en la proliferación de cursos de formación en aspectos de sexualidad o identidad de género que se imparten en horario escolar. Esto, que podría ser un ámbito idóneo para la expresión personal y el desarrollo del adolescente, en realidad es un mensaje unidireccional impartido por alguien frecuentemente externo al centro.

"La mayoría de estos talleres funcionan con la lógica de la educación clásica, aunque quien dicte el taller tenga un discurso moderno", lamenta Izcovich. Peor aún, "la tasa de embarazos adolescentes no disminuye a pesar de la 'educación sexual' recibida", denuncia.

Los testimonios

Este error de enfoque es un factor más de malestar en la escuela en España, explica el psicólogo. "Me encuentro con adolescentes que, en el marco de este tipo de talleres, no se atreven a hablar de sus ideas libremente para no sentirse cuestionados. En vez de pensar con otros, lo que les permitiría revisar sus certidumbres, se cierran en ideas que muchas veces son negativas o prejuiciosas".

"Una adolescente de diecisiete años que está molesta con los debates actuales de género me cuenta enfadada que, en un taller, al comenzar y sin que viniera a cuento, la persona responsable les pidió a los participantes que aclararan cómo se definían, es decir, que dijeran qué pronombre les iba mejor, ella, él o elle", relata. A otro adolescente de quince años le recomendaron "ver porno con mirada femenina".

El recuerdo más perturbador, sin embargo, es el de un alumno que vivió una experiencia traumática. "Un niño de trece años me relata que tuvieron una clase en la que le enseñaban a poner un preservativo a un adminículo con forma de pene. Tener que hacerlo delante de sus compañeros le produjo una intensa vergüenza. Este adolescente no pudo hacerlo, pidió ir al baño y acabó vomitando".

Cómo hacerlo mejor

"¿De verdad alguien piensa que la 'educación sexual' es saber colocar un preservativo? ¿O imponer a adolescentes una determinada idea de la sexualidad?", se pregunta. Idealmente, este ambiente debería ser un entorno para "conversar con los adolescentes, de escucharlos" y "de que ellos se escuchen, de que puedan hablar de lo que piensan, sin miedo".

En lo que no se puede caer es en los planteamientos ingenuos, advierte Izcovich. "La educación no es neutra, está atravesada por la ideología. No aspira a formar ciudadanos críticos. La sexualidad no se enseña como las matemáticas o la historia. Lo que realmente importa es abrir espacios de conversación, basados en la escucha y el respeto del otro", concluye.