Magda Carlas, dietista. (Young Sok Yun / Flckr)

Magda Carlas, dietista. (Young Sok Yun / Flckr)

Ciencia

Magda Carlas, dietista, tajante: "Pensar que tomar una gran bola de burrata con tomates es ligero es una idea errónea"

La profesional advierte que "lo único que no engorda es el agua", y que incluso los alimentos bajos en calorías perjudican en cantidades inadecuadas.

Más información: El 'superqueso' de España más desconocido: menos grasa que el fresco y más proteína que la leche

P. Fava
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Magda Carlas es una reconocida médica nutricionista licenciada en Medicina y Cirugía en la Universidad de Barcelona y con formación de posgrado en Dietética y Nutrición, además de un máster en Ciencias de los Alimentos. Su faceta más conocida, sin embargo, es como divulgadora en medios de comunicación, donde abordó a comienzos de este verano ciertos mitos sobre el queso fresco.

En una de sus colaboraciones en RAC1, Carlas respondía sobre este queso, "uno de los alimentos estrella de las dietas". Según el programa, "quién mas, quién menos" lo toma cuando quiere adelgazar o comer más sano, porque es el lácteo magro con mayor fama de saludable de todos. No obstante, la especialista matizaba que no todo son ventajas, ni es "tan ligero" como parece.

"El queso fresco tiene más agua, pero lógicamente tiene menos densidad de nutrientes", explicaba en el programa Respostes que alimenten. Por tanto, es correcto asumir que tiene menos calorías que el curado, que precisamente se ha endurecido eliminando el agua y ganando densidad nutricional. Así, con la misma cantidad, el fresco engordará menos.

Además, la mayor cantidad de agua hará que el queso fresco sea más digerible, pero el curado también tiene sus ventajas. A mayor curación, mayor cantidad de calcio y vitaminas que encontraremos en la misma porción del lácteo. Además, las grasas saturadas del queso duro tienen efecto saciante, por lo que también puede ser un aliado inesperado para perder peso.

Por otro lado, el sabor neutro del queso fresco permite mayor versatilidad en las recetas, en función de si le añadimos más o menos sal -recordemos que el queso curado tiende a superar el límite recomendado de 1,25 g de sal por cada 100 gramos-. Carlas recomienda, por ejemplo, tomarlo con fresas y miel en tostada. "Es una maravilla".

Pero, ¿qué es entonces lo que determina si un queso es ligero o no? Según Carlas, dependerá del tipo de leche, así como del modo de elaboración. "Pensar que tomar una ensalada con una gran bola de burrata y unos tomates es ligero es una idea errónea", zanja.

¿Cuánto podemos comer?

Como normal general, deberíamos estar atentos a la proporción de sal y grasas del queso en cuestión, y cuantas más tenga, menores porciones deberíamos consumir. Así lo explicaba también Ramón Estruch, investigador principal del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN), a EL ESPAÑOL.

"Mejor comer diferentes tipos de queso, pero preferentemente los frescos sobre los curados, porque éstos últimos tienen mayor contenido en grasa saturada y sal", afirma Estruch. "Para mejor prevención de la diabetes mellitus, se aconseja consumir preferentemente quesos desnatados".

En cuanto a la cantidad, "se ha señalado que el consumo de queso fresco no debería sobrepasar los 80-100 gramos (al día) y el queso curado, de 30 a 40 gramos. Como los quesos curados y semicurados, tienen un mayor contenido en grasa saturada, se recomienda que su consumo no sea frecuente", afirma.

La Fundación Española del Corazón apunta en este artículo que en caso de hipercolesterolemia u obesidad, los quesos se deberían consumir con moderación y seleccionarlos desnatados y frescos; y bajos en sal en el caso de la hipertensión. En cuanto a la ingesta recomendada al día, igualmente la FEC señala un consumo de 40-60 g de queso curado (2-3 lonchas) y de 80-125 g de queso fresco.